La coalición de Hezbolá sale reforzada en las legislativas libanesas

Los resultados provisionales señalan al partido chií Hezbolá como principal vencedor frente al retroceso del bloque liderado por el primer ministro suní Saad Hariri

Natalia Sancha
Beirut, El País
A falta de resultados oficiales de las primeras legislativas que celebra Líbano en casi una década, los seguidores de Hezbolá ya festejan la victoria. Según el recuento provisional avanzado por las diferentes facciones políticas, la alianza liderada por el partido chií Hezbolá y su rival cristiano Fuerzas Libanesas de Samir Geagea son los grandes vencedores de estos comicios. En el bando perdedor se sitúa el partido El Futuro, liderado por el primer ministro Saad Hariri y mayor fuerza suní del país. Cerca de 3.7 millones de libaneses fueron llamados a las urnas este domingo para elegir a los 128 diputados de entre 595 candidatos.


El poder de facto que ejerce Hezbolá sobre las instituciones políticas y de seguridad del país saldría así legitimado por las urnas. A pesar de que su injerencia en la vecina guerra siria junto a las tropas de Bachar el Asad desencadenó una ola de atentados yihadistas contra la población chií libanesa, el Partido de Dios ha sabido capitalizar el voto en sus bastiones situados al sur y al este del país. Por su parte, Hariri ha recibido un duro golpe al perder un tercio de sus escaños en Beirut, la capital y uno de sus bastiones mas sólidos. Según el recuento que hace su partido, habría perdido un tercio de los 33 escaños que tenía en 2009. Resultados que reflejan la fragmentación existente en el campo suní libanés donde varios contendientes compiten por el liderazgo.

La baja participación del 49.2% (5 puntos menos que en 2009) en tan postergadas elecciones ha puesto de manifiesto el grado de apatía y escepticismo del electorado. Hastiados tras una década de sirocos políticos y de la vertiginosa deterioración económica, la mayoría han optado por quedarse en casa. La hasta este domingo prometedora entrada de los candidatos independientes surgidos de la sociedad civil ha caído en saco roto frente al voto confesional. En un intento de restar hierro al asunto, los líderes políticos han achacado la baja participación a la complejidad de la nueva ley electoral, evitando pronunciarse sobre sus respectivas estrategias en la movilización de las bases sociales.

Sin que entrada la tarde del lunes el Ministerio del Interior hubiera comunicado los resultados finales, ha sido el primer ministro, Saad Hariri, el primero en dirigirse en una rueda de prensa a la nación. Lo ha hecho con cara de circunstancias, pero con buen humor. “Varios escaños más o menos no son el fin del mundo”, ha bromeado. En un discurso conciliador ha asegurado que su partido “seguirá trabajando al servicio de Líbano y de los libaneses y apostando por un gobierno de unidad”. Asimismo, el líder ha congratulado al pueblo libanés “por haber expresado su voto en unas elecciones democráticas”.

Por su parte, el secretario general de Hezbolá, Hasan Nasralá, se ha mostrado igualmente prudente y conciliador, aunque más festivo ante los positivos resultados provisionales. Tras recalcar la “victoria política y moral de la resistencia”, ha alabado la persistencia de sus aliados y amigos “a pesar de las repetidas presiones políticas y mediáticas extranjeras vertidas sobre ellos en los últimos años”. El partido chií está catalogado como grupo terrorista por EE UU y su brazo armado por la Unión Europea. “Hezbolá ha demostrado respetar las reglas del juego electoral durante los comicios y defender los derechos de sus votantes”, valoró tres días atrás en Beirut Elena Valenciano, jefa de la delegación de observadores electorales despachada por la UE a Líbano.

El número uno de Hezbolá ha felicitado a sus seguidores y asegurado que “el proyecto político de la resistencia cobra hoy fuerza con el respaldo en el Parlamento” tras anunciar varias semanas atrás“un retorno del partido a la política doméstica y a la hístorica lucha contra Israel”. Al igual que su contrincante político Hariri, ha reconocido la “ejemplar” labor de las fuerzas del orden durante la jornada electoral y ambos “han llamado a la colaboración entre las diferentes formaciones políticas para preservar la estabilidad en el país”.

Tanto el portavoz del parlamento, Nabih Berri, como Hariri han llamado a la inmediata formación del nuevo Gobierno que habrá de refrendar al actual primer ministro o nominar uno nuevo. Debido a la fragmentación surgida a raíz de la feroz campaña electoral marcada por el discurso sectario, será el reparto definitivo de escaños el que determinará las nuevas alianzas políticas. Estás habrán de fraguarse en el hemiciclo en un plazo estimado de 15 días.
Reverberación regional

En el plano regional, los resultados provisionales de las generales prometen levantar más de una ampolla. El ministro israelí Naftali Bennet ha sido el primero en pronunciarse. “Líbano equivale a Hezbolá”, ha sentenciado mediante un tuit. Para después añadir que “Israel no hará diferencias entre el Estado soberano libanés y Hezbolá, responsabilizando a Líbano de cualquiera acción que emane de su territorio”. Y ello en un contexto de alta tensión tanto en su frontera norte que comparte con Líbano como en la contienda siria donde el ejército hebreo ha bombardeado en repetidas ocasiones a efectivos de Hezbolá y a los de su padrino iraní. “Las armas de Hezbolá son un problema regional y no se puede responsabilizar al Líbano de ello”, ha respondido hoy Hariri.

Queda por ver la reacción de Arabia Saudí cuyas rencillas con su competidor chií Irán han convertido al Líbano en el tablero predilecto para ventilar las rencillas regionales. A la victoria militar de Irán y Hezbolá en Siria, aliados de Damasco, se suma este lunes la victoria política en Líbano. Un nuevo giro en el estatus quo regional al que Riad e Israel intentan poner freno a toda costa. Fue precisamente el creciente poder de Hezbolá en Líbano el que llevó al príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salmán, a forzar la dimisión temporal de su hasta entonces aliado Saad Hariri. Esta ha supuesto la última de una larga lista de crisis políticas internas y regionales que ha azotado al Líbano en la última década.

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