La búsqueda en las canas de señales sobre nuestra salud

Algunos estudios han relacionado la pérdida prematura del color del cabello con enfermedades cardiovasculares, pero los resultados no son concluyentes

Daniel Mediavilla
El País
La aparición de las canas es una señal más del envejecimiento. Durante toda nuestra vida, contamos con un tipo de células llamadas melanocitos que producen el pigmento que da color a nuestro pelo. Con la edad, estas células dejan de producir ese tinte natural y el cabellos se vuelve gris. Más allá de ser una señal de que nos hacemos mayores, algunos científicos han relacionado la pérdida de color del pelo con algunos problemas de salud.


Recientemente, un equipo de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y de la Universidad de Alabama (EE UU) han encontrado una relación inesperada entre la aparición de las canas y las infecciones. En un trabajo que publican en la revista PLOS Biology, muestran una conexión entre los genes relacionados con la coloración capilar y los encargados de advertir a nuestro organismo de que se está produciendo una infección.

Según explican los responsables de la investigación, cuando está en marcha una invasión vírica, todas las células del organismo tienen la capacidad para lanzar las señales de alerta a través de unas moléculas que se llaman interferones. Esa señal enciende los genes que bloquean la reproducción de los virus y aumentan la actividad de las defensas. En su trabajo, los investigadores observaron que el factor de transcripción MITF, que regula muchas de las funciones de los melanocitos, como la producción del pigmento del pelo, también mantiene bajo control la respuesta de estas células ante el ataque de un microorganismo. Cuando MITF perdía el control de esta respuesta inmune, los ratones con los que se realizaron los experimentos producían más pelo gris.

Este descubrimiento de la relación entre una desregulación del sistema inmune y las canas podría explicar por qué en ocasiones aparece el pelo blanco antes de tiempo y, en un futuro, podría ayudar a comprender la relación entre la respuesta inmunológica y enfermedades de la piel como el vitíligo.

En los últimos meses, también han aparecido estudios que relacionan la aparición prematura de canas y el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. El año pasado, en una presentación en el congreso Europrevent 2017 celebrado en Málaga, la investigadora de la Universidad de El Cairo Irini Samuel, mostró los resultados de un análisis en el que encontraba una correlación entre una mayor cantidad de canas y un mayor riesgo de aterosclerosis. Según explicó Samuel, las dos cosas comparten mecanismos como una menor capacidad del organismo para reparar el ADN, la inflamación o cambios hormonales. “Nuestros descubrimientos sugieren que, independientemente de la edad cronológica, que el pelo se vuelva gris es un indicador de la edad biológica que podría ser una señal de advertencia”, afirmaba.

En un congreso de la Sociedad Cardiológica de India (SCI) de ese mismo año, un equipo del Instituto U.N.Mehta de Investigación en Cardiología en Ahmedabad (India) se presentó otro análisis en el que se afirmaba que la pérdida prematura del color del pelo y la alopecia androgénica tenían una relación con la edad cardiovascular independientemente de la edad cronológica y podían plantearse como alertas ante las enfermedades cardiacas.

Tanto el caso del estudio indio como el de la Universidad de El Cairo, teniendo en cuenta los grupos estudiados, de 790 y 545 individuos respectivamente, no pueden considerarse resultados concluyentes. Irini Samuel reconoce que son necesarios mayores estudios, en los que se incluyan hombres y mujeres (ella solo incluyó a los primeros), para confirmar la asociación entre las canas y la enfermedad cardiovascular en personas sin otros riesgos conocidos. Por el momento, según comentaba Marco Roffi, director de la Unidad de Cardiología Intervencionista del Hospital Universitario de Ginebra (Suiza), aún está por determinar que el color del pelo se pueda añadir a los indicios conocidos de riesgo, como la diabetes, la historia familiar de este tipo de enfermedades, el tabaco, una vida sedentaria o la presión sanguínea elevada.

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