Guerra en Getafe

El Atleti logra la victoria en un partido trabado, lleno de golpes, antes de Lyon. Gol de Koke para asegurar el segundo puesto y Oblak paró un penalti que deja al Getafe sin Europa.

Patricia Cazón
As
Si al Atleti le espera una guerra en Lyon ante el Marsella, Bordalás ayer se la dibujó. Simeone llenó la hierba de titulares; el Getafe, de moratones. Su equipo buscaba Europa y lo hizo a patadas. El Atleti, que sigue segundo, viajará con todos vivos a la final en tres días, pero de milagro y lleno de magulladuras.


Porque Simeone no reservó. Ahí estaban Costa y Grizi, sus Thomas-Gabi-Koke-Saúl, por eso seguía sumando minutos Filipe, estaba Juanfran. Para ensayar. Y competían, a ritmo de Atleti Cholo. Querían balón e iniciativa. El Getafe se defendía, con hombres por dentro pero incómodo. A los ocho minutos ya perdía.

La jugada la inició Juanfran y la finalizó Koke, con un disparo raso y cruzado de empeine, ajustado al palo. En medio, Griezmann. Que se irá o no, pero mientras está siempre es lo diferente. Recibió en el pico del área, controló, se giró y le puso la pelota a Koke en la bota. Medio gol, enésima maravilla. Veinte minutos después el Getafe aún no se había presentado a Oblak pero Grizi se había vuelto a poner el pincel en el pie para dibujar otro pase a Costa entrelíneas que el de Lagarto estampó en Guaita, incomprensiblemente. Un debe para Lyon: afinar su puntería.

Amath no podía jugar porque estaba rodeado, Portillo no corría, Molina y Rémy ni pellizcaban a Savic y Godín. A falta de fútbol, el Getafe metió pierna. Recado sin balón de Damián a Costa, plantillazo a Koke, Fajr que le arranca a Juanfran la bota de una patada, de las que duelen, de las que lesionan, con una final a tres días. Godín vio amarilla: por protestar. Los árbitros y sus cosas.

El fútbol, que vio de qué color se ponía la tarde, como el cielo sobre el Coliseum, de tormenta, negra-negra, se escondió. El balón dejó de rodar. El partido pedía descanso como un sediento agua. En los vestuarios urgían las tilas. Amath, con ganas de colgarse galones ante su ex, disparaba a portería, alto, al regresar del descanso. En la jugada siguiente Bordalás le quitó: el partido le pedía un golpe de pizarra. Dentro Ángel, su hombre goles. Flamini lo celebró con una entrada sobre Filipe que casi termina en hombro roto.

El golpe que llenó los ojos de Simeone de miedo, sin embargo, lo dio Thomas. Un balonazo a la cara de Gabi que dejó al capitán tendido, conmocionado, y al médico del Atleti pidiendo el cambio. Gabi no lo permitió. Su piel es por completo un brazalete: no entiende de dolor si va de rojiblanco. Ángel enseguida sumó su codo a la causa y se lo clavó a Juanfran.

El reloj llegó a la hora envuelto en más sucesos que fútbol. Simeone, por si acaso, se guardó a Griezmann y Costa: dentro Gameiro y Torres. Al rato, como contagiado por el aire, Godín saltaba a despejar y le dejaba el pie en la cabeza a Savic. Rojiblanco al suelo. Era la constante. Cuando fue un azulón el que cayó, Ángel, tras un punterazo sutil de Godín, pitó el árbitro penalti y pasó lo de siempre: el momento Oblak.

Saltó como un gato a la base del poste ante el ajustado disparo de Fjar y despejó. Bruno, al ir al rechace, le dejó un taco en la cabeza. Cómo no, la rutina del partido. Oblak quedó tendido pero se levantó y siguió. Simeone y todos los demás respiraron a la vez. El Getafe, a lomos de Ángel, buscaba el empate a la desesperada mientras Torres y Gameiro fallaban ante Guaita. El primero por llenarse de balón. El segundo, por disparar al muñeco. Al poco se oyó un pitido, tras un final embarullado en el área rojiblanca. Era del árbitro: al fin la bandera blanca. Para el Atleti, ya sí el cuerpo puede irse con la cabeza, road to Lyon, con otra batalla más ganada en sus piernas.

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