Trump amenaza a Irán y el pacto nuclear ante Macron

El presidente francés ofrece un nuevo pacto que incluye el programa balístico iraní. El mandatario de EE UU califica de “ridículo, demencial y ruinoso” el acuerdo con Teherán

Jan Martínez Ahrens
Washington, El País
Donald Trump puso el pie en el acelerador. En plena visita de Estado, el presidente de EE UU abandonó por un momento la luna de miel con el líder francés, Emmanuel Macron, y sacó su cartuchera verbal contra el pacto nuclear con Irán. Pese al ofrecimiento de un acuerdo de amplio espectro por parte de su invitado, Trump calificó el texto suscrito en 2015 de “ridículo, demencial y ruinoso” y advirtió que si Teherán reactiva el programa atómico “habrá un problema mayor que nunca”. Luego, añadió que estaba dispuesto a ser "flexible" dejando la puerta abierta a todo tipo de interpretaciones.


La presión es máxima. Trump ha fijado el 12 de mayo como fecha tope. Si para entonces, Europa no ha endurecido su postura y aceptado imponer nuevos límites a Teherán, el acuerdo nuclear saltará por los aires.

La ruptura tendría consecuencias sombrías. No sólo echaría por tierra un pacto gestado con inmenso esfuerzo, sino que volvería a empujar a Oriente Próximo por la pendiente nuclear. Sería un triunfo del aislacionismo de Trump y el epílogo a uno de los más sonados triunfos de la diplomacia multilateral de Obama.

Sellado en 2015 en Viena, el texto desactiva por 10 años el programa atómico iraní a cambio del levantamiento de las sanciones económicas. Refrendado por otras cinco potencias (Francia, Reino Unido, Alemania, Rusia y China), su firma mostró al mundo que dos enemigos acérrimos, después de 40 años de pulso, podían sentarse, hablar y llegar a acuerdos.

Aunque aseguraba un decenio de paz nuclear, no todos lo vieron con buenos ojos. Desde el principio, Israel consideró que era una trampa y que no ponía término real al desarrollo del arma nuclear, solo la aplazaba en pos de una recuperación económica.

La argumentación israelí fue metabolizada por Trump. En campaña, al tiempo que satanizaba el legado de Obama, calificó el acuerdo como el “peor del mundo”. Y ya en la Casa Blanca intentó romperlo. Sus asesores más próximos le frenaron. En una maniobra diseñada por el entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, le ofrecieron mantener con vida el cuerpo principal del pacto y centrar los esfuerzos en imponer nuevas restricciones. Estas afectarían a la cláusula de extinción, el programa balístico y la “capacidad de desestabilización de Irán en Oriente Próximo” en referencia a Hezbolá y otros grupos financiados por Teherán.

Trump, con evidente desagrado, aceptó inicialmente esta prórroga. Pero ahora le ha puesto fecha de caducidad y ha redoblado los ataques. “Todos conocen mi posición, es un acuerdo horrible”, afirmó ante Macron.

Su animosidad la alimentan los nuevos halcones que han anidado en la Casa Blanca. Fulminado Tillerson y retirado el consejero de Seguridad Nacional, Herbert R. McMaster, sus sustitutos son firmes partidarios de la ruptura del acuerdo. Un gesto que consideran que además les permitirá llegar con mayor fortaleza a la negociación con el líder norcoreano, Kim Jong-un, en la que buscan la completa desnuclearización de Corea del Norte. “

Frente a la presión estadounidense, Europa se ha enrocado en la defensa del pacto. Más de 500 diputados británicos, alemanes y franceses han pedido a los parlamentarios estadounidenses que exijan al presidente que lo mantenga vivo. Y en las cancillerías se ha acelerado la búsqueda de una solución que concilie su supervivencia con sanciones selectivas contra Teherán. La propuesta, fraguada al ritmo propio de los asuntos europeos, aún no ha cuajado y el tiempo ha empezado a correr en contra.

Irán se niega en rotundo a aceptar cualquier modificación y, si hay ruptura, amenaza con retirarse del Tratado de No Proliferación Nuclear. Rusia y China, por su parte, ya están preparando una propuesta para que lograr un espaldarazo al acuerdo en Naciones Unidas y dejar a Estados Unidos solo.

En este horizonte fragmentado, es Macron quien se ha lanzado a salvar del pacto. Confiando en su relación privilegiada con el presidente estadounidense y fortalecido por la reciente intervención militar en Siria, ha mostrado su esperanza de convencerle. “Yo tampoco estoy satisfecho con Irán y quiero contener su influencia en la región y luchar contra los misiles balísticos. Mi idea es mantener el pacto mientras no tengamos una opción mejor, y completarlo con medidas de contención regional y balística”, dijo antes de su llegada a Estados Unidos.

Una vez iniciada la visita de Estado, el presidente francés ahondó en su propuesta. “Para el presidente de EEUU se trata de un mal acuerdo; yo lo que digo es que no es suficiente, pero quedarse sin nada no sería mejor. Y la cuestión nuclear no es el único problema”, señaló.

Sobre esta base edificó su oferta. En un intento de conciliar los intereses de europeos y estadounidenses, planteó un nuevo pacto que asuma el acuerdo con Irán, a corto y largo plazo, pero que amplíe sus contenidos al control del programa balístico iraní y a un plan de estabilidad regional. Este último punto incluiría una ”solución política” para Siria y tendría en cuenta a Rusia y Turquía. “Francia no es ingenua. Respetamos al pueblo iraní pero no queremos repetir los errores del pasado, buscamos la estabilidad en la región”, explicó en conferencia de prensa.

Trump no pareció impresionado por la oferta. Aunque se mostró enormemente efusivo con Macron, al que llegó a besar en la mejilla, el presidente de EEUU no abandonó su natural beligerancia. Con ese tono desabrido que le hace tan odiado en Europa como querido entre sus bases radicales, vapuleó el pacto en unas declaraciones previas: “Ridículo, demencial y ruinoso”. Luego, ya en conferencia de prensa, intentó moderarse pero nuevamente el demonio de las palabras le venció. “Nos hemos gastado 7 billones de dólares en Oriente Próximo y no hemos obtenido nada. Y esto va a cambiar. El acuerdo con Irán, por ejemplo, es un mal acuerdo. Veremos qué ocurre de aquí al 12 de mayo. Pero si Irán nos amenaza, pagará un precio que muy pocos países han pagado”, declaró.

De sus palabras quedó patente que el presidente de EEUU mantenía la incógnita abierta. Aunque llegó a decir que “había que ser flexibles” y dejó en el aire un posible nuevo acuerdo, no trascendió ningún avance concreto. Su narrativa seguía anclada en la amenaza a Irán y el desprecio al pacto.

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