Muchas circunstancias y un solo hecho: fue penalti

Luis Nieto
As
No vayan más atrás. Al derbi del domingo. Juanfran le hizo un penalti a Kroos, a Vitolo le pitaron un fuera de juego tras arrancar en su campo camino de Keylor, del que sólo le separaba la fuerza del viento, y Griezmann metió un gol tras partir con un pie en fuera de juego. Se habló de aquello en el minuto siguiente de cada lance y levísimamente en el postpartido. Al árbitro le salvaron la intrascendencia del partido y los minutos en que cometió sus errores, muy lejos del desenlace. Cuenta más el drama que el acierto o el error.


Volvamos al Madrid-Juventus, en el que hubo muchas circunstancias y un solo hecho: Benatia le hizo penalti a Lucas Vázquez. La Juve estaba a punto de firmar la mayor gesta en 63 años de Copa de Europa (con permiso de aquel Liverpool de Rafa Benítez, Xabi Alonso y Luis García que levantó un 3-0 al Milán en la final de la Champions de 2005 en Estambul) y el Madrid, uno de los grandes fracasos de su historia. En trances así resulta comprensible y hasta sencillo ponerse de parte de la heroica, del equipo que es capaz de ascender al Everest con un polo y dos alpargatas, de Buffon y su leyenda, de quien se ha ganado el milagro. También resulta entendible la algarada posterior. Más humano que clamar al cielo es reclamar al árbitro.

Pero después de sacudirse las emociones queda el hecho: Benatia empujó y puso la pierna en el pecho a Lucas cuando estaba a punto de apretar el gatillo a dos metros de Buffon. En ese territorio hasta un soplido cambia la suerte de una jugada. Incluso con el calentón, ningún medio de Italia habló de penalti inexistente. “Una acción de riesgo pero interpretable”, se lee en La Gazzetta. Con una apostilla: “No se da un penalti de este tipo en una situación así”. He ahí el quid de la cuestión: se pone la situación, por dramática, por encima del hecho. A estas alturas nadie duda de que la Juventus hubiese aceptado con mínimas reclamaciones ese penalti con 0-0, 0-1, 0-2 o con 0-3, pero en el minuto 65. Disfrazó de injusticia histórica lo que fue un hermoso sueño roto.

También resulta curiosa la acometida general de la Juventus contra Pier Luigi Collina, miembro del Comité de Árbitros de la UEFA, al que Agnelli culpó de actuar visiblemente contra su equipo. La Juventus ha ganado sólo dos Copas de Europa, por siete del Milán o tres del Inter, con árbitros de toda condición y nacionalidad. Sin embargo, ha conquistado 33 ligas en Italia, 15 más que cualquiera de los dos equipos de Milán. Ligas ganadas antes, durante y después de que allí pitara Collina.

Agnelli también clamó por el VAR, que no viene a ser más que una fórmula para ponerle más ojos al árbitro, pero que no incorpora un dinamómetro que mide científicamente a partir de qué punto (o de qué minuto) en un empujón se puede pitar penalti o no.

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