Más contundencia que juego

Dos goles en propia puerta del Roma abren la puerta al Barça a las semifinales. Suárez y Piqué completaron la goleada. El gol de Dzeko no parece intimidar.


Santi Giménez
As
Virgilio escribió en la Eneida, el poema épico en el que se narra la fundación de Roma, aquello de que ‘audentis fortuna iuvat’ (a los que se atreven, les sonríe la fortuna). Y en el Camp Nou, la suerte condenó a los romanos para sonreír a un Barcelona que se llevó un botín sensacional que supera en mucho los méritos contraidos para viajar la semana que viene a Roma con un margen tan amplio como el 4-1 logrado en el Camp Nou.


Un 4-1 extraño, pues los dos primeros goles se los marcaron los propios jugadores romanos en propia puerta y luego, tras un gol de Piqué ¡de contragolpe! los italianos pusieron cerco a la portería blaugrana. Ter Stegen salvó al Barcelona dos veces y cuando la Roma, mediante Dzeko, logró un tanto que le abría las puertas de la esperanza para el partido de vuelta (3-1) Suárez sentenció el partido, y probablemente la eliminatoria, marcando el cuarto. La suerte y la contundencia favorecieron a un Barça que en un partido extrañísimo se ganó billete y medio para las semifinales.

De salida, el Barcelona se pareció más al que empezó el partido en Sevilla, es decir un equipo predecible, fallón, espeso y cansado, que al que logró el empate in extremis gracias a la participación de Messi. Faltaba chispa en el conjunto blaugrana, que por encima de todo, no quería ser víctima de las prisas.

El inicio de partido del Roma expuso bien a las claras lo que iba a ser la primera parte: un sufrimiento para un Barcelona que no tenia capacidad para sacar limpio el balón ni, por encima de todo, presionar en el campo rival. Semedo, la gran sorpresa en la alineación de Valverde, que salió como lateral derecho situando a Sergi Roberto como interior (Dembélé y Paulinho fueron al banquillo) fue el mejor del Barcelona en el primer tramo del partido. Con este dato, está dicho todo.

Junto a Semedo, el que mantuvo el nivel fue Rakitic, siempre gigantesco en el despliegue físico. A los 18 minutos le metió el miedo en el cuerpo al Roma al disparar al poste y 20 minutos después recuperó un balón que sirvió para que De Rossi, en su intento de evitar el control de Messi se marcara un tanto en propia puerta.

Fue más ofensivo el Barça que el Roma en el primer tiempo, pero los barcelonistas vivieron en el alambre. No porque Ter Stegen tuviera que intervenir, sino porque el equipo local tentó a la suerte en dos jugadas que perfectamente pudieron ser penalti. En la primera, minuto 9, Semedo cargó por detrás a Dzeko; en la siguiente, minuto 40, Umtiti derribó claramente a Pellegrini sobre la misma línea del área. Fue de un pelo que el castigo se chutara desde los 11 metros o desde los 16,5. Fue lo segundo.

La segunda parte se inició de nuevo con el dominio del Roma, que explotaba el mal momento de un Umtiti desconocido. No obstante, la suerte es caprichosa, y tras otra jugada de Messi con el incansable Rakitic, Manolas empañó su gran partido marcándose un gol en propia puerta en su intento de evitar el tanto de Umtiti, que lo celebró como si lo hubiera marcado él. Hasta se besó el escudo el tipo.

Tres minutos después, un contragolpe de manual del Barcelona lo culminó Piqué a boca de gol dejando la eliminatoria vista para sentencia con el 3-0. Pero en esos momentos, al Barça le faltó cabeza y al Roma le sobró corazón. Ter Stegen evitó dos veces el gol, pero a la tercera, Dzeko le batió. Cuando parecía que el Roma mantenía la llama de la esperanza de cara a la vuelta, la suerte volvió a ser cruel con los romanos y Suárez marcó su primer gol en esta Champions. 4-1 y el Barça camino de semifinales con más contundencia que juego.

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