La madurez de Zidane

El técnico ha ganado poso con decisiones difíciles: para proteger al vestuario, como el rechazo a Kepa, o para primar el rendimiento, como las suplencias de Bale y Benzema

Eleonora Giovio
Madrid, El País
Uno de los mantras que adoptó y repitió Zinedine Zidane desde que llegó al banquillo del Real Madrid es que mientras Cristiano, Bale y Benzema estuvieran bien, la BBC sería innegociable. Incluso cuando Lucas, James, Asensio o Isco venían reclamando la titularidad con sus actuaciones, el técnico insistía con su tridente. La BBC se ha ido desmantelando a lo largo de esta temporada y no precisamente por las lesiones o sanciones que han ido sufriendo sus protagonistas. Ha sido por decisión de Zidane. Al técnico, que está demostrando que no se casa con nadie, no le ha temblado el pulso a la hora de sentar a los que buena parte del público y de la opinión pública considera como los ojitos derechos del presidente Florentino Pérez.


Gareth Bale, aseguran desde Valdebebas, "está como está y sabe que ha perdido su aureola". Benzema, al que el técnico francés siempre ha defendido, no jugó ni un minuto contra la Juve en la vuelta de los cuartos y fue suplente en Múnich, donde entró en el minuto 66. El galés no calentó en el Allianz el miércoles ni tampoco en el Juventus Stadium. Titular en el partido de vuelta contra el equipo italiano, fue cambiado en el descanso. Lejos de ser decisivo, Bale se ha puesto en modo melancólico.

Benzema, que desde el ciclo europeo ganador del Madrid —es decir, desde la temporada de la Décima en Lisboa— ha disputado 31 duelos (sólo se perdió cinco, cuatro de ellos por lesión) ha dejado también de ser intocable. Su aportación goleadora habla por sí sola: en esos 26 duelos ha marcado lo mismo que Sergio Ramos (cinco tantos) y ha dado las mismas asistencias (tres) que el central. Nadie apostaba por su suplencia en Múnich. Parecía un atrevimiento por parte de Zidane, que siempre le ha mimado y que ha levantado la voz cuando Gary Lineker calificó a Benzema de "sobrevalorado". La indignación de ZZ, normalmente comedido, llegó a la sala de prensa. "La gente que sabe de fútbol sabe que es una vergüenza decir eso de Karim. Para mí es el mejor; parece que aquí el nueve tiene que meter 50-60 goles, Karim no los va a meter. Va a meter 25-30 y va a ayudar a que se marquen otros 30-40", dijo. Esta temporada lleva nueve tantos en 40 partidos, su peor registro de blanco.
Los que mejor están

Lucas, Asensio e Isco han ido tomando más protagonismo en detrimento de Benzema y Bale. Se lo han ido ganando, de revulsivos y también de titulares cuando han jugado de inicio. Mientras antes Zidane acostumbraba a retrasar mucho los cambios, ahora hace sustituciones técnicas en el descanso si hace falta, como hizo con Casemiro y el ya citado Bale en la vuelta de los cuartos contra la Juve. No le importa al técnico francés que, en caso de una posible salida del extremo galés este verano, sus suplencias devalúen su precio. Para él prima poner al mejor equipo y a los que mejor están. "Para hacerse el fuerte, lo primero es sentirse fuerte y eso es lo que siempre se ha sentido Zizou", apuntan desde el Madrid.

Tanto que en enero se opuso a la llegada de Kepa, guardameta del Athletic. No porque no le gustara, simplemente porque no quería alterar el ecosistema del vestuario. Entendió que —aunque para ello tuviera que decir "no" a las propuestas del club— con el equipo en plena crisis el vestuario no estaba preparado para un nuevo inquilino. Y para Zidane, dicen los que trabajan con él, en el vestuario tiene que reinar el orden, el equilibrio y la armonía. No quería descomponerlos y tener que recolocar piezas a mitad de temporada.

Negoció con el presidente los fichajes a principio de temporada, interrumpió sus vacaciones para tranquilizar a Cristiano Ronaldo en pleno incendio veraniego cuando el diario A Bola filtró que quería abandonar España, y el Madrid y también reorganizó el cuerpo médico (salieron el doctor Olmo y Joaquín Mas y llegaron Mihic y Abascal).

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