La final ‘maldita’ de Suárez

El uruguayo no marcó en la de 2015, se lesionó en la final 2016 y no pudo jugar la de 2017. Le expulsó Gil Manzano…, que arbitra la final de este sábado.

Juan Jiménez
As
La final de Copa tiene algo de maldito para Luis Suárez, que después de un estreno ‘normal’ en partidos de este tipo (ante el Athletic en 2015 no marcó pero aguantó todo el partido en el campo y asistió a Neymar en el 2-0), se lesionó en la final de 2016 ante el Sevilla y no pudo jugar la de 2017 contra el Alavés. Fue expulsado en la semifinal por Gil Manzano…, el árbitro que pita la final del Wanda.


La final de 2016 dejó secuelas tristes para Suárez. El Barça le ganó, y hasta circuló la teoría de que su lesión permitió ganar al Barça, que con diez jugadores por la expulsión de Mascherano estaba roto con el tridente. La salida de Rafinha compensó tácticamente al equipo y Luis Enrique nunca se hubiera atrevido a hacer un cambio así con los tres de arriba sanos. Pero para Suárez fue peor. Su lesión en el semimembranoso de la pierna derecha le dejó sin Copa América en el que, probablemente, fuese el mejor año de su carrera. Firmó 40 goles y ganó su segunda Bota de Oro. En la Copa América, el profesor Tabárez tomó la determinación de no alinearlo hasta que no estuviese recuperado, pero Uruguay perdió los dos primeros partidos y el jugador de Salto se quedó sin opciones. Su imagen pidiendo explicaciones a Tabárez, quitándose el peto y golpeando el banquillo dio la vuelta al mundo.

El año pasado, Suárez ni siquiera pudo jugar su final maldita. En el partido de vuelta de semifinales ante el Atlético de Madrid, el colegiado Jesús Gil Manzano expulsó al uruguayo por dos entradas en pocos minutos: una falta por detrás a Juanfran y una acción en la que metió el brazo en la cara de Koke. El Barça recurrió la segunda acción pero no hubo perdón. Además, Gil Manzano afeó la conducta del uruguayo en su acta: “(…) Retrasó su salida del terreno de juego de manera considerable, haciendo caso omiso a mis instrucciones”. Ahora Suárez se reencuentra con Gil Manzano en una final que, al menos, puede decir que jugará. El charrúa jugó la vuelta de las semifinales ante el Valencia advertido de sanción pero evitó que Undiano Mallenco le amonestase. En el Wanda, donde ya ha marcado este año en Liga ante el Atlético de Madrid, tiene la oportunidad de quitarse la espina con su final maldita.

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