La caravana de migrantes desborda los recursos de la frontera de San Diego

La policía de fronteras dice que sus centros de detención están llenos y los emigrantes tendrán que esperar en Tijuana para pedir asilo

Pablo Ximénez de Sandoval
Los Ángeles, El País
La llamada caravana de migrantes que provocó la ira de Donald Trump el pasado mes de marzo llegó el domingo a su último destino en México, Tijuana, para presentarse a las autoridades de Estados Unidos y pedir asilo. El grupo de centroamericanos llegó a juntar a unas 1.200 personas, una cuarta parte de ellas niños, en su viaje por el centro de México. A Tijuana llegaron unas 400. El domingo por la tarde, la policía de fronteras de EE UU dijo que sus recursos no podían asumirlos a todos a la vez y deberían esperar en Tijuana.


No es el primer gran grupo de migrantes que se presenta en un paso fronterizo, pero es el que más ruido político ha hecho. A pesar de no ser un fenómeno nuevo, el pasado 3 de abril, el presidente de EE UU, Donald Trump, cargó en Twitter contra lo que llamó “la gran caravana de gente de Honduras” que se dirigía al norte a través de México y la relacionó con lo que él llama “fronteras débiles” y la falta de disuasión por parte de su país. Trump se dirigió de manera insultante a México, primero diciendo que no hace nada por detener a los migrantes y después con unos comentarios sobre violaciones en masa que llegaron a provocar la respuesta unitaria del presidente Enrique Peña Nieto y todos los candidatos a sucederle.

La manera de pedir asilo en Estados Unidos es simplemente presentarse en la frontera y decírselo al agente fronterizo de la garita. Sin más. La policía de fronteras (Border Patrol) siempre insiste en que los migrantes no se jueguen la vida inútilmente tratando de cruzar por zonas peligrosas para luego entregarse al otro lado. Si se entregan en el puerto de entrada y exponen su caso, el proceso legal que van a seguir va a ser exactamente el mismo.

El domingo, cuando los emigrantes llegaron al paso peatonal de El Chaparral, en la frontera entre Tijuana y San Ysidro, el servicio fronterizo de EE UU (CBP) les comunicó que no podía atenderlos a todos a la vez. “Hemos llegado al límite en el puerto de entrada de San Ysidro”, dijo el comisionado del CBP, Kevin McAleenan, en un comunicado. Los migrantes tendrían que esperar en Tijuana a que se liberen sitios en los centros de detención con los que trabaja este puerto de entrada, donde son procesados sus casos.

Alrededor de un centenar de los migrantes decidieron acampar allí mismo, a las puertas de Estados Unidos, a la espera de poder exponer su petición de asilo. Esta situación se produce de vez en cuando en los puntos fronterizos más transitados (Tijuana es la frontera terrestre más transitada del mundo). En Tijuana hay diversos albergues para las personas que están en ese limbo. Los organizadores de la caravana decidieron el domingo dar prioridad a los casos más vulnerables.

La situación es parecida a la que se dio con los emigrantes haitianos que se acumularon en Tijuana tratando de pedir asilo hace dos años. Entre unos pocos meses en 2016 llegaron alrededor de 8.000 haitianos que acamparon en la ciudad mientras el servicio de fronteras de EE UU iba resolviendo sus casos. La llegada de centroamericanos también colapsó los recursos del CBP de San Ysidro en diciembre del año pasado.

Tras la andanada contra los inmigrantes y contra México, Trump pidió a todos los Estados que enviaran a la Guardia Nacional a la frontera, con el argumento de que era necesario defenderla militarmente porque el Congreso no le da fondos para construir un muro. La Guardia Nacional es un cuerpo militar de reservistas que se moviliza en situaciones de emergencia. Los dos antecesores de Trump en la Casa Blanca también pidieron su despliegue en la frontera. California, Arizona, Nuevo México y Texas han enviado efectivos. Básicamente, hacen una labor de apoyo logístico y administrativo para aliviar el trabajo de la policía de fronteras, pero sin implicarse en la detención y procesamiento legal de los inmigrantes.

El pasado 11 de abril, la policía fronteriza en la zona de Yuma, Arizona, uno de los lugares más peligrosos para cruzar ilegalmente, informó de que había detenido a un grupo de 59 personas que saltaron la valla y se entregaron en territorio de Estados Unidos. Decían ser ciudadanos de Guatemala que se habían unido a la caravana migrante, formada en su mayoría por hondureños, en Tapachula, en la frontera de Guatemala. El grupo se separó tras llegar a Ciudad de México y siguió camino por su cuenta hasta Arizona. El 90% de ellos eran familias. Un tercio del grupo de guatemaltecos eran menores de 18 años.

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