Inquietud por una insólita maniobra que utilizaría Nicolás Maduro para asistir a la Cumbre de las Américas

A pesar de que el gobierno peruano le avisó que no será bienvenido, el presidente venezolano podría utilizar la asistencia de otro mandatario para llegar a la reunión de Lima

Francisco Seminario
Desde Washington DC
Nicolás Maduro podría finalmente asistir a la VIII Cumbre de las Américas, esta semana en Lima, pese a la negativa del país anfitrión a abrirle las puertas al encuentro de presidentes y a pesar de que el propio mandatario venezolano días atrás desechó la posibilidad de ir porque el encuentro es "una pérdida de tiempo", según declaró.


Pero Maduro no llegaría a la capital peruana por la vía tradicional, en vuelo desde Caracas y al frente de una delegación oficial, sino que entraría a Perú junto con otro presidente latinoamericano, que le haría un lugar junto a él en desacuerdo con el vacío que sus pares de la región le hacen al líder chavista en rechazo a los abusos de su régimen. Maduro, confió a Infobae una alta fuente diplomática en esta capital, entraría a Perú "como turista".

El dato surge de fuertes rumores que recorren las delegaciones de los países de la región ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), cuya sede está en Washington. Las fuentes, que pidieron preservar su identidad, detallaron que según esos rumores "muy instalados" quien facilitaría el ingreso de Maduro a Perú sería el presidente de Bolivia, Evo Morales, y que una vez en la capital peruana el mandatario venezolano buscaría participar de las deliberaciones de la cumbre de presidentes, los días 13 y 14. Los trascendidos no van más allá.

Si en los próximos días Maduro efectivamente ensaya esa movida para imponer su presencia durante el encuentro, las consecuencias serían difíciles de prever. Un funcionario del organismo regional confió que en las delegaciones en Washington "se toman la cabeza" ante esa posibilidad y recordó que la postura inicial del presidente venezolano fue que de una manera u otra participaría de la cumbre. "¿Me tienen miedo? ¿No me quieren ver en Lima? Me van a ver porque llueve, truene o relampaguee, por aire, tierra o mar, llegaré a la Cumbre de las Américas", había advertido Maduro. Luego pareció cambiar de idea.

El veto a su presencia había tenido como vocero principal al ex presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski, anfitrión de la cumbre. Y tras su renuncia a fines del mes pasado, como coletazo del escándalo regional Odebrecht, esta posición, que es respaldada por el Grupo de Lima, fue ratificada por su sucesor en el cargo, el presidente Martín Vizcarra. Más de 20 presidentes confirmaron ya su presencia, incluido el mandatario norteamericano, Donald Trump, que por primera vez desde que es presidente pisará suelo latinoamericano, y Raúl Castro como invitado, ya que Cuba no forma parte de la OEA.

El eje del encuentro, el más importante a nivel regional, será este año la lucha contra la corrupción. Pero en una región sacudida por procesos electorales en varios países, crisis políticas como consecuencia de escándalos de coimas, tensiones comerciales y fuertes debates inmigratorios, el temario sin duda será amplio. Un lugar especial, si no central, tendrá la situación en Venezuela, que preocupa cada vez más a los gobiernos de la región por su creciente costo humanitario. Si Maduro da el presente como indican los rumores, todo esto puede cambiar.

En la OEA hubo encuentros la semana pasada para tratar las consecuencias de las graves penurias que atraviesa el país. Un funcionario confió a Infobae que en las deliberaciones del grupo de trabajo sobre migraciones la inquietud por el éxodo masivo de venezolanos a países vecinos asomó con fuerza. "Los representantes de varios países ofrecieron cifras actualizadas de los venezolanos que atraviesan las fronteras", dijo. Entre ellos estaban diplomáticos de Colombia y Brasil.

En esa reunión se acordó pedir a las agencias y organismos internacionales que trabajan sobre el terreno, como Caritas, que informen a la OEA sobre la gravedad de la crisis humanitaria en Venezuela y las zonas de frontera, aunque todavía hay resistencia de algunas delegaciones diplomáticas a utilizar el término "crisis".

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