El presidente italiano aprieta al PD para participar en un Gobierno
Roberto Fico, líder de la Cámara de Diputados, tiene tiempo hasta el miércoles para sondear la posibilidad de un acuerdo entre el partido de Renzi y al M5S
Daniel Verdú
Roma, El País
El presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, continúa sin encontrar la solución para el rompecabezas político salido de las elecciones del 4 de marzo. Tras el fracaso del posible acuerdo entre el centroderecha y el Movimiento 5 Estrellas (M5S), este lunes encargó al presidente de la Cámara de Diputados, Roberto Fico, que explore las posibilidades de éxito de un posible Ejecutivo entre los grillinos y el Partido Democratico (PD).
Mattarella amaneció con la jaqueca de un lunes de resaca electoral tras los comicios de Molise y la repetitiva perspectiva de otra complicada semana por delante para diseñar el encaje de los partidos en un posible Gobierno. De modo que, para evitar su particular déjà vu político, cambió de tercio radicalmente y abrió la partida a la izquierda. Roberto Fico, presidente de la Cámara de Diputados, uno de los exponentes más a la izquierda del Movimiento 5 Estrellas y rival de Luigi Di Maio en la contienda preelectoral, será el encargado esta vez de sondear las posibilidades reales de un acuerdo. Tiene tiempo hasta el jueves, cuando deberá volver a subir al Palacio del Quirinal y dar el parte de sus pesquisas.
Esta siempre ha sido la posibilidad preferida de Mattarella, que no terminaba de ver con buenos ojos la inclusión de Matteo Salvini, líder de La Liga, en un Ejecutivo, y la de los mercados, que priorizan cualquier escenario al de dos partidos antiestablishment formando Gobierno. Pero Matteo Renzi, violentamente enfrentado al M5S y a su líder, ha obstaculizado firmemente las negociaciones entre los grillinos y el partido del que fue secretario general hasta las elecciones. Ahora, su líder provisional, el ministro de Agricultura, Maurizio Martina, se aviene a mantener conversaciones “si terminan las ambigüedades del M5S y las dobles negociaciones con el PD y La Liga”.
Pero las ambigüedades, la posibilidad de negociar con ambos partidos y pescar votantes en dos caladeros situados en las antípodas ideológicas, son parte del ADN fundacional del M5S. Salvini lo sabe perfectamente y no se tomó a broma el cambio de tornas propuesto por Mattarella. Muy bien recibido, en cambio, por Di Maio. “Haré de todo para que no tenga lugar esta tomadura de pelo”, lanzó el líder del partido xenófobo y euroescéptico.
Pero el tiempo de La Liga empieza a terminarse. Especialmente si se empeña en mantenerse unida a Forza Italia —Berlusconi aseguró la semana pasada que la gente de M5S solo serviría para limpiar retretes en su empresa— con tal de priorizar la absorción de su electorado a la formación de un Gobierno. El domingo por la tarde, Mattarella estuvo esperando en balde alguna novedad de última hora procedente de La Liga para solucionar un problema que, tarde o temprano, puede dejarle también a él en mal lugar. De hecho, fuentes cercanas al Quirinal mostraban ya su irritación estos días por la falta de acuerdos y el tacticismo desplegado por el centroderecha y el M5S. “He esperado otros tres días para constatar eventuales novedades publicas, explícitas y significativas en los acuerdos de los partidos. Pero estas novedades no han aparecido”, subrayó Mattarella durante su conversación con Fico. Una situación hostil para el principal objetivo del presidente: evitar la repetición electoral que se celebraría el próximo otoño.
Daniel Verdú
Roma, El País
El presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, continúa sin encontrar la solución para el rompecabezas político salido de las elecciones del 4 de marzo. Tras el fracaso del posible acuerdo entre el centroderecha y el Movimiento 5 Estrellas (M5S), este lunes encargó al presidente de la Cámara de Diputados, Roberto Fico, que explore las posibilidades de éxito de un posible Ejecutivo entre los grillinos y el Partido Democratico (PD).
Mattarella amaneció con la jaqueca de un lunes de resaca electoral tras los comicios de Molise y la repetitiva perspectiva de otra complicada semana por delante para diseñar el encaje de los partidos en un posible Gobierno. De modo que, para evitar su particular déjà vu político, cambió de tercio radicalmente y abrió la partida a la izquierda. Roberto Fico, presidente de la Cámara de Diputados, uno de los exponentes más a la izquierda del Movimiento 5 Estrellas y rival de Luigi Di Maio en la contienda preelectoral, será el encargado esta vez de sondear las posibilidades reales de un acuerdo. Tiene tiempo hasta el jueves, cuando deberá volver a subir al Palacio del Quirinal y dar el parte de sus pesquisas.
Esta siempre ha sido la posibilidad preferida de Mattarella, que no terminaba de ver con buenos ojos la inclusión de Matteo Salvini, líder de La Liga, en un Ejecutivo, y la de los mercados, que priorizan cualquier escenario al de dos partidos antiestablishment formando Gobierno. Pero Matteo Renzi, violentamente enfrentado al M5S y a su líder, ha obstaculizado firmemente las negociaciones entre los grillinos y el partido del que fue secretario general hasta las elecciones. Ahora, su líder provisional, el ministro de Agricultura, Maurizio Martina, se aviene a mantener conversaciones “si terminan las ambigüedades del M5S y las dobles negociaciones con el PD y La Liga”.
Pero las ambigüedades, la posibilidad de negociar con ambos partidos y pescar votantes en dos caladeros situados en las antípodas ideológicas, son parte del ADN fundacional del M5S. Salvini lo sabe perfectamente y no se tomó a broma el cambio de tornas propuesto por Mattarella. Muy bien recibido, en cambio, por Di Maio. “Haré de todo para que no tenga lugar esta tomadura de pelo”, lanzó el líder del partido xenófobo y euroescéptico.
Pero el tiempo de La Liga empieza a terminarse. Especialmente si se empeña en mantenerse unida a Forza Italia —Berlusconi aseguró la semana pasada que la gente de M5S solo serviría para limpiar retretes en su empresa— con tal de priorizar la absorción de su electorado a la formación de un Gobierno. El domingo por la tarde, Mattarella estuvo esperando en balde alguna novedad de última hora procedente de La Liga para solucionar un problema que, tarde o temprano, puede dejarle también a él en mal lugar. De hecho, fuentes cercanas al Quirinal mostraban ya su irritación estos días por la falta de acuerdos y el tacticismo desplegado por el centroderecha y el M5S. “He esperado otros tres días para constatar eventuales novedades publicas, explícitas y significativas en los acuerdos de los partidos. Pero estas novedades no han aparecido”, subrayó Mattarella durante su conversación con Fico. Una situación hostil para el principal objetivo del presidente: evitar la repetición electoral que se celebraría el próximo otoño.