El Movimiento 5 Estrellas y el PD acercan posiciones para formar Gobierno
Las dos formaciones, que este jueves se mostraron optimistas sobre los avances, someterán la decisión final a votación entre su dirección y sus bases
Daniel Verdú
Roma, El País
El Movimiento 5 Estrellas (M5S) y el Partido Democrático (PD) liman asperezas y se acercan a un pacto de gobierno. Atrás quedan los insultos, los programas diseñados para abolir la obra del otro o las promesas preelectorales de no formar alianzas. Este jueves, sus líderes dieron cuenta de su buena sintonía, hablaron de “pasos importantes” y empezaron a traspasar a su militancia la responsabilidad de una decisión que desbloquearía Italia, pero dejaría en papel mojado ambos programas políticos y la credibilidad de tantas promesas. El M5S, asegura, ya está listo para consultarlo con sus bases.
Italia lleva 50 días discutiendo exóticos acuerdos para formar Gobierno entre partidos que se juraron odio eterno antes de las elecciones del 4 de marzo. El diagnóstico de Ennio Flaiano, guionista de La Dolce Vita, sigue vigente: “La situación política es grave, pero no seria”. Lo apunta también la la Bolsa de Milán que, pese a todo, el jueves alcanzó su máximo histórico desde julio 2015. Especialmente a partir de las 12.30, cuando el optimismo por un pacto entre el PD y el M5S empezó a aflorar. Un “acuerdo a la alemana” sobre puntos programáticos, lo llama el líder del M5S, Luigi di Maio. Pero ni él es Angela Merkel, ni el PD, triturado por sus luchas internas, tiene demasiadas similitudes con el SPD.
Roberto Fico, presidente de la Cámara de Diputados y verso suelto grillino con buenas amistades en el PD, tenía el encargo de Sergio Mattarella de encontrar puntos en común entre ambos partidos. Liquidada la posibilidad de hacerlo con el centroderecha, era la última oportunidad antes de una repetición electoral, amenazó el M5S a comienzos de semana. Pasados tres días y tras su último encuentro con el PD, Fico certificó las buenas sensaciones y concluyó su misión. “El diálogo está activado”. Maurizio Martina, líder provisional del PD alargó el optimismo y confirmó “pasos hacia delante del M5S”. “En particular, respecto a la petición que les hicimos: que cierren definitivamente las negociaciones con el centroderecha”. La dirección de la formación se reunirá el 3 de mayo para discutirlo.
Pero el PD es hoy un partido roto en varios pedazos. El peor resultado de su historia (no llegó al 19% de los votos), solo algunos meses después de una dolorosa escisión de su ala más a la izquierda, hizo emerger de nuevo todas las corrientes internas que apaciguadas en los siempre fáciles tiempos de gobierno. Sin embargo, y pese al caos en el que lleva 50 días instalado, todo sigue pasando por Matteo Renzi: último secretario general del PD, elegido con dos millones de votos y autor de la configuración de la lista de integrantes de las dos cámaras.
Renzi no solo tiene un ascendente fuerte con la militancia que le eligió —el miércoles organizó una demostración callejera preguntando por la calle si querían un acuerdo con el M5S y obteniendo una sonora negativa—, sino que el control de las cámaras le asegura la llave de cualquier Gobierno que requiere el voto del PD. Renzi guarda silencio absoluto. Pero fuentes de su entorno aseguran a EL PAÍS que sigue enrocado en la negativa a cualquier negociación con un partido que, entre otras cosas, dinamitó el referéndum constitucional que le costó el puesto el 4 de diciembre de 2016. Sin embargo, a medida que pasan las horas, se percibe una mayor apertura al diálogo. Especialmente si este parte del reconocimiento verbal y político de su labor como primer ministro.
El PD lo discutirá en su dirección y, probablemente, también consultará a sus bases. Un supuesto sentido de responsabilidad y el instinto de supervivencia —una repetición electoral podría enterrarles definitivamente y convertirles en la versión italiana del Pasok— sugieren que conviene firmar el acuerdo. “Pero es complicado explicarle a la militancia y a los votantes, a quienes se movilizó en parte para evitar que el M5S llegase al Gobierno, que sus votos serán quienes permitirán al fin a los grillinos llegar al Palazzo Chigi”, señala un diputado renziano. Tan difícil, por otro lado, como entender cómo se diseñará un contrato con una fuerza cuya principal bandera es la abolición de la reforma laboral y educativa que promovió el Ejecutivo de Matteo Renzi y que propone una renta ciudadana que no es tal y que el propio PD ya había diseñado.
Visto el avance, Di Maio estaba el jueves exultante. Incluso se permitió dirigirse a las bases del PD para pedirles un esfuerzo. “Entiendo a quien dice que nunca con el PD o nunca con el M5S. No se está hablando de negar las diferencias, que a veces son profundas. Estamos intentando razonar una lógica no de aclaración sino de respuesta a lo que esperan los ciudadanos”. Pero su problema, después de haber convertido al PD durante 5 años en el símbolo de la casta y la mala gestión, es ahora la capacidad de la militancia para digerir un acuerdo al más puro estilo democristiano. ¿Cómo piensa cambiar el país si gobierna con la fuerza que lo ha hecho en los últimos cuatro años? La solución, será la de siempre, dice Di Maio. “Nuestros inscritos valorarán si es oportuno”.
Daniel Verdú
Roma, El País
El Movimiento 5 Estrellas (M5S) y el Partido Democrático (PD) liman asperezas y se acercan a un pacto de gobierno. Atrás quedan los insultos, los programas diseñados para abolir la obra del otro o las promesas preelectorales de no formar alianzas. Este jueves, sus líderes dieron cuenta de su buena sintonía, hablaron de “pasos importantes” y empezaron a traspasar a su militancia la responsabilidad de una decisión que desbloquearía Italia, pero dejaría en papel mojado ambos programas políticos y la credibilidad de tantas promesas. El M5S, asegura, ya está listo para consultarlo con sus bases.
Italia lleva 50 días discutiendo exóticos acuerdos para formar Gobierno entre partidos que se juraron odio eterno antes de las elecciones del 4 de marzo. El diagnóstico de Ennio Flaiano, guionista de La Dolce Vita, sigue vigente: “La situación política es grave, pero no seria”. Lo apunta también la la Bolsa de Milán que, pese a todo, el jueves alcanzó su máximo histórico desde julio 2015. Especialmente a partir de las 12.30, cuando el optimismo por un pacto entre el PD y el M5S empezó a aflorar. Un “acuerdo a la alemana” sobre puntos programáticos, lo llama el líder del M5S, Luigi di Maio. Pero ni él es Angela Merkel, ni el PD, triturado por sus luchas internas, tiene demasiadas similitudes con el SPD.
Roberto Fico, presidente de la Cámara de Diputados y verso suelto grillino con buenas amistades en el PD, tenía el encargo de Sergio Mattarella de encontrar puntos en común entre ambos partidos. Liquidada la posibilidad de hacerlo con el centroderecha, era la última oportunidad antes de una repetición electoral, amenazó el M5S a comienzos de semana. Pasados tres días y tras su último encuentro con el PD, Fico certificó las buenas sensaciones y concluyó su misión. “El diálogo está activado”. Maurizio Martina, líder provisional del PD alargó el optimismo y confirmó “pasos hacia delante del M5S”. “En particular, respecto a la petición que les hicimos: que cierren definitivamente las negociaciones con el centroderecha”. La dirección de la formación se reunirá el 3 de mayo para discutirlo.
Pero el PD es hoy un partido roto en varios pedazos. El peor resultado de su historia (no llegó al 19% de los votos), solo algunos meses después de una dolorosa escisión de su ala más a la izquierda, hizo emerger de nuevo todas las corrientes internas que apaciguadas en los siempre fáciles tiempos de gobierno. Sin embargo, y pese al caos en el que lleva 50 días instalado, todo sigue pasando por Matteo Renzi: último secretario general del PD, elegido con dos millones de votos y autor de la configuración de la lista de integrantes de las dos cámaras.
Renzi no solo tiene un ascendente fuerte con la militancia que le eligió —el miércoles organizó una demostración callejera preguntando por la calle si querían un acuerdo con el M5S y obteniendo una sonora negativa—, sino que el control de las cámaras le asegura la llave de cualquier Gobierno que requiere el voto del PD. Renzi guarda silencio absoluto. Pero fuentes de su entorno aseguran a EL PAÍS que sigue enrocado en la negativa a cualquier negociación con un partido que, entre otras cosas, dinamitó el referéndum constitucional que le costó el puesto el 4 de diciembre de 2016. Sin embargo, a medida que pasan las horas, se percibe una mayor apertura al diálogo. Especialmente si este parte del reconocimiento verbal y político de su labor como primer ministro.
El PD lo discutirá en su dirección y, probablemente, también consultará a sus bases. Un supuesto sentido de responsabilidad y el instinto de supervivencia —una repetición electoral podría enterrarles definitivamente y convertirles en la versión italiana del Pasok— sugieren que conviene firmar el acuerdo. “Pero es complicado explicarle a la militancia y a los votantes, a quienes se movilizó en parte para evitar que el M5S llegase al Gobierno, que sus votos serán quienes permitirán al fin a los grillinos llegar al Palazzo Chigi”, señala un diputado renziano. Tan difícil, por otro lado, como entender cómo se diseñará un contrato con una fuerza cuya principal bandera es la abolición de la reforma laboral y educativa que promovió el Ejecutivo de Matteo Renzi y que propone una renta ciudadana que no es tal y que el propio PD ya había diseñado.
Visto el avance, Di Maio estaba el jueves exultante. Incluso se permitió dirigirse a las bases del PD para pedirles un esfuerzo. “Entiendo a quien dice que nunca con el PD o nunca con el M5S. No se está hablando de negar las diferencias, que a veces son profundas. Estamos intentando razonar una lógica no de aclaración sino de respuesta a lo que esperan los ciudadanos”. Pero su problema, después de haber convertido al PD durante 5 años en el símbolo de la casta y la mala gestión, es ahora la capacidad de la militancia para digerir un acuerdo al más puro estilo democristiano. ¿Cómo piensa cambiar el país si gobierna con la fuerza que lo ha hecho en los últimos cuatro años? La solución, será la de siempre, dice Di Maio. “Nuestros inscritos valorarán si es oportuno”.