Cómo Chile pasó a ser el "imán de inmigrantes" en Latinoamérica
El semanario británico The Economist destaca que la prosperidad económica ha obligado al país sudamericano a adaptarse a una ola de ciudadanos de otros países
Infobae
Las cifras hablan por sí mismas. De 2007 a 2015, el número de inmigrantes que reside en Chile aumentó en un 143% con una suba de 465.000 personas o lo que representa a nivel global el 2.7% de la población. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el incremento registrado es el tercero más importante entre los 35 países miembros que componen al grupo.
Entre quienes componen la mayoría de esos inmigrantes se encuentran argentinos, bolivianos, colombianos y peruanos, quienes conforman alrededor de dos tercios de los llegados a Chile en dicho período. Pero existe una minoría en ascenso que, debido a las condiciones socio-económicas que ahogan a Venezuela, han convertido al país bajo el régimen de Nicolás Maduro en el emisor del mayor número de inmigrantes llegados al país cordillerano en 2017, seguidos de cerca por los haitianos.
Cifras no oficiales estiman que hoy viven en Chile un millón de extranjeros, un tercio de ellos de forma indocumentada. Según consigna el semanario The Economist, el país al mando de Sebastián Piñera necesita de esos nuevos habitantes para poder crecer, sobre todo si se tiene en cuenta que las tasas de natalidad se muestran a al baja, su población está envejeciendo y el nivel de desempleo es realtivamente bajo.
Pero el artículo también señala que, debido a la falta de diversidad en su población y a los desafíos culturales que presenta su ubicación geográfica, Chile hoy tiene que lidiar con una ola de inmigrantes para la que su sistema no está preparado a enfrentar, lo que directamente a provocad una reacción mayormente negativa a los recién llegados.
Según una encuesta llevada adelante por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), a pesar de tener índices de inmigración menores a los de otros países, el 68% de los chilenos quiere reducirlos. Alrededor del 50% de los chilenos considera que los extranjeros les quitan el trabajo.
El presidente Piñera ha declarado que Chile "está abierto a la inmigración" algo a lo que le da la bienvenida, pero a la vez ha compartido que implementará una estrategia para limitarla y que sea llevada adelante de forma controlada. La nación sudamericana tiene una escasez de trabajadores en las áreas de salud, tecnología y agricultura, por lo que necesita de mano de obra calificada como no calificada.
El mayor nivel de hostilidad lo sufren los haitianos, con casi 100.000 nacionales llegados sólo en 2017 luego de que Brasil les comenzara a cerrar sus puertas. La mayoría no habla español y suelen ser de la raza negra, sin estudios y provenientes de un trasfondo cultural donde reina la más absoluta pobreza. Los inmigrantes del país caribeño suelen ser víctimas de ataques e insultos, además de tener que trabajar en las peores condiciones.
Los colombianos tampoco suelen ser bien recibidos dado que, según consigna The Economist, suelen ser asociados con el estigma del narcotráfico. Los venezolanos por su parte, cuentan con la fortuna de ser vistos por los chilenos como personas con buen nivel de educación, lo que los ayuda a integrarse de forma más rápida.
Mariangela, una maestra de primaria recién llegada de Venezuela a CHile junto a su marido y dos hijos, vive junto a otros 48 inmigrantes en su mayoría compatriotas, en un refugio administrado por la iglesia evangélica de Puente Alto, en un distrito de bajos recursos en las afuera de Santiago.
"Había escuchado que los chilenos eran esnobs, pero hasta ahora solo me han tratado con amabilidad" dijo la maestra entrevistada por The Economist. A pesar de vivir en condiciones modestas, Mariangela consiguió trabajo y logró inscribir a sus hijos en una escuela y guardería que no le cobran absolutamente nada.
El nuevo plan de Piñera premiará a aquellos inmigrantes que sigan las leyes vigentes e intentará limitar la llegada de aquellos que no lo hagan. El pasado 9 de abril el mandatario anunció que aquellos extranjeros que hayan ingresado como turistas no podrán pedir visas de trabajo temporales una vez dentro del país. En su lugar tendrán que hacerlo a través de una visa de "nuevas oportunidades" fuera de Chile, que priorizará a aquellos con educación y las habilidades más buscadas.
Quienes realicen su aplicación de forma exitosa obtendrán un número de identidad que les permitirá abrir cuentas bancarias, firmar contratos de alquiler o compra de propiedades, y tener acceso al sistema de salud y educación público.
Los venezolanos por su parte, podrán aplicar a visas de "responsabilidad democrática" considerando la "grave crisis democrática" que atraviesa su país, a su vez concebida en reciprocidad al haberle abierto la puerta a miles de chilenos en la década del 70 al 80 durante los años de la dictadura militar.
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Las cifras hablan por sí mismas. De 2007 a 2015, el número de inmigrantes que reside en Chile aumentó en un 143% con una suba de 465.000 personas o lo que representa a nivel global el 2.7% de la población. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el incremento registrado es el tercero más importante entre los 35 países miembros que componen al grupo.
Entre quienes componen la mayoría de esos inmigrantes se encuentran argentinos, bolivianos, colombianos y peruanos, quienes conforman alrededor de dos tercios de los llegados a Chile en dicho período. Pero existe una minoría en ascenso que, debido a las condiciones socio-económicas que ahogan a Venezuela, han convertido al país bajo el régimen de Nicolás Maduro en el emisor del mayor número de inmigrantes llegados al país cordillerano en 2017, seguidos de cerca por los haitianos.
Cifras no oficiales estiman que hoy viven en Chile un millón de extranjeros, un tercio de ellos de forma indocumentada. Según consigna el semanario The Economist, el país al mando de Sebastián Piñera necesita de esos nuevos habitantes para poder crecer, sobre todo si se tiene en cuenta que las tasas de natalidad se muestran a al baja, su población está envejeciendo y el nivel de desempleo es realtivamente bajo.
Pero el artículo también señala que, debido a la falta de diversidad en su población y a los desafíos culturales que presenta su ubicación geográfica, Chile hoy tiene que lidiar con una ola de inmigrantes para la que su sistema no está preparado a enfrentar, lo que directamente a provocad una reacción mayormente negativa a los recién llegados.
Según una encuesta llevada adelante por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), a pesar de tener índices de inmigración menores a los de otros países, el 68% de los chilenos quiere reducirlos. Alrededor del 50% de los chilenos considera que los extranjeros les quitan el trabajo.
El presidente Piñera ha declarado que Chile "está abierto a la inmigración" algo a lo que le da la bienvenida, pero a la vez ha compartido que implementará una estrategia para limitarla y que sea llevada adelante de forma controlada. La nación sudamericana tiene una escasez de trabajadores en las áreas de salud, tecnología y agricultura, por lo que necesita de mano de obra calificada como no calificada.
El mayor nivel de hostilidad lo sufren los haitianos, con casi 100.000 nacionales llegados sólo en 2017 luego de que Brasil les comenzara a cerrar sus puertas. La mayoría no habla español y suelen ser de la raza negra, sin estudios y provenientes de un trasfondo cultural donde reina la más absoluta pobreza. Los inmigrantes del país caribeño suelen ser víctimas de ataques e insultos, además de tener que trabajar en las peores condiciones.
Los colombianos tampoco suelen ser bien recibidos dado que, según consigna The Economist, suelen ser asociados con el estigma del narcotráfico. Los venezolanos por su parte, cuentan con la fortuna de ser vistos por los chilenos como personas con buen nivel de educación, lo que los ayuda a integrarse de forma más rápida.
Mariangela, una maestra de primaria recién llegada de Venezuela a CHile junto a su marido y dos hijos, vive junto a otros 48 inmigrantes en su mayoría compatriotas, en un refugio administrado por la iglesia evangélica de Puente Alto, en un distrito de bajos recursos en las afuera de Santiago.
"Había escuchado que los chilenos eran esnobs, pero hasta ahora solo me han tratado con amabilidad" dijo la maestra entrevistada por The Economist. A pesar de vivir en condiciones modestas, Mariangela consiguió trabajo y logró inscribir a sus hijos en una escuela y guardería que no le cobran absolutamente nada.
El nuevo plan de Piñera premiará a aquellos inmigrantes que sigan las leyes vigentes e intentará limitar la llegada de aquellos que no lo hagan. El pasado 9 de abril el mandatario anunció que aquellos extranjeros que hayan ingresado como turistas no podrán pedir visas de trabajo temporales una vez dentro del país. En su lugar tendrán que hacerlo a través de una visa de "nuevas oportunidades" fuera de Chile, que priorizará a aquellos con educación y las habilidades más buscadas.
Quienes realicen su aplicación de forma exitosa obtendrán un número de identidad que les permitirá abrir cuentas bancarias, firmar contratos de alquiler o compra de propiedades, y tener acceso al sistema de salud y educación público.
Los venezolanos por su parte, podrán aplicar a visas de "responsabilidad democrática" considerando la "grave crisis democrática" que atraviesa su país, a su vez concebida en reciprocidad al haberle abierto la puerta a miles de chilenos en la década del 70 al 80 durante los años de la dictadura militar.