Trump ‘mata’ al padre de un sindicalista al anunciar el arancel al acero y al aluminio

El operario corrige al presidente estadounidense durante una puesta en escena caótica en la Casa Blanca: "Él sigue vivo"

Sandro Pozzi
Nueva York, El País
Donald Trump es el presidente de Estados Unidos, el hombre más poderoso del mundo, y tiene licencia para decir lo que quiera, como quiera y cuando quiera. Suelta los comentarios en público tal y como le vienen a la cabeza, sin un discurso preparado. Este jueves, el republicano convocó a un grupo de operarios del sector del acero y del aluminio para escenificar el anuncio del arancel a las importaciones de estos dos metales. Pero al vender la medida proteccionista cometió el error de dar por muerto al padre de uno de los invitados.


¿Tu padre es Herman?, pregunta al representante del sindicato United Steel Workes mientras le choca con fuerza la mano.

“Herman, señor. Sí, señor”, responde Scott Sauritch emocionado al Comandante en jefe mientras se retira del podio.

“Bien, pues tu padre está mirando desde el cielo y está muy orgulloso de ti”, afirma el presidente.

“Bueno, él sigue vivo”, le aclara, mientras se escuchan las carcajadas de los presentes en el evento en la Casa Blanca.

“¿Lo está? Pues entonces está aún más orgulloso”, afirma Trump en un intento de salir airoso de la situación.

El sindicalista había comentado antes del entuerto que su padre perdió su empleo por las importaciones que estaban llegando al país. “Lo que hizo a un hombre con seis hijos es devastador”, comentó en el salón dedicado al presidente Roosevelt, “nunca lo olvido”. Por eso dijo que como representante de los trabajadores del acero en Pensilvania, nunca va a permitir que lo que vivió le pase a otra familia.

“Esto ha sido un asalto a nuestro país”, repitió Trump antes de firmar la doble proclamación por la que se impondrá en 15 días un arancel temporal del 25% al acero y del 10% al aluminio extranjero. “Tenemos que hacer algo” para corregir el déficit comercial, se justificó el presidente dirigiéndose a la prensa. Tras hablar Sauritch, cedió el podio a otro empleado para que relatara su historia.

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