Qué pretende Vladimir Putin y hasta dónde puede escalar la crisis con Reino Unido y Occidente
El envenenamiento con un agente nervioso de un ex espía radicado en Londres desató un conflicto diplomático de primer nivel entre el Kremlin y Downing Street. Claves para entender cómo puede evolucionar una relación que es cada vez más tirante
Darío Mizrahi
dmizrahi@infobae.com
El conflicto escaló a una velocidad inusitada. Pasaron sólo tres semanas desde que el ex doble agente ruso Sergei Skripal, de 66 años, apareció moribundo en el banco de una plaza en Salisbury, Reino Unido, junto a su hija Yulia, de 33 años. Ambos continúan internados, peleando por su vida.
Skripal estaba radicado en el país desde 2010, tras salir de la cárcel en la que pasó sus últimos 13 años en Rusia. Había sido condenado por entregar información a los servicios de inteligencia británicos, siendo espía del Kremlin. Su liberación fue posible gracias a un intercambio de agentes.
Era evidente que él y su hija habían sido envenenados, lo que automáticamente hacía sospechar de Moscú. Pero las suposiciones se convirtieron en acusaciones cuando los estudios toxicológicos descubrieron que ambos tenían rastros de novichok, un poderoso agente nervioso desarrollado en los 70 por la Unión Soviética.
Previsiblemente, el gobierno de Vladimir Putin no se hizo cargo y manifestó su repudio ante los señalamientos. La respuesta enfureció a la primera ministra Theresa May. El 14 de marzo, diez días después del envenenamiento, decidió expulsar a 23 diplomáticos rusos y suspender todos los contactos de alto nivel entre los dos países. Después sugirió tener listas medidas aún más duras en caso de que el Kremlin continúe con las "provocaciones".
Para entender por qué Downing Street resolvió atacar de esa manera no se puede tomar el caso Skripal como un evento aislado, por más que un atentado con armas químicas en su propio territorio no pueda ser subestimado. La clave es que no es la primera vez que Rusia aparece como principal sospechoso de un acto así. El antecedente más grave —aunque no el único— es el de Alexander Litvinenko, otro espía ruso que murió en 2006, envenenado con polonio-210.
Putin insistió en que las acusaciones eran infundadas y reaccionó con la misma moneda. El 17 de marzo le comunicó a 23 diplomáticos británicos que debían abandonar el país, y anunció el cierre del consulado del Reino Unido en San Petersburgo.
La pregunta es por qué el Kremlin podría estar interesado en envenenar a un ex espía en suelo británico, dejando un rastro tan obvio
Pero Londres no está sólo en esta disputa. Inquietos ante los movimientos expansionistas de Moscú, que comenzaron con la anexión de Crimea en 2014, y que siguieron con la interferencia en las elecciones norteamericanas de 2016, Francia, Alemania y Estados Unidos se unieron para condenar a Rusia. En un comunicado conjunto, apoyaron al gobierno de May, exigieron explicaciones a Putin y sostuvieron que su intervención es la única explicación posible de lo que ocurrió con Skripal.
"El Artículo 9 de la Convención sobre Armas Químicas especifica qué pasos hay que tomar ante un caso así. El hecho de que las regulaciones internacionales hayan sido pasadas por alto para hacer una acalorada acusación contra el gobierno ruso es indicativo de lo heladas que estaban las relaciones entre Reino Unido y Rusia antes de este incidente. El vínculo está en un nivel históricamente bajo", dijo a Infobae Moritz Pieper, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Salford, Mánchester.
Es posible que durante las próximas semanas —quizás meses— la crisis se calme y no se produzcan nuevos cruces. Pero los eventos de los últimos años dejan en claro que la idea de una relación amena entre Rusia y Occidente es una utopía. Decir que una nueva Guerra Fría está en puerta sería exagerado e incorrecto por las diferencias entre un momento histórico y otro. Pero el conflicto entre estos "mundos" —que ya no son sólo dos como en el siglo XX— llegó para quedarse.
Los enigmáticos objetivos de Moscú
"Desde hace cuatro o cinco años, el liderazgo ruso decidió que Occidente le declaró de facto la guerra a Rusia. Sería un nuevo tipo de contienda, asociada a las revoluciones de colores y a la propaganda", dijo a Infobae Roger E. Kanet, profesor del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad de Miami. "En ese contexto, intenta eliminar a cualquier ciudadano ruso que haya trabajado como espía para Occidente. Supongo que hay una orden permanente de matar a esos espías cada vez que sea posible. Sin embargo, es un misterio por qué lo hicieron tan abiertamente".
La facilidad con la que los investigadores británicos detectaron el tóxico que se utilizó para envenenar a Skripal genera dudas en muchos analistas. Que se haya utilizado una sustancia como el novichok, de tan difícil acceso fuera de Rusia, hace pensar que los autores del atentado, respondieran o no a las órdenes de Putin, querían que éste luciera como el responsable.
Moscú intenta eliminar a cualquier ciudadano ruso que haya trabajado como espía para Occidente
"La pregunta es por qué el Kremlin podría estar interesado en envenenar a un ex espía en suelo británico, dejando un rastro tan obvio —dijo Pieper—. Putin dijo después de su reelección que las acusaciones no tenían sentido. Es cierto que, a nivel doméstico, el caso lo ayudó antes de los comicios. Cualquier estigmatización adicional de Occidente refuerza una mentalidad de asedio que incrementa su apoyo interno".
No obstante, el argumento de la búsqueda de legitimidad interna ante la amenaza externa también es aplicable a May, que nunca se recuperó del golpe que sufrió en las elecciones del año pasado. Mostrarse dura con Rusia la ayuda a recuperar algo de iniciativa política.
"Por un lado, Skripal estaba en Reino Unido por un intercambio oficial de espías. Dañar ese acuerdo podría impedir que se alcancen otros similares en el futuro, lo que hace poco probable que el Kremlin haya estado involucrado. Además, Skripal ya se había retirado hacía tiempo de sus actividades con el MI6. Por otro lado, Putin podía estar interesado en cultivar el nacionalismo en la previa de las elecciones, y mandar un mensaje de advertencia a otros agentes rusos", explicó Catherine Owen, profesora del Departamento de Política de la Universidad de Exeter, consultada por Infobae.
Al margen de las dudas que despierta el caso Skripal, para Daniel S. Hamilton, director ejecutivo del Centro para las Relaciones Transatlánticas de la Universidad Johns Hopkins, de Baltimore, "Putin ha demostrado que es despiadado ante la posibilidad de que aquellos que tienen conocimiento interno de las tácticas del Kremlin puedan compartir esa información con otros". "Adicionalmente —dijo a Infobae— cree que tiene poco para perder en su relación con el Reino Unido, que después del Brexit está contribuyendo a su objetivo de debilitar a la Unión Europea y a Occidente".
Lo que habría que preguntarse es, si no fueron el Kremlin ni los servicios de inteligencia rusos los que estuvieron detrás del ataque al doble agente, ¿quién pudo haber sido?
"El Reino Unido es el cielo para las elites oligárquicas rusas —dijo Owen—. Las facciones y las rivalidades que hay entre ellas son profundas y complejas. El control estatal sobre sustancias nocivas, así como sobre las armas, se vio severamente comprometido durante el colapso de la Unión Soviética. Es posible que el novichok haya caído en las manos equivocadas. Por eso es importante mantener la mente abierta sobre la culpabilidad, al menos mientras no se haya recabado toda la evidencia".
El futuro de la relación entre Rusia y Occidente
Richard Weitz, director del Centro de Análisis Políticomilitar del Instituto Hudson, con sede en Washington DC, consideró que, en el mediano plazo, lo ocurrido en estas semanas no necesariamente va a empeorar el vínculo entre Moscú y Londres. "No veo que el intento de asesinato haya estado dirigido contra el Reino Unido, así que los objetivos rusos van a seguir siendo los mismos, debilitar los lazos británicos con otras democracias occidentales, apoyar a grupos de izquierda y de derecha, y potenciar las tensiones internas", afirmó en diálogo con Infobae.
De todos modos, cuesta imaginar que las sanciones diplomáticas recíprocas no vayan a tener ninguna consecuencia. Es cierto que las relaciones bilaterales ya eran malas. Pero todo indica que ahora serán aún peores.
"La respuesta de May fue apropiada, aunque va a dificultar todavía más los vínculos entre los dos países, lo cual es malo. Pero si no había una respuesta seria, los rusos no tendrían ningún incentivo para cambiar su comportamiento", afirmó Kanet. Para el analista la tensión podría llegar incluso a una ruptura total de las relaciones.
Una escalada de tensiones diplomáticas entre el Reino Unido y Rusia no le interesa a ningún gobierno europeo
Lo que puede evitar que la grieta se ensanche es que en el medio hay muchos países que podrían verse perjudicados si se llegara a una situación límite. Si algunos estuvieran dispuestos a actuar como mediadores, la crisis podría atenuarse.
"Una escalada de tensiones diplomáticas entre el Reino Unido y Rusia no le interesa a ningún gobierno europeo, más allá de la manifestación pública de solidaridad de muchos. Dependerá de May y de Putin que haya una cooperación en el marco de organismos como la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, que podrían contribuir a desescalar las tensiones", dijo Pieper.
Owen sostuvo que gran parte de lo que pase depende de lo que decida hacer el gobierno británico hacia adelante. Eso es positivo, porque no estaría en condiciones de afrontar un conflicto más grave con el Kremlin. "May quiere que la vean como una líder que adopta una postura fuerte ante la presunta violación rusa. Pero el Reino Unido está muy ocupado con las negociaciones del Brexit y puede que no tenga la capacidad de involucrarse en una contienda significativa con Rusia", concluyó.
Darío Mizrahi
dmizrahi@infobae.com
El conflicto escaló a una velocidad inusitada. Pasaron sólo tres semanas desde que el ex doble agente ruso Sergei Skripal, de 66 años, apareció moribundo en el banco de una plaza en Salisbury, Reino Unido, junto a su hija Yulia, de 33 años. Ambos continúan internados, peleando por su vida.
Skripal estaba radicado en el país desde 2010, tras salir de la cárcel en la que pasó sus últimos 13 años en Rusia. Había sido condenado por entregar información a los servicios de inteligencia británicos, siendo espía del Kremlin. Su liberación fue posible gracias a un intercambio de agentes.
Era evidente que él y su hija habían sido envenenados, lo que automáticamente hacía sospechar de Moscú. Pero las suposiciones se convirtieron en acusaciones cuando los estudios toxicológicos descubrieron que ambos tenían rastros de novichok, un poderoso agente nervioso desarrollado en los 70 por la Unión Soviética.
Previsiblemente, el gobierno de Vladimir Putin no se hizo cargo y manifestó su repudio ante los señalamientos. La respuesta enfureció a la primera ministra Theresa May. El 14 de marzo, diez días después del envenenamiento, decidió expulsar a 23 diplomáticos rusos y suspender todos los contactos de alto nivel entre los dos países. Después sugirió tener listas medidas aún más duras en caso de que el Kremlin continúe con las "provocaciones".
Para entender por qué Downing Street resolvió atacar de esa manera no se puede tomar el caso Skripal como un evento aislado, por más que un atentado con armas químicas en su propio territorio no pueda ser subestimado. La clave es que no es la primera vez que Rusia aparece como principal sospechoso de un acto así. El antecedente más grave —aunque no el único— es el de Alexander Litvinenko, otro espía ruso que murió en 2006, envenenado con polonio-210.
Putin insistió en que las acusaciones eran infundadas y reaccionó con la misma moneda. El 17 de marzo le comunicó a 23 diplomáticos británicos que debían abandonar el país, y anunció el cierre del consulado del Reino Unido en San Petersburgo.
La pregunta es por qué el Kremlin podría estar interesado en envenenar a un ex espía en suelo británico, dejando un rastro tan obvio
Pero Londres no está sólo en esta disputa. Inquietos ante los movimientos expansionistas de Moscú, que comenzaron con la anexión de Crimea en 2014, y que siguieron con la interferencia en las elecciones norteamericanas de 2016, Francia, Alemania y Estados Unidos se unieron para condenar a Rusia. En un comunicado conjunto, apoyaron al gobierno de May, exigieron explicaciones a Putin y sostuvieron que su intervención es la única explicación posible de lo que ocurrió con Skripal.
"El Artículo 9 de la Convención sobre Armas Químicas especifica qué pasos hay que tomar ante un caso así. El hecho de que las regulaciones internacionales hayan sido pasadas por alto para hacer una acalorada acusación contra el gobierno ruso es indicativo de lo heladas que estaban las relaciones entre Reino Unido y Rusia antes de este incidente. El vínculo está en un nivel históricamente bajo", dijo a Infobae Moritz Pieper, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Salford, Mánchester.
Es posible que durante las próximas semanas —quizás meses— la crisis se calme y no se produzcan nuevos cruces. Pero los eventos de los últimos años dejan en claro que la idea de una relación amena entre Rusia y Occidente es una utopía. Decir que una nueva Guerra Fría está en puerta sería exagerado e incorrecto por las diferencias entre un momento histórico y otro. Pero el conflicto entre estos "mundos" —que ya no son sólo dos como en el siglo XX— llegó para quedarse.
Los enigmáticos objetivos de Moscú
"Desde hace cuatro o cinco años, el liderazgo ruso decidió que Occidente le declaró de facto la guerra a Rusia. Sería un nuevo tipo de contienda, asociada a las revoluciones de colores y a la propaganda", dijo a Infobae Roger E. Kanet, profesor del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad de Miami. "En ese contexto, intenta eliminar a cualquier ciudadano ruso que haya trabajado como espía para Occidente. Supongo que hay una orden permanente de matar a esos espías cada vez que sea posible. Sin embargo, es un misterio por qué lo hicieron tan abiertamente".
La facilidad con la que los investigadores británicos detectaron el tóxico que se utilizó para envenenar a Skripal genera dudas en muchos analistas. Que se haya utilizado una sustancia como el novichok, de tan difícil acceso fuera de Rusia, hace pensar que los autores del atentado, respondieran o no a las órdenes de Putin, querían que éste luciera como el responsable.
Moscú intenta eliminar a cualquier ciudadano ruso que haya trabajado como espía para Occidente
"La pregunta es por qué el Kremlin podría estar interesado en envenenar a un ex espía en suelo británico, dejando un rastro tan obvio —dijo Pieper—. Putin dijo después de su reelección que las acusaciones no tenían sentido. Es cierto que, a nivel doméstico, el caso lo ayudó antes de los comicios. Cualquier estigmatización adicional de Occidente refuerza una mentalidad de asedio que incrementa su apoyo interno".
No obstante, el argumento de la búsqueda de legitimidad interna ante la amenaza externa también es aplicable a May, que nunca se recuperó del golpe que sufrió en las elecciones del año pasado. Mostrarse dura con Rusia la ayuda a recuperar algo de iniciativa política.
"Por un lado, Skripal estaba en Reino Unido por un intercambio oficial de espías. Dañar ese acuerdo podría impedir que se alcancen otros similares en el futuro, lo que hace poco probable que el Kremlin haya estado involucrado. Además, Skripal ya se había retirado hacía tiempo de sus actividades con el MI6. Por otro lado, Putin podía estar interesado en cultivar el nacionalismo en la previa de las elecciones, y mandar un mensaje de advertencia a otros agentes rusos", explicó Catherine Owen, profesora del Departamento de Política de la Universidad de Exeter, consultada por Infobae.
Al margen de las dudas que despierta el caso Skripal, para Daniel S. Hamilton, director ejecutivo del Centro para las Relaciones Transatlánticas de la Universidad Johns Hopkins, de Baltimore, "Putin ha demostrado que es despiadado ante la posibilidad de que aquellos que tienen conocimiento interno de las tácticas del Kremlin puedan compartir esa información con otros". "Adicionalmente —dijo a Infobae— cree que tiene poco para perder en su relación con el Reino Unido, que después del Brexit está contribuyendo a su objetivo de debilitar a la Unión Europea y a Occidente".
Lo que habría que preguntarse es, si no fueron el Kremlin ni los servicios de inteligencia rusos los que estuvieron detrás del ataque al doble agente, ¿quién pudo haber sido?
"El Reino Unido es el cielo para las elites oligárquicas rusas —dijo Owen—. Las facciones y las rivalidades que hay entre ellas son profundas y complejas. El control estatal sobre sustancias nocivas, así como sobre las armas, se vio severamente comprometido durante el colapso de la Unión Soviética. Es posible que el novichok haya caído en las manos equivocadas. Por eso es importante mantener la mente abierta sobre la culpabilidad, al menos mientras no se haya recabado toda la evidencia".
El futuro de la relación entre Rusia y Occidente
Richard Weitz, director del Centro de Análisis Políticomilitar del Instituto Hudson, con sede en Washington DC, consideró que, en el mediano plazo, lo ocurrido en estas semanas no necesariamente va a empeorar el vínculo entre Moscú y Londres. "No veo que el intento de asesinato haya estado dirigido contra el Reino Unido, así que los objetivos rusos van a seguir siendo los mismos, debilitar los lazos británicos con otras democracias occidentales, apoyar a grupos de izquierda y de derecha, y potenciar las tensiones internas", afirmó en diálogo con Infobae.
De todos modos, cuesta imaginar que las sanciones diplomáticas recíprocas no vayan a tener ninguna consecuencia. Es cierto que las relaciones bilaterales ya eran malas. Pero todo indica que ahora serán aún peores.
"La respuesta de May fue apropiada, aunque va a dificultar todavía más los vínculos entre los dos países, lo cual es malo. Pero si no había una respuesta seria, los rusos no tendrían ningún incentivo para cambiar su comportamiento", afirmó Kanet. Para el analista la tensión podría llegar incluso a una ruptura total de las relaciones.
Una escalada de tensiones diplomáticas entre el Reino Unido y Rusia no le interesa a ningún gobierno europeo
Lo que puede evitar que la grieta se ensanche es que en el medio hay muchos países que podrían verse perjudicados si se llegara a una situación límite. Si algunos estuvieran dispuestos a actuar como mediadores, la crisis podría atenuarse.
"Una escalada de tensiones diplomáticas entre el Reino Unido y Rusia no le interesa a ningún gobierno europeo, más allá de la manifestación pública de solidaridad de muchos. Dependerá de May y de Putin que haya una cooperación en el marco de organismos como la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, que podrían contribuir a desescalar las tensiones", dijo Pieper.
Owen sostuvo que gran parte de lo que pase depende de lo que decida hacer el gobierno británico hacia adelante. Eso es positivo, porque no estaría en condiciones de afrontar un conflicto más grave con el Kremlin. "May quiere que la vean como una líder que adopta una postura fuerte ante la presunta violación rusa. Pero el Reino Unido está muy ocupado con las negociaciones del Brexit y puede que no tenga la capacidad de involucrarse en una contienda significativa con Rusia", concluyó.