Puigdemont podrá comunicarse por Skype desde la cárcel

Su celda mide ocho metros cuadrados y dispone de una televisión y un escritorio

Ana Carbajosa
Berlín, El País
Una celda corriente para un preso muy inusual. Desde el pasado domingo, el expresidente catalán, Carles Puigdemont, se encuentra encerrado en la cárcel de Neumünster, en el norte de Alemania, donde podría permanecer varias semanas, mientras se tramita su posible entrega a España. Allí recibió ayer la visita de su abogado y allí vivirá a partir de ahora sometido al régimen carcelario de Neumüster, con visitas y comunicaciones restringidas, pero también con la oportunidad de aprender nuevos oficios.


“El señor Puigdemont se encuentra bien teniendo en cuenta las circunstancias y coopera en todo momento. Come, bebe y participa de la vida institucional”, explica un portavoz del ministerio de Justicia regional. Detalla también que el expresidente se encuentra en una celda corriente del centro de detención, como la del resto de internos.

La celda de Puigdemont mide entre siete y nueve metros cuadrados y tiene una cama, un escritorio, un armario, una televisión, un retrete y un lavabo. Su dependencia se encuentra en el módulo de los presos que están a espera de juicio. Como el resto de los internos, puede llamar por teléfono, pero no puede ser llamado. No tiene acceso a Internet, pero sí existe la posibilidad de conectarse por Skype con la mediación de un funcionario, explican las mismas fuentes.

Si quiere recibir visitas, debe solicitarlo. En ese caso, el visitante recibe un certificado. Cada detenido a espera de juicio tiene derecho a dos horas de visitas al mes, que excluyen las de los abogados, sometidas a otras limitaciones.

La de Neumünster es una cárcel construida en 1901, pero completamente renovada. Por fuera, es un bonito edificio de ladrillo rojo, que hasta que uno no se acerca y ve los alambres del espino, bien podría parecer un edificio oficial como cualquier otro del norte de Alemania.

A las puertas de la prisión atendió ayer su abogado, Jaume Alonso-Cuevillas a los periodistas y dijo que el estado físico y psíquico de Puigdemont es “excelente” y que “no desfallecerá y que seguirá defendiendo sus ideales”. Transmitió también que el ex presidente pidió “unidad para el soberanismo”.

La prisión se encuentra a unos 65 kilómetros de Hamburgo, en una pequeña ciudad, cuya tranquilidad se ha visto truncada por la llegada de Puigdemont. La nube de periodistas que acompaña al ex presidente de la Generalitat allá donde vaya ha despertado la curiosidad de los internos y también de los empleados de la prisión, que aprovechan el cambio de turno para fotografiar a los periodistas apostados a las puertas de la cárcel y recordar así el extraordinario momento que vive estos días la gélida Neumünster.

La cárcel cuenta con 571 plazas, que incluyen 22 de régimen abierto y 20 para enfermos psiquiátricos, según la información oficial del centro. Hay un módulo también para menores.

Un folleto informativo de la cárcel fechado en junio de 2017, explica que ofrecen cursos de graduado escolar, de alemán como segunda lengua y también de formación profesional. Hay también una carpintería y una herrería, donde los internos fabrican muebles que luego venden. La panadería es otro de los talleres estrella del centro.

Las cifras del año pasado indican que 10% de los internos había sido condenado por delitos sexuales, el 11% por drogas y el 19% por agresiones físicas. También que el 28% son extranjeros y el resto alemanes. La cárcel de Neumünster tiene además una cuenta de banco, donde se pueden hacer ingresos, que luego se transferirán a la cuenta interno de cada preso.

Un total de 256 empleados - incluidos curas, pedagogos y personal administrativo- trabajan en la cárcel, cuyo preso más famoso fue en 1925 Hans Fallada. El célebre escritor alemán, autor de Solo en Berlín, una gran novela sobre la resistencia de una pareja contra los nazis, acabó entre rejas en Neumüster por un delito de estafa.

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