Peter Temin, el economista del MIT que cree que Estados Unidos se parece cada vez más a Argentina
Gerardo Lissardy
BBC Mundo, Nueva York
América Latina conoce bien las sociedades partidas entre ricos y pobres, pero el economista Peter Temin cree que este fenómeno alcanza cada vez más a la mayor economía del mundo: Estados Unidos.
Temin, profesor emérito de economía del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), afina la comparación de EE.UU. con un país latinoamericano en particular: Argentina.
BBC Mundo, Nueva York
América Latina conoce bien las sociedades partidas entre ricos y pobres, pero el economista Peter Temin cree que este fenómeno alcanza cada vez más a la mayor economía del mundo: Estados Unidos.
Temin, profesor emérito de economía del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), afina la comparación de EE.UU. con un país latinoamericano en particular: Argentina.
"Mi sensación es que nos estamos volviendo más como Argentina", señala Temin en una entrevista con BBC Mundo.
Su paralelismo trasciende la capacidad económica de dos grandes naciones con recursos naturales, que supieron desarrollar clases medias, y llega a la política entre recetas que aplicó el líder argentino Juan Domingo Perón en el siglo pasado y hoy ensaya el presidente de EE.UU, Donald Trump.
Autor del libro The Vanishing Middle Class: Prejudice and Power in a Dual Economy (La clase media en extinción: prejuicio y poder en una economía dual), Temin cree que el problema de EE.UU. se remonta a los tiempos en que nacía como país.
Lo que sigue es un resumen de la charla telefónica con este historiador económico de 80 años, cuya obra fue escogida uno de los mejores libros económicos de 2017 en el diario Financial Times.
¿Puede explicarnos esa idea de que hay como dos países diferentes dentro de Estados Unidos?
El punto crucial llegó en los años 1970s. Antes de eso, los salarios habían aumentado con la productividad y en ese momento comenzaron a divergir, por varias razones. Así que durante casi 50 años, en Estados Unidos los salarios reales (después de tener en cuenta la inflación) han permanecido estables.
Así que si bien la economía se ha expandido, la expansión ha sido para los ricos, los que yo llamo el sector FTE (por las industrias de finanzas, tecnología y electrónica), aproximadamente 20% de la población. Y la clase media está desapareciendo.
Es una mezcla de factores económicos, tecnología, creciente globalización y política.
¿Cuán profundo es el problema?
La forma en que esto funcionó en Estados Unidos se remonta hasta fines del siglo XVII y el uso de la esclavitud. Peleamos una guerra civil por esto. Pero no borramos el prejuicio contra las personas de descendencia africana.
La furia de la clase media y los pobres que están siendo dejados fuera del crecimiento económico se ha desviado de lo económico al racismo. La concepción que hay en todo esto es decirle a los blancos pobres que al menos están mejor que los negros pobres, entonces precisan preservar eso.
¿Puede proporcionar algunos datos que ilustren el fenómeno?
Los números en el libro van desde 1970 a 2014 y se basan en un estudio del Centro de Investigación Pew. La clase media ha ido desde 62% del ingreso agregado de Estados Unidos a 43%. Esa es la clase media que desaparece. Y no ha ido al grupo bajo en las estadísticas, sino al grupo alto, que pasó del 29% al 49% (del ingreso agregado). El grupo alto es el sector FTE, los ricos.
Políticamente hay un conjunto aún menor de gente que es dominante. La elección de 2016, que es problemática, es parte de esa furia de la que hablaba. El presidente Trump no ganó el voto popular, lo perdió por tres millones de personas. Pero ganó el colegio electoral en nuestro sistema federal. Y eso se debe a mucho dinero que va a la política estadounidense.
Si tomas el 1% de mayores ingresos, los plutócratas, dominan la toma de decisiones políticas.
Pero Trump dice que el desempleo para los hispanos y afroestadounidenses está en los niveles más bajos de la historia…
Sí, porque la economía crece y algunos obtienen trabajo. Pero sus tasas de desempleo son mayores que las de los blancos. Aunque la expansión económica es buena para todos, porque las empresas necesitan más trabajadores.
Uno de los problemas en este momento, sin embargo, es que el gobierno de Trump ha permitido mucha concentración de industrias y no han aplicado las reglas antimonopolio. Es una opción política. Entonces las compañías se juntan y, aunque quieren más mano de obra, no quieren pagar más salario.
Como resultado, pese a que el empleo aumenta, la presión para subir los salarios no logra mucho. Y aunque haya pequeños cambios, falta bastante para subirlos a la proporción del ingreso nacional que tenían hace 50 años.
¿Es posible contrastar la situación de Estados Unidos con América Latina, la región más desigual del mundo?
Mi sensación es que nos estamos volviendo más como Argentina. Sin embargo, cuando di un seminario sobre esto en el MIT, uno de mis estudiantes dijo: "Esto suena como Brasil".
Elijo Argentina porque un siglo atrás, era uno de los 10 países más ricos del mundo. Y luego la política llegó a ser muy antagónica entre diferentes grupos de la población. Los líderes del país tomaron malas decisiones, como el repliegue hacia adentro con Perón durante la expansión de la economía mundial tras la Segunda Guerra Mundial.
Y lo que pasa en Estados Unidos es el mismo tipo de repliegue hacia adentro, ignorando lo que ocurre en el resto del mundo. Eso me parece el paralelismo más próximo: un gran país con recursos naturales adecuados, que exportó muy exitosamente… Casi tres cuartos de siglo atrás la tecnología era muy diferente, pero la política parece ser muy similar.
Una de las cosas que no he explorado en detalle, pero que se está volviendo más evidente, es que la corrupción, que ha sido un punto importante de la política en Argentina, Brasil, etcétera, está viniendo a Estados Unidos. Hay gobiernos designados por la gente con conflictos de interés, que reciben apoyo de las industrias que se supone que deben regular.
¿Compara lo que ocurre ahora en Estados Unidos con la era del peronismo en Argentina?
Sí. Hay una gran diferencia: que Argentina atravesó un período muy malo de violencia entre varios grupos. Nosotros no hemos llegado tan lejos. Pero diría que los paralelismos que veo se resumen en dos proposiciones.
Una es que Perón tendió a favorecer a un grupo de la población sobre los otros. Lo segundo es que el marco político que usó fue tratar de replegar a Argentina, desarrollar el país adentro y a partir de sí mismo en lugar de hacerlo en una economía mundial. Y eso es lo que el presidente Trump parece estar intentando hacer hoy.
¿Y cómo contrasta la desigualdad de Estados Unidos con la de otros países?
Tiene un nivel más alto que los países europeos, pero no creo que tan alto como los latinoamericanos. Sin embargo, en Europa la derecha está ganando poder político, en una especie de paralelo con Estados Unidos.
Allí el prejuicio no es sobre los negros sino sobre musulmanes, refugiados de Medio Oriente. Tiene un contexto racial o religioso. Es más comparable a los latinos en Estados Unidos que a los negros, porque son inmigrantes recientes.
¿Qué recomienda usted para mejorar la equidad en Estados Unidos o América Latina?
Una vez que entras en este tipo de situación, es muy difícil salir. Supongo que la experiencia de América Latina ilustra eso. Dado que a nosotros nos llevó 50 años llegar a la posición en que estamos, hay una sensación de que podría llevar 50 años salir.
Lo primero es tratar de elegir a un gobierno que quiera salir de esto, si es posible. El gobierno actual (en Estados Unidos) es muy favorable a los ricos. El recorte de impuestos que aprobó a fines de 2017 favorece a los más ricos. Eso tiene que revertirse y gravarse a la gente de manera más equitativa.
Lo segundo es la educación, para superar los prejuicios y darle a la gente capacidades que la puedan llevar a la clase alta. En Estados Unidos, el sector FTE tiene buena educación. Pero debajo de eso y particularmente dentro de nuestras ciudades, la educación pública es terrible.
Eso significa que la movilidad de ingresos está restringida, porque si naces pobre es muy difícil llegar al círculo más alto. Entonces necesitamos muchos más recursos para la educación de los pobres.