La UE aprueba las directrices para la relación futura con Reino Unido

El texto reitera que España podrá vetar cualquier aplicación del acuerdo final a Gibraltar

Lucía Abellán
Bruselas, El País
El Brexit entra oficialmente en su segunda fase, pese a las grandes lagunas que quedan de la primera. Los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 Estados europeos (sin Reino Unido) han ratificado este viernes las directrices que emplearán para negociar la relación futura con Londres. El texto confirma que, con las líneas rojas británicas, Bruselas no puede ofrecer mucho más que un acuerdo de libre comercio en lo económico. Habrá, eso sí, cooperación en aviación, lucha antiterrorista y política exterior.


Estas últimas directrices dejan claro que quedan pendientes los dos asuntos territoriales que pueden acabar dinamitando un divorcio pactado: Irlanda del Norte y Gibraltar. España ha presionado para enfatizar, en cada texto de este proceso, que sin su consentimiento no habrá posibilidad de aplicar a la colonia británica lo pactado entre Bruselas y Londres. “El Consejo Europeo pide intensificar los esfuerzos en los elementos de retirada que quedan pendientes, así como las cuestiones territoriales del acuerdo de retirada, especialmente en lo que respecta a Gibraltar”. Tras la puntualización, el texto sugiere que todo queda supeditado a estos arreglos: “Nada está acordado hasta que todo está acordado”.

Aunque esa interpretación sobre el derecho de veto español a Gibraltar se desprende ya del primer marco general que aprobaron los Veintisiete para gestionar el divorcio hace casi un año, el Gobierno de Mariano Rajoy ha querido recalcarlo. Esta ha sido una de las novedades aportadas a la versión final del documento. Los líderes europeos también dejan claras sus cautelas respecto a la posible solución para Irlanda del Norte, territorio británico fronterizo con la República de Irlanda y cuya frontera fue motivo de violencia hasta hace 20 años. Las directrices “dan la bienvenida a las garantías por escrito” que ha ofrecido la primera ministra británica, Theresa May, para que no se instaure una frontera rígida en ese territorio. Todos son conscientes, pese a todo, de las dificultades de lograr una solución real a este conflicto.

Más allá de los asuntos territoriales, la UE constata que las posiciones británicas —negativa a formar parte de la unión aduanera y del mercado único— “limitan la profundidad de la relación futura”. Harán falta controles para garantizar que el mercado único se preserva. “Esto, desafortunadamente, tendrá consecuencias negativas, en particular para Reino Unido”, advierten los líderes en el documento acordado.
Acuerdo de libre comercio

La fórmula que ofrece Bruselas para relacionarse con Londres una vez terminado el periodo de transición del Brexit —el que abarcará desde la salida, el 30 de marzo de 2019, hasta diciembre de 2020 para evitar un choque brusco— es un acuerdo de libre comercio. Sus límites están delimitados desde el principio: “Ese acuerdo no puede ofrecer los mismos beneficios que la pertenencia [a la UE] y no puede suponer participación en el mercado único o alguno de sus elementos”. El presidente francés, Emmanuel Macron, lo expresó aún más rotundamente: "El mercado único no se puede dividir. No se puede elegir los sectores de los que quieres formar parte. Una vez que estás fuera del mercado único, estás fuera de él totalmente". Esas formulaciones quedan lejos del vínculo especial que pedía May a sus socios cuando estaban en proceso de elaboración de este marco.

Los Veintisiete se comprometen también a propiciar un acuerdo de aviación que evite problemas en el tráfico aéreo entre el territorio británico y el de la UE. También habrá cooperación en materia policial y judicial, “teniendo en cuenta que Reino Unido será un país tercero fuera de Schengen”. Es decir, que en todo caso el acceso a la información no será automático. En la actualidad, Londres tampoco participa en el área europea libre de pasaportes, pero tiene acceso directo a su base de datos porque pertenece al club comunitario.

Pese a todas las limitaciones, Bruselas ha dejado claro que si hay nuevas consignas en Reino Unido, la UE podría mejorar su oferta. May ha preferido este viernes quedarse con la lectura más optimista de estas directrices, que permiten avanzar en el proceso de relación futura y dar por superados el divorcio y la fase de transición. “Creo que ahora hay una nueva dinámica en las negociaciones. Creo que afrontamos esto con un espíritu de cooperación, de oportunidad para el futuro”, ha expresado al abandonar el Consejo Europeo. La premier británica se ha comprometido a poner sobre la mesa “soluciones factibles” para el problema de Irlanda del Norte.

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