La ley del mínimo esfuerzo
Luis Suárez y Coutinho, con un golazo de tacón a pase de Dembélé, liquidan al colista en un partido en el que el Barça apenas pasó agobios pensando en el Chelsea.
Santi Giménez
As
Solventó el líder su compromiso en el campo del colista sin pasar un agobio. Atendiendo a la ley del mínimo esfuerzo, el Barcelona sumó tres puntos en La Rosaleda ganando por 0-2 con goles Luis Suárez y Coutinho en un aperitivo de cara al compromiso del miércoles ante el Chelsea. Tuvo más emoción la previa del partido, marcada por el nacimiento del tercer hijo de Messi, que no viajo a Málaga a última hora, que el partido en sí, que transcurrió a favor de todas las casas de apuestas del mundo. El fútbol, a veces es imprevisible, pero ayer no era el día para defender esa opción. Pasó lo que tenía que pasar de la manera más lógica. Los que quieran emociones quedan citados el miércoles en el Camp Nou cuando el Chelsea visite el Camp Nou.
Ante la baja de Messi por motivos familiares y la de Iniesta por lesión, estaba por ver quien era el jugador blaugrana que asumía el liderazgo del equipo. Teóricamente, Coutinho era el elegido para llevar la manija del equipo en un partido que se planteaba como un nuevo examen para Dembélé. No ofreció de salida demasiada resistencia el Málaga, equipo que vive en la época en la que ya se duda entre luchar por resistir en Primera o plantear lo que queda de temporada de cara a planificar la próxima campaña ante un desastre que parece, lamentablemente, más que anunciado.
Así que ante tan poca oposición, el Barça pudo ir imponiendo su juego en busca de tres puntos rápidos que le permitieran pensar cuanto antes en el compromiso del miércoles ante el Chelsea. Al cuarto de hora de partido, Jordi Alba le puso un caramelo a Suárez que el uruguayo no desaprovechó marcando el 0-1 de cabeza. En estas condiciones y viendo el arsenal de uno y otro equipo, ese gol daba el partido por finalizado en condiciones normales, pero el Barça viene de hacer cosas muy extrañas, por lo que no era cuestión de acomodarse. Pero siendo sinceros, el Málaga tenía la pinta de un enfermo al que le han diagnosticado las siete cosas. El Barça, por su parte, iba al tran-tran a la espera de que el partido se le decantara por inercia. Todo el trabajo estaba ya hecho.
Justo antes de la media hora, Dembélé, que sigue tomándose estos partidos como una pretemporada particular que no se ajusta a su precio pero si a su edad, colocó un balón estupendo al centro del área para que Coutinho se sacara de la manga una frivolidad de tacón que valía el 0-2. Golazo y se acabó.
El partido parecía absolutamente cerrado ya con ese resultado, pero Samuel, en un ataque inapropiado y extemporáneo de agresividad se llevó por delante a Alba en una acción totalmente innecesaria y fue expulsado con roja directa. Lo que quedaba de partido ya sobraba. Cierto es que con uno menos, el Málaga tuvo un arranque de dignidad y jugó sus mejores minutos, pero el partido ya era un río a favor de corriente para un Barcelona que podía optar por golear o por resguardar fuerzas ante un rival en inferioridad. Optó por lo segundo.
La cuestión quedó en ver cuándo era el momento en el que Valverde daba el partido por cerrado y empezaba a dar descanso a los titulares que deberán ser clave el miércoles ante el Chelsea, cuando las cosas van a ser mucho más complicadas y no se podrán resolver con la ley del mínimo esfuerzo.
Santi Giménez
As
Solventó el líder su compromiso en el campo del colista sin pasar un agobio. Atendiendo a la ley del mínimo esfuerzo, el Barcelona sumó tres puntos en La Rosaleda ganando por 0-2 con goles Luis Suárez y Coutinho en un aperitivo de cara al compromiso del miércoles ante el Chelsea. Tuvo más emoción la previa del partido, marcada por el nacimiento del tercer hijo de Messi, que no viajo a Málaga a última hora, que el partido en sí, que transcurrió a favor de todas las casas de apuestas del mundo. El fútbol, a veces es imprevisible, pero ayer no era el día para defender esa opción. Pasó lo que tenía que pasar de la manera más lógica. Los que quieran emociones quedan citados el miércoles en el Camp Nou cuando el Chelsea visite el Camp Nou.
Ante la baja de Messi por motivos familiares y la de Iniesta por lesión, estaba por ver quien era el jugador blaugrana que asumía el liderazgo del equipo. Teóricamente, Coutinho era el elegido para llevar la manija del equipo en un partido que se planteaba como un nuevo examen para Dembélé. No ofreció de salida demasiada resistencia el Málaga, equipo que vive en la época en la que ya se duda entre luchar por resistir en Primera o plantear lo que queda de temporada de cara a planificar la próxima campaña ante un desastre que parece, lamentablemente, más que anunciado.
Así que ante tan poca oposición, el Barça pudo ir imponiendo su juego en busca de tres puntos rápidos que le permitieran pensar cuanto antes en el compromiso del miércoles ante el Chelsea. Al cuarto de hora de partido, Jordi Alba le puso un caramelo a Suárez que el uruguayo no desaprovechó marcando el 0-1 de cabeza. En estas condiciones y viendo el arsenal de uno y otro equipo, ese gol daba el partido por finalizado en condiciones normales, pero el Barça viene de hacer cosas muy extrañas, por lo que no era cuestión de acomodarse. Pero siendo sinceros, el Málaga tenía la pinta de un enfermo al que le han diagnosticado las siete cosas. El Barça, por su parte, iba al tran-tran a la espera de que el partido se le decantara por inercia. Todo el trabajo estaba ya hecho.
Justo antes de la media hora, Dembélé, que sigue tomándose estos partidos como una pretemporada particular que no se ajusta a su precio pero si a su edad, colocó un balón estupendo al centro del área para que Coutinho se sacara de la manga una frivolidad de tacón que valía el 0-2. Golazo y se acabó.
El partido parecía absolutamente cerrado ya con ese resultado, pero Samuel, en un ataque inapropiado y extemporáneo de agresividad se llevó por delante a Alba en una acción totalmente innecesaria y fue expulsado con roja directa. Lo que quedaba de partido ya sobraba. Cierto es que con uno menos, el Málaga tuvo un arranque de dignidad y jugó sus mejores minutos, pero el partido ya era un río a favor de corriente para un Barcelona que podía optar por golear o por resguardar fuerzas ante un rival en inferioridad. Optó por lo segundo.
La cuestión quedó en ver cuándo era el momento en el que Valverde daba el partido por cerrado y empezaba a dar descanso a los titulares que deberán ser clave el miércoles ante el Chelsea, cuando las cosas van a ser mucho más complicadas y no se podrán resolver con la ley del mínimo esfuerzo.