El potrero se fue al cielo

Un genio. Emblema de los hijos del César, de los que sumaron la estrella más grande de la historia de Huracán. Hasta pronto.

Ricardo Sapia
rsapia@ole.com.ar
Estamos tristes. El Loco, René, se nos escurrió de las manos. Dios lo llamó para que se junte a Corbatta y Garrincha a divertirse a pura gambeta, al mismísimo Herminio Masantonio que esperará su “tomá y hacelo”, y para que Ringo lo pueda alentar desde atrás del alambrado imaginario de una nube como si se replicara el Tomás Adolfo Ducó de los fantásticos años 70. Genio. Atorrante. Emblema de los hijos del César, de los que sumaron la estrella más grande de la historia de Huracán. A mí me quedará esa foto de pibito y tu abrazo paternal. O la última, en la Legislatura. Fuiste único e irrepetible. Fuiste Mundial.


Nació en las vísperas del Día del Amigo de 1953, aquel 19 de julio en La Banda santiagueña, y ése fue su destino, amigarse con la pelota, para fugarse por la punta (y de las concentraciones, loco lindo), derrochar dribles, pisadas y goles, eso, porque también inflaba las redes. El Globo fue testigo y parte de su idilio, con su primera vez (amistosa, cierto) en Mar del Plata, de la que este año se cumplieron lejanos 45 años. Y en la que puso el cuarto grito de un anecdótico 5-1 final. El mismo al que el diario Clarín lo llamó “Housman” en la crónica del match y “Houesman” en la cita de las formaciones en un curioso dilema de su apellido. El paso siguiente fue su consagración, con las miles de historias que nos enamoraron en su andar por el Parque Patricios. Algún juego en curda en el que la descosió. O esos cinco clásicos triunfantes de 1976 en los que los apabulló, les mojó la oreja y les marcó tres pepas. Gozo imborrable. Detalles que estarán en la memoria de todos. Quemeros y no tanto. Hueso era fútbol. Vivió con pasión y hoy toca despedirlo de la misma manera, con el puño apretado y un agradecimiento.

Hasta pronto.

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