Cristiano llega armado a París
Otro doblete del portugués. También marcó Bale. Volvió Marcelo y dio una asistencia. Al Getafe lo mató el primer gol. Melero se inventó un penalti de Nacho y echó a Remy.
Luis Nieto
As
No pudieron recogerse demasiadas muestras en el Bernabéu como para conocer qué tiempo le hará al Madrid el martes en París. El Getafe, equipo que despierta curiosidad en el Bernabéu desde aquella tarde en que se engoriló Pepe con Casquero, sólo quiso ser pared y quedó condenado pronto, por sus errores y por la expulsión de Remy, pero quedaron algunas sensaciones agradables: Cristiano tiene a punto la artillería, Benzema ha entrado en convalecencia, como Isco, y Marcelo se presenta sano. Salió y dio un gol.
En cualquier caso, lleva meses siendo Casablanca en el Madrid. Sólo queda París. Y unos días se guardan las apariencias, ante el Getafe por no ir más allá, y otras no (Levante, Espanyol...). Lo cierto es que el Madrid había tomado el camino equivocado, pero un gol le salió al encuentro y desactivó al Getafe, que ha sido un cólico para tantos en esta Liga y también para el Madrid durante casi media hora.
En ese tramo circuló la versión blanca menos defendible, la que ha hecho que el equipo se declare en bancarrota en esta Liga: la bbC en labores de mantenimiento y los suplentes sin meterle en un apuro a Zidane. En ese tramo, corto, el Getafe fue cerrándole todas las salidas a un Madrid sin sal, con Llorente y Casemiro aplomando el centro del campo, con Carvajal impreciso y Theo en esa parálisis que tantas dudas ha levantado. Y en esas llegó el gol, producto casi del azar. Hizo llover un balón sosaina Benzema sobre el área, se estorbaron Isco y Ramos en el salto y la pelota le quedó franca a Bale, al que el gol le perdona casi todos los pecados. Sus once tantos en el curso están muy por encima de las sensaciones que transmite.
Un golpe brutal para el Getafe, el equipo que mejor lee la letra pequeña del campeonato (las faltas, la interrupciones...), y un empujón para el Madrid, que se ha tomado esta Liga como un relajante muscular más que como una opción de un título.
Volvió Marcelo, volvió la alegría
El escenario, a partir de entonces, fue monocolor. El Madrid se alargó por las bandas, Isco fue apareciendo aquí y allá, en corto y en largo, y Benzema irrumpió en la contienda con ese fútbol de encaje servido en frío. Al filo del descanso filtró certeramente un pase entre la zaga del Getafe, que Cristiano mandó a la red, previo adorno de dos quiebros para limpiarse a quienes le salieron al paso. Fin del partido y fin del ensayo, que lo hubo, porque Bale cambió de banda a conveniencia.
El Getafe ahogó su propia reacción cuando Remy le metió un manotazo a Nacho que le costó la segunda amarilla. La cosa venía de lejos y el francés fue el que menos se contuvo, aunque por otros lances también Nacho se ganó la roja. Ahí empezó el tercer tiempo, el de Melero López, para agitar un partido mortecino imaginando un penalti de Nacho a Jorge Molina. Dos errores en un no. El defensa sacó la pelota con limpieza y, en cualquier caso, si el árbitro vio penalti, debió mostrarle la segunda amarilla. Casi de inmediato le anuló un gol a Cristiano, esta vez por empujón claro. Y luego Martínez le quitó otro con parada que optará al Oscar de la categoría. El Madrid había dado por acabado el pleito, ya con Marcelo, que pasaba revisión futbolística superada la clínica. Su primer mensaje fue un centro al primer palo que aprovechó Cristiano, que a París llega armado hasta los dientes.
Luis Nieto
As
No pudieron recogerse demasiadas muestras en el Bernabéu como para conocer qué tiempo le hará al Madrid el martes en París. El Getafe, equipo que despierta curiosidad en el Bernabéu desde aquella tarde en que se engoriló Pepe con Casquero, sólo quiso ser pared y quedó condenado pronto, por sus errores y por la expulsión de Remy, pero quedaron algunas sensaciones agradables: Cristiano tiene a punto la artillería, Benzema ha entrado en convalecencia, como Isco, y Marcelo se presenta sano. Salió y dio un gol.
En cualquier caso, lleva meses siendo Casablanca en el Madrid. Sólo queda París. Y unos días se guardan las apariencias, ante el Getafe por no ir más allá, y otras no (Levante, Espanyol...). Lo cierto es que el Madrid había tomado el camino equivocado, pero un gol le salió al encuentro y desactivó al Getafe, que ha sido un cólico para tantos en esta Liga y también para el Madrid durante casi media hora.
En ese tramo circuló la versión blanca menos defendible, la que ha hecho que el equipo se declare en bancarrota en esta Liga: la bbC en labores de mantenimiento y los suplentes sin meterle en un apuro a Zidane. En ese tramo, corto, el Getafe fue cerrándole todas las salidas a un Madrid sin sal, con Llorente y Casemiro aplomando el centro del campo, con Carvajal impreciso y Theo en esa parálisis que tantas dudas ha levantado. Y en esas llegó el gol, producto casi del azar. Hizo llover un balón sosaina Benzema sobre el área, se estorbaron Isco y Ramos en el salto y la pelota le quedó franca a Bale, al que el gol le perdona casi todos los pecados. Sus once tantos en el curso están muy por encima de las sensaciones que transmite.
Un golpe brutal para el Getafe, el equipo que mejor lee la letra pequeña del campeonato (las faltas, la interrupciones...), y un empujón para el Madrid, que se ha tomado esta Liga como un relajante muscular más que como una opción de un título.
Volvió Marcelo, volvió la alegría
El escenario, a partir de entonces, fue monocolor. El Madrid se alargó por las bandas, Isco fue apareciendo aquí y allá, en corto y en largo, y Benzema irrumpió en la contienda con ese fútbol de encaje servido en frío. Al filo del descanso filtró certeramente un pase entre la zaga del Getafe, que Cristiano mandó a la red, previo adorno de dos quiebros para limpiarse a quienes le salieron al paso. Fin del partido y fin del ensayo, que lo hubo, porque Bale cambió de banda a conveniencia.
El Getafe ahogó su propia reacción cuando Remy le metió un manotazo a Nacho que le costó la segunda amarilla. La cosa venía de lejos y el francés fue el que menos se contuvo, aunque por otros lances también Nacho se ganó la roja. Ahí empezó el tercer tiempo, el de Melero López, para agitar un partido mortecino imaginando un penalti de Nacho a Jorge Molina. Dos errores en un no. El defensa sacó la pelota con limpieza y, en cualquier caso, si el árbitro vio penalti, debió mostrarle la segunda amarilla. Casi de inmediato le anuló un gol a Cristiano, esta vez por empujón claro. Y luego Martínez le quitó otro con parada que optará al Oscar de la categoría. El Madrid había dado por acabado el pleito, ya con Marcelo, que pasaba revisión futbolística superada la clínica. Su primer mensaje fue un centro al primer palo que aprovechó Cristiano, que a París llega armado hasta los dientes.