Cae el círculo de confianza de Temer en otro golpe judicial a la corrupción

La investigación por el Tribunal Supremo de una nueva trama de sobornos vuelve a salpicar de lleno al presidente de Brasil

Xosé Hermida
Brasília / São Paulo
El País
Su impopularidad bate marcas desconocidas no solo en Brasil sino probablemente en el mundo entero, con índices de aprobación por debajo del 5%. Pero aun así Michel Temer anunció hace unos días que pretendía optar a la reelección en las elecciones presidenciales del próximo octubre. Si el plan ya era complicado, puede frustrarse definitivamente después de que una nueva operación anticorrupción haya salpicado de lleno al presidente brasileño.


Con todo el país pendiente del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que el próximo miércoles sabrá si el Tribunal Supremo aplaza o no su entrada en prisión, Brasil sufrió este jueves un nuevo sobresalto judicial de gran repercusión política. La Policía Federal, respondiendo a un mandato de la Fiscalía General de la República y de un juez del Supremo, detuvo a dos personas de la máxima confianza de Temer, ambos amigos íntimos desde hace décadas y que ya venían siendo investigados como supuestos testaferros suyos (naranjas, en la jerga brasileña)

Uno de los detenidos es el abogado José Yunes, que ocupó destacados cargos en el partido de Temer, el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), y fue asesor del presidente de la República, a quien conoce desde que ambos estudiaban Derecho. Yunes dimitió de su cargo en la Presidencia en 2016 después de que uno de los antiguos ejecutivos de la constructora Odebrecht le acusase de recibir 10 millones de reales (2,6 millones de dólares) en dinero negro para financiar una campaña electoral del MDB. El abogado tiene además sólidas relaciones comerciales con Temer. El presidente le compró a él la casa en la que fijó su residencia privada, en uno de los barrios más nobles de São Paulo. Y a su vez la familia de Yunes es la propietaria del edificio donde Temer tiene su despacho profesional. Aun más, entre 2013 y 2016, el presidente otorgó a su amigo un poder para firmar contratos en su nombre e incluso realizar operaciones con sus cuentas bancarias.

Otro de los arrestados es un personaje menos conocido, pero que lleva también décadas a la sombra de Temer. El nombre del coronel del Ejército en la reserva João Batista Lima Filho ya había saltado al escenario público en los últimos meses al divulgarse las investigaciones que le colocaban como sospechoso de actuar de intermediario y testaferro del presidente. Es propietario de una empresa de ingeniería cuyos negocios prosperaron siempre en la órbita de los cargos públicos ocupados por Temer. Varios delatores ante la justicia le han implicado en la percepción de sobornos. Durante un registro en su casa, el año pasado, la policía encontró documentos que apuntaban a que el coronel Lima se encargó de pagar el coste de unas obras en casa de una de las hijas de Temer.

La redada de este jueves es consecuencia de una investigación abierta por el magistrado del Tribunal Supremo Luís Roberto Barroso para determinar si Temer favoreció, a cambio de sobornos, a una empresa con un decreto sobre la regulación de los trabajos en los puertos, aprobado el pasado año. El dueño de esa empresa, Rodimar, que actúa en Santos, la gran ciudad portuaria del litoral de São Paulo, es otro de los detenidos, al igual que el exministro de Agricultura Wagner Rossi, también muy ligado al presidente. Sobre este último, otro delator, el propietario del imperio cárnico JBS, Joesley Batista, ya contó en su día un episodio rocambolesco que implicaba al presidente. Batista asegura que estuvo pagando una mensualidad de 100.000 reales (26.000 dólares) a Rossi cuando este abandonó el ministerio, atendiendo una solicitud del propio Temer como compensación a la pérdida del cargo público.

La investigación sobre la presunta corrupción en el puerto de Santos ha costado en las últimas semanas varios disgustos a Temer. En un acto insólito en la historia de la República brasileña, el Supremo ordenó al presidente que le entregase sus cuentas bancarias. Temer, además, se vio obligado a destituir al director general de la Policía Federal después de que el propio Supremo le llamase al orden por insinuar, en una entrevista con la agencia Reuters, que su intención era archivar las investigaciones sobre el caso de los puertos.

Temer confiaba en rehacer su imagen tras decretar la intervención del Ejército en Rio de Janeiro para frenar la ola de violencia en la ciudad, una decisión de la que él mismo se jactó en privado como una “jugada maestra”, según han publicado varios medios brasileños. Pero la sombra de la corrupción, que le ha perseguido durante todo su mandato, parece convertir sus sueños electorales en pura quimera.

En el último año, Temer se ha librado de dos denuncias por corrupción de la Fiscalía General de la República gracias al apoyo de la Cámara de Diputados, a la que la Constitución brasileña confiere la capacidad de vetar una investigación judicial a un presidente en ejercicio. Pero en las últimas semanas, además del caso del puerto de Santos, el Supremo le ha abierto otro sumario por supuesto cobro de sobornos de la constructora Odebrecht. Antes de las detenciones de este jueves, otros hombres muy próximos al presidente ya habían sido encarcelados, como los exministros Geddel Vieira Lima -la policía le incautó una montaña de dinero en metálico que sumaba casi 14 millones de dólares- y Henrique Alves o el que fue su asesor personal Rodrigo Rocha Loures. Ahora en Brasilia ya se ha extendido el temor a que Temer tenga que afrontar una tercera denuncia antes de agotar su mandato.

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