Boca logró un triunfo agónico ante Tigre y llega con todo para enfrentar a River
En la Bombonera, se impuso 2-1 con un gol de Jara en tiempo de descuento y estiró a 8 su ventaja en la cima. El miércoles va por la Supercopa.
Clarín
El desahogo llegó en forma de grito y la Bombonera explotó sobre el final. Leonardo Jara se estiró como un chicle para ponerle la punta del botín derecho al centro de Wanchope Ábila y sellar el 2-1 de Boca sobre Tigre cuando al reloj de arena ya le quedan apenas unos granitos. El triunfo -agónico- sirvió para estirar a 8 puntos su ventaja en la cima de la Superliga. Pero sobre todo para que la adrenalina corra por las venas y el equipo llegue con todo a la final del miércoles, frente a River, por la Supercopa argentina.
Pero para llegar a ese desenlace cargado de emoción, primero tuvo que sufrir Boca. Siempre dominó a su rival. Durante el primer tiempo generó buenas situaciones de gol, pero se le negó el grito. Desde temprano, un taco de Pablo Pérez para Tevez, que quedó solo, pero definió débil. Otra de Cardona, que dio en el palo tras un buen desborde de Pavón. Y una más de Jara, tras combinarse con Pavón, pero el remate del lateral pegó en la parte de afuera del arco.
Tigre esperaba e intentaba salir rápido a través del manejo de Lucas Menossi y de la habilidad de Matías Pérez García. Pero le costó llegar al arco de Agustín Rossi.
En el complemento, Boca empezó otra vez asumiendo su rol: en su cancha, ante su gente, con la necesidad de ganar frente a un rival que estaba 28 puntos por debajo en la tabla y con el partido ante River en el horizonte. Porque al Superclásico por la Supercopa, mejor llegar ganador y sin dudas.
El que creció fue Edwin Cardona. El colombiano abandonó la izquierda (allí fue Pavón) y empezó a jugar con ciertas libertades, como un enganche clásico, para generar juego cerca de Tevez. Carlitos salía del área y a Boca le faltó peso arriba. Pero con eso le alcanzó para hacer revolcar a Chiarini un par de veces (un remate de Cardona, un cabezazo de Magallán).
Pero los minutos pasaban y otra vez el nerviosismo se apoderaba de la multitud. El que brillaba era Wilmar Barrios: el cinco se comía la cancha -y a sus rivales- ante el cansancio de algunos de sus compañeros y sostenía el andamiaje de un Boca que necesitaba más de Tevez y de Pavón. La media hora del partido se acercaba, Guillermo demoraba los cambios y ahí Cardona frotó la lámpara.
Barrios recuperó una pelota, se la tiró al diez y el medellinense le metió un pase perfecto, rasante, de 30 metros, a la carrera de Pavón que llegó primero que Matías Pérez Acuña. El lateral lo barrió justo sobre la línea del área y Germán Delfino señaló el punto del penal. El encargado fue Cardona e instaló el 1-0 con clase, tras engañar a Chiarini.
Listo, Boca tenía los tres puntos en el bolsillo. Pablo Pérez sintió una molestia y le dejó su lugar a Bebelo Reynoso. El local manejaba el partido sin problemas. Y Christian Ledesma, el entrenador de Tigre, como resignado, mandó a la cancha al Chino Carlos Luna. El Matador se adelantó en el campo y terminó jugando con Morales, Pérez García, Janson; Federico González y Luna. Y a los 44 se aprovechó de la confianza de Boca y empató para silenciar a la Bombonera.
Fantasmas, dudas, fastidio. Eran tres puntos que se escapaban antes de enfrentar a River. Delfino dio cinco minutos y Boca se fue -ciego- encimar de su rival por el triunfo. Iban 49 minutos cuando Reynoso le dio de zurda y Chiarini salvó a su arco. Pero Barrios recuperó la pelota cerca del área y se la tiró a Wanchope en el área. Después, Jara llegó con lo justo y desató la fiesta en la Bombonera.
Clarín
El desahogo llegó en forma de grito y la Bombonera explotó sobre el final. Leonardo Jara se estiró como un chicle para ponerle la punta del botín derecho al centro de Wanchope Ábila y sellar el 2-1 de Boca sobre Tigre cuando al reloj de arena ya le quedan apenas unos granitos. El triunfo -agónico- sirvió para estirar a 8 puntos su ventaja en la cima de la Superliga. Pero sobre todo para que la adrenalina corra por las venas y el equipo llegue con todo a la final del miércoles, frente a River, por la Supercopa argentina.
Pero para llegar a ese desenlace cargado de emoción, primero tuvo que sufrir Boca. Siempre dominó a su rival. Durante el primer tiempo generó buenas situaciones de gol, pero se le negó el grito. Desde temprano, un taco de Pablo Pérez para Tevez, que quedó solo, pero definió débil. Otra de Cardona, que dio en el palo tras un buen desborde de Pavón. Y una más de Jara, tras combinarse con Pavón, pero el remate del lateral pegó en la parte de afuera del arco.
Tigre esperaba e intentaba salir rápido a través del manejo de Lucas Menossi y de la habilidad de Matías Pérez García. Pero le costó llegar al arco de Agustín Rossi.
En el complemento, Boca empezó otra vez asumiendo su rol: en su cancha, ante su gente, con la necesidad de ganar frente a un rival que estaba 28 puntos por debajo en la tabla y con el partido ante River en el horizonte. Porque al Superclásico por la Supercopa, mejor llegar ganador y sin dudas.
El que creció fue Edwin Cardona. El colombiano abandonó la izquierda (allí fue Pavón) y empezó a jugar con ciertas libertades, como un enganche clásico, para generar juego cerca de Tevez. Carlitos salía del área y a Boca le faltó peso arriba. Pero con eso le alcanzó para hacer revolcar a Chiarini un par de veces (un remate de Cardona, un cabezazo de Magallán).
Pero los minutos pasaban y otra vez el nerviosismo se apoderaba de la multitud. El que brillaba era Wilmar Barrios: el cinco se comía la cancha -y a sus rivales- ante el cansancio de algunos de sus compañeros y sostenía el andamiaje de un Boca que necesitaba más de Tevez y de Pavón. La media hora del partido se acercaba, Guillermo demoraba los cambios y ahí Cardona frotó la lámpara.
Barrios recuperó una pelota, se la tiró al diez y el medellinense le metió un pase perfecto, rasante, de 30 metros, a la carrera de Pavón que llegó primero que Matías Pérez Acuña. El lateral lo barrió justo sobre la línea del área y Germán Delfino señaló el punto del penal. El encargado fue Cardona e instaló el 1-0 con clase, tras engañar a Chiarini.
Listo, Boca tenía los tres puntos en el bolsillo. Pablo Pérez sintió una molestia y le dejó su lugar a Bebelo Reynoso. El local manejaba el partido sin problemas. Y Christian Ledesma, el entrenador de Tigre, como resignado, mandó a la cancha al Chino Carlos Luna. El Matador se adelantó en el campo y terminó jugando con Morales, Pérez García, Janson; Federico González y Luna. Y a los 44 se aprovechó de la confianza de Boca y empató para silenciar a la Bombonera.
Fantasmas, dudas, fastidio. Eran tres puntos que se escapaban antes de enfrentar a River. Delfino dio cinco minutos y Boca se fue -ciego- encimar de su rival por el triunfo. Iban 49 minutos cuando Reynoso le dio de zurda y Chiarini salvó a su arco. Pero Barrios recuperó la pelota cerca del área y se la tiró a Wanchope en el área. Después, Jara llegó con lo justo y desató la fiesta en la Bombonera.