Un empate en San Mamés que sabe bien a todos

Un Athletic por fin valiente y Valencia se repartieron los puntos tras una dura batalla. Aduriz falló un penalti y los leones acabaron atacando en área enemiga, algo casi desconocido.

Alfonso Herrán
As
San Mamés tuvo un momento de alivio, de ver que el muerto revive. Celebró un empate que, por la cara y el fútbol del último cuarto de hora, iba bien a todos. El Athletic siguió su línea de esta temporada: vulgar con los pequeños, notable con la jefatura de LaLiga. Al fin exhibió su versión valiente, decidida, con apoyos, jugadas al primer toque y gran defensa. Maniató en muchas fases a un conjunto más que notable este curso. ¿Por qué ahora sí? Se vio en la obligación de remontar de nuevo un 0-1, como el domingo ante el Málaga, pero se quedó a mitad de camino, porque este es otro toro, no el manso colista.


El Valencia fue un bloque compacto pero pudo faltarle en algunas fases del partido esa amplitud de miras que se exige a todo equipo que demanda una plaza en Champions. Empezó el conjunto local valiente sin balón, tirando con energía la presión y provocó errores tontos del adversario, que le aproximaron a las inmediaciones de Neto. La cosa tardó muchísimo en coger color. Y todo por mil golpes, faltas, choques y teatros varios en zonas de peligro. En una de estas escaramuzas de los locales, a los once minutos, San José robó un balón y pisó área para una ocasión que taponó Neto. Pero la falta de contundencia defensiva de los pupilos de Ziganda condicionó parte del relato en el minuto 22: Kondogbia recibió libre de marca en la frontal del área y coló la pelota como un golfista, 'tac', junto al poste izquierdo. Un golazo.

No hubo rendición local, aunque muchos podían esperarlo en un equipo tan deprimido. A los 36 minutos Susaeta fue objeto de un penalti muy justito y en la misma portería que Arrizabalaga hizo tres días antes un paradón a tiro de En Nesyri, le imitó Neto con Aduriz. Un jarro de agua fría para los leones. Marcelino puso sus filas juntitas, en 20 metros, tiró la defensa bastante adelantada y no se interpretó muy bien en el bando enemigo, pues se jugaba frontal, en lugar de lanzar diagonales.

El mundo giró al revés que en la cita ante el colista. Esta vez los locales dejaron lo mejor para la segunda parte. Al poco de arrancar, Beñat lanzó una falta lateral y De Marcos enganchó con la pierna mala, esto es la zurda, el rechace de la defensa y coló el empate. El partido exigía, tenía sus curvas. Una vez lanzada la segunda parte, al fin cogió algo de vuelo y el balón visitó con más asiduidad las áreas. Como en un zapatazo de Zaza que obligó a lucirse a Arrizabalaga. El Athletic por momentos reconquistó el corazón de su parroquia. Ziganda puso a Williams para buscar con más puntualidad a la espalda de la defensa che.

Se esperaba un repunte final atronador. El Athletic juega a otra cosa si gobierna su volante Beñat (el balón circula con fluidez) y eleva la intensidad. De Marcos también contagia lo suyo apareciendo así de forma inesperada como un correcaminos por los pasillos más insospechados. Y luego San José, otro que por unas cosas u otras estaba casi descatalogado esta temporada, que se hartó de cortar balones luego productivos. Cuco movió la coctelera y a partido más roto colocó a Williams de segundo delantero, con Lekue de extremo derecho. Y Marcelino no hacía más que añadir pólvora procedente del banquillo: Rodrigo, Guedes y Soler, en este último caso ya en el sorbo final dando por bueno el empate. Prefirió no activar a Mina y es un alivio a la vista de su estado de forma. El guion hacia un empate justo estaba escrito. En un balón que salió por línea lateral, le llegó a Ziganda, que lo desvió hacia el banquillo para ganar unos segundos. Les iba bien las tablas a todos, aunque los locales acabaron atacando, algo casi inédito este año. Hubo un ramalazo de los leones muy ambicioso en el descuento.

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