Trump elogia a su exasesor acusado de maltrato a mujeres
Las dos exesposas que denuncian a Rob Porter aseguran que comunicaron los abusos al FBI hace un año durante la investigación de antecedentes al secretario de personal
Joan Faus
Washington, El País
El presidente estadounidense, Donald Trump, elogió este viernes a Rob Porter, uno de sus asesores más cercanos, que anunció el miércoles su dimisión después de que sus dos exesposas le acusaran públicamente de maltratos físicos y verbales contra ellas. En su primera valoración de la polémica, Trump le deseó lo mejor a su exsecretario de personal y pidió “recordar” que Porter ha afirmado con “mucha rotundidad que es inocente”.
Trump no hizo ningún comentario de reproche a la violencia machista ni marcó distancias con Porter. Se limitó a calificar de “muy tristes” y “sorprendentes” las acusaciones de maltratos y explicó que las conoció “recientemente”. “Hizo un muy buen trabajo cuando estuvo en la Casa Blanca. Esperamos que tenga una carrera brillante y tiene una gran carrera por delante”, dijo el mandatario sobre su exasistente.
El multimillonario neoyorquino ha hablado en términos soeces sobre mujeres y ha respaldado a políticos acusados de acoso sexual, como hizo el año pasado con Roy Moore, candidato republicano a senador por Alabama, que había sido denunciado de abusar a menores décadas atrás. En la recta final de la campaña electoral de 2016, se difundió una grabación de Trump en 2005 en que afirmaba que, cuando eres una “estrella”, las mujeres te dejan hacer “cualquier cosa”, como agarrarlas “por el coño”. Poco después, una decena de mujeres acusaron a Trump de acoso sexual en las últimas décadas. Él negó las acusaciones y se mofó de las denunciantes.
Porter, de 40 años, se ha convertido en el enésimo quebradero de cabeza de Trump. La renuncia no iba a materializarse hasta encontrar un sustituto, pero el jueves la Casa Blanca rectificó y anunció que Porter ya había dejado de trabajar.
En menos de un día se había desatado una nueva crisis en el entorno de Trump. En este caso, la polémica gira alrededor de si la Casa Blanca pudo haber encubierto a un presunto maltratador y si el presidente y su entorno conocían las acusaciones cuando Porter fue designado al cargo hace un año. El motivo es que las dos exesposas aseguran que comunicaron en enero de 2017 al FBI los presuntos abusos de Porter cuando la agencia policial investigaba sus antecedentes para concederle una credencial de seguridad como alto cargo gubernamental. La Casa Blanca admitió este jueves que Porter tenía una credencial de seguridad temporal y que no había terminado la investigación del FBI a sus antecedentes.
El portavoz adjunto de la Casa Blanca, Raj Shah, reconoció el jueves que el caso se podría haber gestionado mejor pero trató de contenerlo. Calificó de “serias e inquietantes” las denuncias de violencia machista. Y aseguró que Trump y su jefe de gabinete, John Kelly, no conocieron hasta el miércoles, cuando afloraron más detalles de las acusaciones, la “naturaleza completa” de estas.
Sin embargo, según el diario The New York Times, el FBI comunicó el pasado noviembre a Kelly y otros altos cargos de la Casa Blanca, entre ellos el jefe legal Donald F. McGahn, que las acusaciones de maltrato por parte de Porter eran creíbles y que probablemente no iba a superar la prueba de antecedentes. Ya en enero de 2017, poco después de la investidura de Trump, Porter le había comunicado a McGahn que había acusaciones en su contra pero que eran falsas, según el Times y otros medios.
El escándalo deja tocado a Kelly, que defendió a Porter después de que el diario británico The Daily Mail destapara la polémica al hablar con las dos exesposas, que detallaron los presuntos maltratos. En el primer artículo del rotativo, el martes, el jefe de gabinete dijo del responsable de personal: “Es un hombre de una integridad verdadera y no puedo decir suficientes cosas buenas sobre él”.
El miércoles, el diario publicó una imagen de una de las mujeres con un moratón en el ojo, que asegura se lo causó Porter. Él lo niega pero admite haber tomado la fotografía. Inicialmente, el general retirado de los Marines siguió respaldando al funcionario, según fuentes de la Casa Blanca citadas por medios estadounidenses. Kelly no rectificó hasta que Porter anunció su dimisión. Entonces, emitió un comunicado en que se declaró “impactado” y dijo que “no hay lugar para la violencia doméstica”.
Porter era una figura emergente en el círculo de Trump. Era el encargado de coordinar los documentos que llegan al escritorio presidencial. Aparecía detrás del republicano en muchas de las escenas en que el mandatario firmaba un decreto. Y recientemente, apadrinado por Kelly, había ganado protagonismo. Por ejemplo, ayudó a redactar el discurso del estado de la Unión que pronunció Trump en el Congreso la semana pasada. Y viajaba con el presidente.
El secretario de personal tenía, en apariencia, un expediente impoluto. Estudió en las universidades de Harvard y Oxford, trabajó para tres senadores republicanos y es hijo de Roger Porter, que fue asesor económico del presidente George H.W. Bush y ahora es profesor en Harvard. Porter era uno de los 22 asesores de mayor rango de la Casa Blanca, que cobran el sueldo más elevado (179.000 dólares anuales), según el diario USA Today.
Todo trabajador de la residencia necesita una credencial de seguridad, que en los cargos civiles concede una oficina especial de la presidencia tras una investigación de antecedentes hecha por el FBI. El objetivo es determinar si esa persona, una vez conozca secretos oficiales, puede ser objeto de chantaje.
Ese es un detalle relevante. Colbee Holderness, la primera esposa de Porter con el que estuvo cinco años casada, asegura que, en las dos entrevistas que tuvo con el FBI para el proceso de la credencial de seguridad, se le preguntó si su exmarido podía ser objeto de chantaje y ella respondió que sí porque, alegó, había personas que conocían sus abusos. “Pensé que al contar mi historia al FBI, no sería colocado en ese puesto [en la Casa Blanca]”, dijo a The Washington Post. Jennifer Willoughby, la segunda esposa de Porter del que se separó en 2010 tras un año casados, también dijo a ese diario que reveló al FBI los presuntos maltratos.
Para complicar más todo el caso, Porter mantiene, según varios medios, una relación sentimental con Hope Hicks, la directora de comunicación de la Casa Blanca. El martes, Hicks contribuyó a la redacción del comunicado de Kelly en que defendía la “integridad y el honor” del secretario de personal.
Joan Faus
Washington, El País
El presidente estadounidense, Donald Trump, elogió este viernes a Rob Porter, uno de sus asesores más cercanos, que anunció el miércoles su dimisión después de que sus dos exesposas le acusaran públicamente de maltratos físicos y verbales contra ellas. En su primera valoración de la polémica, Trump le deseó lo mejor a su exsecretario de personal y pidió “recordar” que Porter ha afirmado con “mucha rotundidad que es inocente”.
Trump no hizo ningún comentario de reproche a la violencia machista ni marcó distancias con Porter. Se limitó a calificar de “muy tristes” y “sorprendentes” las acusaciones de maltratos y explicó que las conoció “recientemente”. “Hizo un muy buen trabajo cuando estuvo en la Casa Blanca. Esperamos que tenga una carrera brillante y tiene una gran carrera por delante”, dijo el mandatario sobre su exasistente.
El multimillonario neoyorquino ha hablado en términos soeces sobre mujeres y ha respaldado a políticos acusados de acoso sexual, como hizo el año pasado con Roy Moore, candidato republicano a senador por Alabama, que había sido denunciado de abusar a menores décadas atrás. En la recta final de la campaña electoral de 2016, se difundió una grabación de Trump en 2005 en que afirmaba que, cuando eres una “estrella”, las mujeres te dejan hacer “cualquier cosa”, como agarrarlas “por el coño”. Poco después, una decena de mujeres acusaron a Trump de acoso sexual en las últimas décadas. Él negó las acusaciones y se mofó de las denunciantes.
Porter, de 40 años, se ha convertido en el enésimo quebradero de cabeza de Trump. La renuncia no iba a materializarse hasta encontrar un sustituto, pero el jueves la Casa Blanca rectificó y anunció que Porter ya había dejado de trabajar.
En menos de un día se había desatado una nueva crisis en el entorno de Trump. En este caso, la polémica gira alrededor de si la Casa Blanca pudo haber encubierto a un presunto maltratador y si el presidente y su entorno conocían las acusaciones cuando Porter fue designado al cargo hace un año. El motivo es que las dos exesposas aseguran que comunicaron en enero de 2017 al FBI los presuntos abusos de Porter cuando la agencia policial investigaba sus antecedentes para concederle una credencial de seguridad como alto cargo gubernamental. La Casa Blanca admitió este jueves que Porter tenía una credencial de seguridad temporal y que no había terminado la investigación del FBI a sus antecedentes.
El portavoz adjunto de la Casa Blanca, Raj Shah, reconoció el jueves que el caso se podría haber gestionado mejor pero trató de contenerlo. Calificó de “serias e inquietantes” las denuncias de violencia machista. Y aseguró que Trump y su jefe de gabinete, John Kelly, no conocieron hasta el miércoles, cuando afloraron más detalles de las acusaciones, la “naturaleza completa” de estas.
Sin embargo, según el diario The New York Times, el FBI comunicó el pasado noviembre a Kelly y otros altos cargos de la Casa Blanca, entre ellos el jefe legal Donald F. McGahn, que las acusaciones de maltrato por parte de Porter eran creíbles y que probablemente no iba a superar la prueba de antecedentes. Ya en enero de 2017, poco después de la investidura de Trump, Porter le había comunicado a McGahn que había acusaciones en su contra pero que eran falsas, según el Times y otros medios.
El escándalo deja tocado a Kelly, que defendió a Porter después de que el diario británico The Daily Mail destapara la polémica al hablar con las dos exesposas, que detallaron los presuntos maltratos. En el primer artículo del rotativo, el martes, el jefe de gabinete dijo del responsable de personal: “Es un hombre de una integridad verdadera y no puedo decir suficientes cosas buenas sobre él”.
El miércoles, el diario publicó una imagen de una de las mujeres con un moratón en el ojo, que asegura se lo causó Porter. Él lo niega pero admite haber tomado la fotografía. Inicialmente, el general retirado de los Marines siguió respaldando al funcionario, según fuentes de la Casa Blanca citadas por medios estadounidenses. Kelly no rectificó hasta que Porter anunció su dimisión. Entonces, emitió un comunicado en que se declaró “impactado” y dijo que “no hay lugar para la violencia doméstica”.
Porter era una figura emergente en el círculo de Trump. Era el encargado de coordinar los documentos que llegan al escritorio presidencial. Aparecía detrás del republicano en muchas de las escenas en que el mandatario firmaba un decreto. Y recientemente, apadrinado por Kelly, había ganado protagonismo. Por ejemplo, ayudó a redactar el discurso del estado de la Unión que pronunció Trump en el Congreso la semana pasada. Y viajaba con el presidente.
El secretario de personal tenía, en apariencia, un expediente impoluto. Estudió en las universidades de Harvard y Oxford, trabajó para tres senadores republicanos y es hijo de Roger Porter, que fue asesor económico del presidente George H.W. Bush y ahora es profesor en Harvard. Porter era uno de los 22 asesores de mayor rango de la Casa Blanca, que cobran el sueldo más elevado (179.000 dólares anuales), según el diario USA Today.
Todo trabajador de la residencia necesita una credencial de seguridad, que en los cargos civiles concede una oficina especial de la presidencia tras una investigación de antecedentes hecha por el FBI. El objetivo es determinar si esa persona, una vez conozca secretos oficiales, puede ser objeto de chantaje.
Ese es un detalle relevante. Colbee Holderness, la primera esposa de Porter con el que estuvo cinco años casada, asegura que, en las dos entrevistas que tuvo con el FBI para el proceso de la credencial de seguridad, se le preguntó si su exmarido podía ser objeto de chantaje y ella respondió que sí porque, alegó, había personas que conocían sus abusos. “Pensé que al contar mi historia al FBI, no sería colocado en ese puesto [en la Casa Blanca]”, dijo a The Washington Post. Jennifer Willoughby, la segunda esposa de Porter del que se separó en 2010 tras un año casados, también dijo a ese diario que reveló al FBI los presuntos maltratos.
Para complicar más todo el caso, Porter mantiene, según varios medios, una relación sentimental con Hope Hicks, la directora de comunicación de la Casa Blanca. El martes, Hicks contribuyó a la redacción del comunicado de Kelly en que defendía la “integridad y el honor” del secretario de personal.