Trump amenaza a California con quitar a la policía de inmigración como represalia
El presidente dice que la medida provocaría "crimen como nunca se ha visto" y obligaría al estado a "suplicar" la vuelta de los agentes
Pablo Ximénez de Sandoval
Corresponsal en California
Los Ángeles, El País
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, atacó este jueves al estado de California en los términos más duros que haya utilizado hasta el momento. Trump expresó su frustración por las políticas de defensa de los inmigrantes en el estado y amenazó con retirar a la policía de inmigración (ICE, por sus siglas en inglés) y de fronteras para provocar en California “un desastre de crimen como nunca se ha visto”.
El comentario, que viene a revelar el profundo malestar de la Casa Blanca con el constante desafío de California en materia de inmigración, fue lanzado al aire sin venir a cuento en medio de una reunión en la Casa Blanca con representantes locales y estatales sobre propuestas para reducir la violencia de las armas en las escuelas. Es la misma reunión en la que el presidente propuso dar armas a los profesores. En un momento dado, Trump empezó a hablar de las bandas callejeras y la pandilla MS-13, un asunto que le obsesiona. Estas fueron sus palabras:
“Las bandas son un gran problema. Hablamos de seguridad para los niños, los niños vuelven caminando a su casa y se encuentran con una de estas bandas, y son animales absolutos, no son seres humanos, son animales. Y la tortura, el nivel de tortura… estamos sacando a la MS-13 por miles, pero entran, son listos, de hecho tienen franquicias que vana Los Ángeles, el estado de California no nos ayuda. Quiero decir, francamente, si yo quisiera sacar a nuestra gente de California, tendrías un desastre de crímenes como nunca has visto en California”.
Y a partir de ahí, el presidente sigue: “Solo tengo que decir: ‘ICE y Patrulla Fronteriza, dejad a California en paz’. Estarías inundado, verías crimen como nadie ha visto en este país. Y aun así no tenemos ayuda del Estado de California. Están haciendo un trabajo de gestión penoso, tienen los impuestos más altos del país y no saben lo que está pasando ahí fuera. Francamente, es una desgracia, la situación con las ciudades santuario, la protección de estos criminales horribles… si sacáramos a ICE, o si dijéramos ‘deja en paz a California, que se las apañen solos’, en dos meses nos estarían suplicando que volviéramos, estarían suplicando. Y, sabes, me lo estoy pensando”.
California es el estado más rico de Estados Unidos, el más poblado y el que más inmigrantes tiene, con documentación y sin ella. También es la primera potencia agrícola del país. Los inmigrantes indocumentados son una pieza esencial de la economía en el campo, la construcción y la hostelería. En el estado existe el consenso político de que el hostigamiento innecesario a los sin papeles tendría consecuencias económicas. Por ejemplo, el sector agrícola está sufriendo una falta de mano de obra que algunos productores achacan al miedo generalizado impuesto por la política de deportaciones indiscriminadas del Gobierno Trump.
Casi todas las grandes ciudades de California tienen políticas que se llaman popularmente de santuario, un término confuso que indica el criterio general de no emplear a la fuerza pública local para perseguir a los inmigrantes. El problema de los indocumentados es tan grande en Estados Unidos (unos 11 millones de personas) que ICE, la policía federal especializada en inmigración, no da abasto para deportar más que a una mínima parte, por lo que reclaman colaboración de las autoridades locales. El Gobierno Trump ha hecho de esta reclamación una exigencia, hasta el punto de amenazar con retirar fondos federales a las jurisdicciones que no colaboraran con ICE. Un juez paralizó la amenaza.
La política de las grandes ciudades es que sus policías no intervienen en este asunto, porque desde el punto de vista de la seguridad es contraproducente tener a cientos de miles de vecinos temerosos de la policía. Si creen que la policía local los puede deportar, no denunciarán delitos y no se prestarán como testigos. En Los Ángeles, esta política tiene más de 30 años. Todas las grandes ciudades del país, donde se concentran los inmigrantes indocumentados, siguen la misma política. El crimen en Los Ángeles está en mínimos históricos.
California, sin embargo, es el estado que más lejos ha llevado este criterio. Este año aprobó la llamada ley del estado santuario, que eleva esa política local al nivel de todo el estado. La ley ha intensificado hasta niveles sin precedentes el enfrentamiento entre el estado y el Gobierno federal.
Pablo Ximénez de Sandoval
Corresponsal en California
Los Ángeles, El País
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, atacó este jueves al estado de California en los términos más duros que haya utilizado hasta el momento. Trump expresó su frustración por las políticas de defensa de los inmigrantes en el estado y amenazó con retirar a la policía de inmigración (ICE, por sus siglas en inglés) y de fronteras para provocar en California “un desastre de crimen como nunca se ha visto”.
El comentario, que viene a revelar el profundo malestar de la Casa Blanca con el constante desafío de California en materia de inmigración, fue lanzado al aire sin venir a cuento en medio de una reunión en la Casa Blanca con representantes locales y estatales sobre propuestas para reducir la violencia de las armas en las escuelas. Es la misma reunión en la que el presidente propuso dar armas a los profesores. En un momento dado, Trump empezó a hablar de las bandas callejeras y la pandilla MS-13, un asunto que le obsesiona. Estas fueron sus palabras:
“Las bandas son un gran problema. Hablamos de seguridad para los niños, los niños vuelven caminando a su casa y se encuentran con una de estas bandas, y son animales absolutos, no son seres humanos, son animales. Y la tortura, el nivel de tortura… estamos sacando a la MS-13 por miles, pero entran, son listos, de hecho tienen franquicias que vana Los Ángeles, el estado de California no nos ayuda. Quiero decir, francamente, si yo quisiera sacar a nuestra gente de California, tendrías un desastre de crímenes como nunca has visto en California”.
Y a partir de ahí, el presidente sigue: “Solo tengo que decir: ‘ICE y Patrulla Fronteriza, dejad a California en paz’. Estarías inundado, verías crimen como nadie ha visto en este país. Y aun así no tenemos ayuda del Estado de California. Están haciendo un trabajo de gestión penoso, tienen los impuestos más altos del país y no saben lo que está pasando ahí fuera. Francamente, es una desgracia, la situación con las ciudades santuario, la protección de estos criminales horribles… si sacáramos a ICE, o si dijéramos ‘deja en paz a California, que se las apañen solos’, en dos meses nos estarían suplicando que volviéramos, estarían suplicando. Y, sabes, me lo estoy pensando”.
California es el estado más rico de Estados Unidos, el más poblado y el que más inmigrantes tiene, con documentación y sin ella. También es la primera potencia agrícola del país. Los inmigrantes indocumentados son una pieza esencial de la economía en el campo, la construcción y la hostelería. En el estado existe el consenso político de que el hostigamiento innecesario a los sin papeles tendría consecuencias económicas. Por ejemplo, el sector agrícola está sufriendo una falta de mano de obra que algunos productores achacan al miedo generalizado impuesto por la política de deportaciones indiscriminadas del Gobierno Trump.
Casi todas las grandes ciudades de California tienen políticas que se llaman popularmente de santuario, un término confuso que indica el criterio general de no emplear a la fuerza pública local para perseguir a los inmigrantes. El problema de los indocumentados es tan grande en Estados Unidos (unos 11 millones de personas) que ICE, la policía federal especializada en inmigración, no da abasto para deportar más que a una mínima parte, por lo que reclaman colaboración de las autoridades locales. El Gobierno Trump ha hecho de esta reclamación una exigencia, hasta el punto de amenazar con retirar fondos federales a las jurisdicciones que no colaboraran con ICE. Un juez paralizó la amenaza.
La política de las grandes ciudades es que sus policías no intervienen en este asunto, porque desde el punto de vista de la seguridad es contraproducente tener a cientos de miles de vecinos temerosos de la policía. Si creen que la policía local los puede deportar, no denunciarán delitos y no se prestarán como testigos. En Los Ángeles, esta política tiene más de 30 años. Todas las grandes ciudades del país, donde se concentran los inmigrantes indocumentados, siguen la misma política. El crimen en Los Ángeles está en mínimos históricos.
California, sin embargo, es el estado que más lejos ha llevado este criterio. Este año aprobó la llamada ley del estado santuario, que eleva esa política local al nivel de todo el estado. La ley ha intensificado hasta niveles sin precedentes el enfrentamiento entre el estado y el Gobierno federal.