River, lejos de todo

Con Boca a una distancia inalcanzable y una brecha importante con los puestos de Libertadores, el lío de River es que está a años luz de su mejor funcionamiento.

Silvio Favale @SilvioFavale
SFavale@ole.com.ar
El problema más serio que tiene River no terminan siendo esos 19 puntos que lo separan de la punta, ni tampoco la distancia que lo aleja de la posibilidad cierta de asegurarse un lugar en la próxima Copa Libertadores. El gran culebrón del equipo de Marcelo Gallardo es que está a años luz de su mejor versión, o en todo caso de una versión más o menos digna. Así es que los números (en rojo) son simplemente un desprendimiento de las limitaciones que se perciben partido a partido por parte de un plantel que sumó figuras pero aún no funciona como equipo. Por eso es que hoy River está lejos de todo.


“Es difícil tener que salir a jugar cuando no hay nada por qué hacerlo”, sentenció el propio MG a la salida de Lanús, una vez consumada la quinta derrota consecutiva en condición de visitante. Sin dudas, una declaración tan polémica como desacertada, ya que si bien es cierto que ilusionarse con alcanzar a Boca suena utópico, la verdadera lucha del de Núñez pasa por remontar en el campeonato y llegar a zona de Libertadores. Y no se trata de un premio consuelo, eh: de no conseguirlo, la única posibilidad que le quedaría a Gallardo y compañía para asegurarse un boleto para el próximo mayor certamen de Sudamérica sería ganando por tercera vez consecutiva la Copa Argentina. Y lo cierto es que más allá de los puntos y los 12 equipos en el medio, no es una cifra que suena descabellada de descontar. Mucho menos si se piensa en la Sudamericana, en la que también está out hoy: se ubica a cinco (o seis) del último lugar asegurado.

El embrollo es que ponerse a hacer cuentas al aire no tiene lógica alguna si no se sustenta en una mejora futbolística. En el renacer de varios futbolistas (Nacho Fernández, el caso más sensible), en la explosión de los que llegaron para reforzar la idea del DT (Pratto, por ejemplo) y también en que el propio Gallardo reafirme con hechos lo que dice en voz alta: que no se casa con ninguno. De hecho, si quiere “tocar el amor propio de los jugadores”, una buena forma de hacerlo puede ser rotando y dándoles lugar a los que esperan afuera (Quintero, Mayada, De la Cruz, Palacio...). Porque además de la Superliga, que no se terminó, Gallardo debe encontrarle la vuelta a un equipo que tendrá que jugar la Supercopa, una de las Libertadores más duras y la Copa Argentina.

Entradas populares