Merkel se declara preparada para hacer “dolorosas concesiones” para formar Gobierno
CDU y SPD ultiman una intensa negociación tras casi cinco meses de Gobierno interino
Ana Carbajosa
Fráncfort, El País
La tensión crece en Alemania a medida que pasan las horas. El esperado acuerdo de gran coalición entre los dos grandes partidos no acaba de llegar, horas antes de que finalice el último plazo fijado. La canciller alemana, Angela Merkel, que se juega su cuarto mandato en estas negociaciones, aseguró este martes estar “dispuesta a hacer concesiones difíciles” para llegar a un acuerdo con el partido socialdemócrata y formar un Ejecutivo que acabe con la parálisis política que dura ya más de cuatro meses. Europa espera impaciente que Alemania cuente con un Gobierno para poner en marcha una batería de reformas pendientes con las que el eje París-Berlín aspira a refundar la Unión.
Este martes expira el tiempo de descuento que se habían dado los partidos para llegar a un acuerdo. Doce días llevaban encerrados los equipos negociadores del bloque de centro-derecha que lidera Merkel (CDU/CSU) y del partido socialdemócrata (SPD) tratando de pactar un documento de consenso que servirá de programa de Gobierno para los próximos cuatro años.
Las diferencias entre los partidos, sobre todo en materia laboral y del sistema público de salud, se enquistaron en la recta final de las negociaciones hasta poner en peligro el pacto final superados ya todos los plazos fijados.
Ambos equipos negocian bajo la presión de un electorado menguante. A izquierda y a derecha temen que las promesas electorales de sus partidos acaben diluidas en el Ejecutivo de consenso en ciernes. El ascenso de la extrema derecha (Alternativa por Alemania, Afd), con un discurso antiinmigración y de rechazo a la gran coalición como la que ahora se negocia y que ha gobernado durante ocho de los últimos doce años, estrecha también el margen de acción de unos partidos temerosos de perder aún más votantes.
El pacto de Gobierno es una condición necesaria, aunque todavía insuficiente para acabar con la parálisis política en Alemania. Antes de ver la luz, la gran coalición deberá superar aún un trámite tan decisivo como peliagudo. Las bases del partido socialdemócrata deberán aprobar en una consulta vinculante una alianza que suscita no pocos recelos en amplios sectores del partido. Sienten que la cohabitación con el bloque conservador es la causa de la derrota histórica que el SPD sufrió el pasado septiembre.
El resultado del maratón negociador de doce días es un documento cuasicontractual, que según el último borrador al que el martes tuvo acceso la prensa alemana, ocupa 170 páginas y 14 capítulos. La refundación de Europa aparece como prioridad de un Ejecutivo, que prestará especial atención a las familias, que promete una inyección multimillonaria en educación y que fija un límite de entradas para los refugiados.
Por la mañana, antes de sentarse en la mesa de negociación, Merkel advirtió que “cada uno de nosotros tendrá que hacer concesiones dolorosas y yo estoy preparada para hacerlo”. La canciller jugó también la carta de la estabilidad para descartar cualquier opción alternativa a la gran coalición. “Cuando vemos los movimientos de los mercados de las últimas horas, vivimos en tiempos turbulentos y lo que se espera de partidos como los nuestros es que formemos un Gobierno por el bien de la gente, uno que proporcione estabilidad”, dijo Merkel este martes. Sin acuerdo de gran coalición, la canciller, que ganó las elecciones en septiembre pero sin la mayoría necesaria para formar Gobierno, se vería obligada a gobernar en minoría, una opción que hasta ahora ha descartado.
“Un nuevo comienzo para Europa”, se titula el primer capítulo del borrador del documento que anoche se negociaba in extremis. “El futuro de nuestro país depende de que haya una Europa fuerte y unida”, escribía durante las negociaciones Schulz en un mensaje a los miembros de su partido. “Ahora tenemos una oportunidad real, junto a Francia de construir una Europa más democrática, más social y capaz de actuar”, indicó el líder del SPD, quien marcó como precondición del acuerdo una inversión política y económica en el proyecto europeo. El pacto, estimó el líder socialdemócrata, marcaría “el fin del dictado de la austeridad”.
Bruselas y también el presidente francés, Emmanuel Macron, esperan impacientes que Berlín cuente con un Gobierno para acometer la batería de reformas con las que aspiran a refundar una Europa inmersa en una crisis de identidad.
Ana Carbajosa
Fráncfort, El País
La tensión crece en Alemania a medida que pasan las horas. El esperado acuerdo de gran coalición entre los dos grandes partidos no acaba de llegar, horas antes de que finalice el último plazo fijado. La canciller alemana, Angela Merkel, que se juega su cuarto mandato en estas negociaciones, aseguró este martes estar “dispuesta a hacer concesiones difíciles” para llegar a un acuerdo con el partido socialdemócrata y formar un Ejecutivo que acabe con la parálisis política que dura ya más de cuatro meses. Europa espera impaciente que Alemania cuente con un Gobierno para poner en marcha una batería de reformas pendientes con las que el eje París-Berlín aspira a refundar la Unión.
Este martes expira el tiempo de descuento que se habían dado los partidos para llegar a un acuerdo. Doce días llevaban encerrados los equipos negociadores del bloque de centro-derecha que lidera Merkel (CDU/CSU) y del partido socialdemócrata (SPD) tratando de pactar un documento de consenso que servirá de programa de Gobierno para los próximos cuatro años.
Las diferencias entre los partidos, sobre todo en materia laboral y del sistema público de salud, se enquistaron en la recta final de las negociaciones hasta poner en peligro el pacto final superados ya todos los plazos fijados.
Ambos equipos negocian bajo la presión de un electorado menguante. A izquierda y a derecha temen que las promesas electorales de sus partidos acaben diluidas en el Ejecutivo de consenso en ciernes. El ascenso de la extrema derecha (Alternativa por Alemania, Afd), con un discurso antiinmigración y de rechazo a la gran coalición como la que ahora se negocia y que ha gobernado durante ocho de los últimos doce años, estrecha también el margen de acción de unos partidos temerosos de perder aún más votantes.
El pacto de Gobierno es una condición necesaria, aunque todavía insuficiente para acabar con la parálisis política en Alemania. Antes de ver la luz, la gran coalición deberá superar aún un trámite tan decisivo como peliagudo. Las bases del partido socialdemócrata deberán aprobar en una consulta vinculante una alianza que suscita no pocos recelos en amplios sectores del partido. Sienten que la cohabitación con el bloque conservador es la causa de la derrota histórica que el SPD sufrió el pasado septiembre.
El resultado del maratón negociador de doce días es un documento cuasicontractual, que según el último borrador al que el martes tuvo acceso la prensa alemana, ocupa 170 páginas y 14 capítulos. La refundación de Europa aparece como prioridad de un Ejecutivo, que prestará especial atención a las familias, que promete una inyección multimillonaria en educación y que fija un límite de entradas para los refugiados.
Por la mañana, antes de sentarse en la mesa de negociación, Merkel advirtió que “cada uno de nosotros tendrá que hacer concesiones dolorosas y yo estoy preparada para hacerlo”. La canciller jugó también la carta de la estabilidad para descartar cualquier opción alternativa a la gran coalición. “Cuando vemos los movimientos de los mercados de las últimas horas, vivimos en tiempos turbulentos y lo que se espera de partidos como los nuestros es que formemos un Gobierno por el bien de la gente, uno que proporcione estabilidad”, dijo Merkel este martes. Sin acuerdo de gran coalición, la canciller, que ganó las elecciones en septiembre pero sin la mayoría necesaria para formar Gobierno, se vería obligada a gobernar en minoría, una opción que hasta ahora ha descartado.
“Un nuevo comienzo para Europa”, se titula el primer capítulo del borrador del documento que anoche se negociaba in extremis. “El futuro de nuestro país depende de que haya una Europa fuerte y unida”, escribía durante las negociaciones Schulz en un mensaje a los miembros de su partido. “Ahora tenemos una oportunidad real, junto a Francia de construir una Europa más democrática, más social y capaz de actuar”, indicó el líder del SPD, quien marcó como precondición del acuerdo una inversión política y económica en el proyecto europeo. El pacto, estimó el líder socialdemócrata, marcaría “el fin del dictado de la austeridad”.
Bruselas y también el presidente francés, Emmanuel Macron, esperan impacientes que Berlín cuente con un Gobierno para acometer la batería de reformas con las que aspiran a refundar una Europa inmersa en una crisis de identidad.