La confesión del papa Francisco que alerta al mundo
Roma, AFP
El papa Francisco se reúne con frecuencia y en privado con víctimas de sacerdotes pedófilos, según reveló el propio pontífice, quien enfrenta uno de los mayores escándalos de su pontificado por haber protegido a un obispo acusado de encubrir numerosos casos en Chile.
La revelación del papa fue hecha a un grupo de jesuitas latinoamericanos durante una reunión celebrada en enero pasado en Chile.
La noticia fue confirmada este jueves por la oficina de prensa del Vaticano y muestra la preocupación del pontífice argentino por atajar el escándalo de la pedofilia en la iglesia, que empañó su reciente visita a Chile.
Los abusos sexuales cometidos por curas a menores de edad constituyen la “mayor humillación que la Iglesia ha sufrido”, aseguró el pontífice argentino al ser interrogado por los jesuitas sobre uno de los mayores escándalos que han afectado la credibilidad de la institución.
“Es horrible. Hay que escuchar a los que han sido abusados, hombres y mujeres (…) Su proceso es muy duro. Quedan aniquilados”, reconoció el pontífice argentino durante la reunión con los jesuitas sudamericanos celebrada a puertas cerradas en Chile el pasado 16 de enero.
La conversación completa será publicada en el próximo número de la revista de la Compañía de Jesús, “Civiltà Cattolica”, cuyo director, Antonio Spadaro, autorizó la publicación este jueves de algunos pasajes en el diario italiano Corriere della Sera.
“Los viernes, a veces se sabe y otras veces no, generalmente me encuentro con algunos de ellos“, reveló el papa.
“Para la Iglesia es una gran humillación, que no sólo muestra su fragilidad sino también su nivel de hipocresía, digámoslo claramente”, añadió.
La defensa por parte del papa de la figura del obispo chileno Juan Barros, acusado de haber encubierto numerosos casos de abuso sexual cometidos por el cura Fernando Karadima, generó la ira de las víctimas y de numerosos chilenos que salieron a protestar.
– Un enviado para el caso Barros –
Tras su regreso a Roma, el papa pidió disculpas a las víctimas de los abusos y decidió enviar a un investigador especial del Vaticano para analizar el caso de Barros.
A casi cinco años de su elección, la pedofilia sigue siendo una espina clavada para el pontificado de Francisco, pese a sus promesas de perseguirla con la mayor severidad.
Desde que estallaron en 2001 los casos, primero en Irlanda y luego en Estados Unidos, las denuncias por abusos sexuales contra sacerdotes y religiosos se han multiplicado por todo el mundo, desde el corazón de Europa hasta América Latina.
El mismo papa reconoció durante la charla con los jesuitas que se puede caer en la tentación de minimizar el fenómeno, un “consuelo”, que pidió rechazar.
“Hay quienes dicen: `Miren las estadísticas… el 70% de los pedófilos se encuentra en el ámbito familiar, de los conocidos. Después en los colegios, en las piscinas. El porcentaje de pedófilos que son curas católicos no llega al 2%, es del 1,6%. No es para tanto… Pero eso es terrible, aún si fuera uno sólo de nuestros hermanos. Porque Dios lo ungió para santificar a niños y grandes y él, en lugar de santificarlos, los ha destruído”, advirtió.
El caso Barros se está convirtiendo en una de las pruebas más importantes para el papado de Francisco, quien deberá demostrar que no se limita a bellas palabras y gestos sino que es capaz tanto de corregirse como de actuar.
Como primera medida, el papa decidió enviar al obispo Charles Scicluna, arzobispo de Malta, considerado uno de los mayores expertos en crímenes sexuales, quien llegará a Chile el próximo 20 de febrero para investigar las acusaciones de encubrimiento de abusos sexuales por parte de Barros.
El arzobispo escuchará a víctimas de Karadima, y luego presentará un informe al Vaticano. El cual suscita expectativas.
En varias ocasiones, numerosas víctimas han manifestado públicamente su amargura por la actitud de la Iglesia y han pedido más severidad a la mayor jerarquía de la misma.
El papa Francisco se reúne con frecuencia y en privado con víctimas de sacerdotes pedófilos, según reveló el propio pontífice, quien enfrenta uno de los mayores escándalos de su pontificado por haber protegido a un obispo acusado de encubrir numerosos casos en Chile.
La revelación del papa fue hecha a un grupo de jesuitas latinoamericanos durante una reunión celebrada en enero pasado en Chile.
La noticia fue confirmada este jueves por la oficina de prensa del Vaticano y muestra la preocupación del pontífice argentino por atajar el escándalo de la pedofilia en la iglesia, que empañó su reciente visita a Chile.
Los abusos sexuales cometidos por curas a menores de edad constituyen la “mayor humillación que la Iglesia ha sufrido”, aseguró el pontífice argentino al ser interrogado por los jesuitas sobre uno de los mayores escándalos que han afectado la credibilidad de la institución.
“Es horrible. Hay que escuchar a los que han sido abusados, hombres y mujeres (…) Su proceso es muy duro. Quedan aniquilados”, reconoció el pontífice argentino durante la reunión con los jesuitas sudamericanos celebrada a puertas cerradas en Chile el pasado 16 de enero.
La conversación completa será publicada en el próximo número de la revista de la Compañía de Jesús, “Civiltà Cattolica”, cuyo director, Antonio Spadaro, autorizó la publicación este jueves de algunos pasajes en el diario italiano Corriere della Sera.
“Los viernes, a veces se sabe y otras veces no, generalmente me encuentro con algunos de ellos“, reveló el papa.
“Para la Iglesia es una gran humillación, que no sólo muestra su fragilidad sino también su nivel de hipocresía, digámoslo claramente”, añadió.
La defensa por parte del papa de la figura del obispo chileno Juan Barros, acusado de haber encubierto numerosos casos de abuso sexual cometidos por el cura Fernando Karadima, generó la ira de las víctimas y de numerosos chilenos que salieron a protestar.
– Un enviado para el caso Barros –
Tras su regreso a Roma, el papa pidió disculpas a las víctimas de los abusos y decidió enviar a un investigador especial del Vaticano para analizar el caso de Barros.
A casi cinco años de su elección, la pedofilia sigue siendo una espina clavada para el pontificado de Francisco, pese a sus promesas de perseguirla con la mayor severidad.
Desde que estallaron en 2001 los casos, primero en Irlanda y luego en Estados Unidos, las denuncias por abusos sexuales contra sacerdotes y religiosos se han multiplicado por todo el mundo, desde el corazón de Europa hasta América Latina.
El mismo papa reconoció durante la charla con los jesuitas que se puede caer en la tentación de minimizar el fenómeno, un “consuelo”, que pidió rechazar.
“Hay quienes dicen: `Miren las estadísticas… el 70% de los pedófilos se encuentra en el ámbito familiar, de los conocidos. Después en los colegios, en las piscinas. El porcentaje de pedófilos que son curas católicos no llega al 2%, es del 1,6%. No es para tanto… Pero eso es terrible, aún si fuera uno sólo de nuestros hermanos. Porque Dios lo ungió para santificar a niños y grandes y él, en lugar de santificarlos, los ha destruído”, advirtió.
El caso Barros se está convirtiendo en una de las pruebas más importantes para el papado de Francisco, quien deberá demostrar que no se limita a bellas palabras y gestos sino que es capaz tanto de corregirse como de actuar.
Como primera medida, el papa decidió enviar al obispo Charles Scicluna, arzobispo de Malta, considerado uno de los mayores expertos en crímenes sexuales, quien llegará a Chile el próximo 20 de febrero para investigar las acusaciones de encubrimiento de abusos sexuales por parte de Barros.
El arzobispo escuchará a víctimas de Karadima, y luego presentará un informe al Vaticano. El cual suscita expectativas.
En varias ocasiones, numerosas víctimas han manifestado públicamente su amargura por la actitud de la Iglesia y han pedido más severidad a la mayor jerarquía de la misma.