El show de Griezmann

El francés marcó los cuatro goles y confirma que está en estado de gracia para la visita del domingo en el Camp Nou. El Leganés se fue diluyendo tras el 2-0.

Patricia Cazón
As
Con la izquierda, de falta, de cabeza y hasta de semifallo. Griezmann ha sacado su capa y con ella apunta al Barça. Un Barça que aún debe jugar, hoy, volver a distanciarse a siete puntos, pero ayer el Atleti durmió a cuatro. Un suspiro. Un partido y un poco más. Un partido que puede ser el domingo. El de ayer lo resolvió Griezmann, infinito e histórico. Y lo hizo en una noche que comenzó desapacible y más triste, mucho más, porque al fútbol le falta Quini y el vacío que deja es inmenso pero el Atleti no le dejó a la pelota que también le añorara. En cuando rodó le puso velocidad y ocasiones. En minuto y medio Costa y Saúl sumaban dos y el Atleti asediaba, sin Gabi pero Thomas al centro, con brújula, y Koke de nuevo Koke. Y mirando siempre hacia delante.


Había salido el Atleti con presión alta y la chispa impredecible que es Griezmann con Costa. Un Griezmann liberado. Un Griezmann que, sin presión sólo juega, como sabe, como le sale. Y salió el Atleti acosando al Leganés. Un Leganés que podía no jugar con Rubén Pérez o Siovas, por forzar amarilla el fin de semana pasado pensando en el que viene, pero es el Leganés, equipo de Garitano, granítico. Replicó al Atleti con un cabezazo de Guerrero peligroso pero alto y, después, con Eraso que se plantó solo en el área pero remató fuera. Se había quitado de encima el Lega el primer dominio del Atleti pero en seguida, Griezmann, volvió a posarlo, por completo, sobre sus hombros, al enviar a la cruceta una falta cometida sobre Correa. Era el principio de su noche, su gran noche.

Un balón al larguero en el área de Oblak fue la respuesta. Lo envió Gumbau. Y el rechace de Pirés lo sacó Filipe bajo palos. Garitano se mira en Simeone y su equipo, firme, amenazaba cada vez que pisaba el área, buscando un error... Pero éste lo cometió Mantovani: dejó que se le escapara Griezmann.

Cuando se dio cuenta, el argentino sólo vio agitarse su capa, por delante, ante Cuéllar, después de que Koke le enviara un balón al hueco tras una contra que nació en Correa. De un zurdazo lo envió a la red. Y sus manos a celebrar, simulando disparos tras correr al banquillo para abrazarse a Gabi, al capi, a Simeone. Pronto Cuéllar recibiría el segundo que le lanzó con los pies. Porque el francés volvería a pedirse una falta en la frontal y esta vez no la enviaría a la cruceta, sino a media altura. El portero, quieto, sólo la miraría pasar. El agujero estaba hecho. Garitano casi rompe el banquillo visitante de un puñetazo.

Centenario Griezmann

Tras el descanso, el entrenador del Leganés metió a Mozo y Amrabat para ser más directo pero el partido sólo tenía una dirección, la que quería Grizi. Y a su capa, de repertorio infinito, aún le quedaban dos trucos. El del gol de cabeza llegó tras un centro perfecto de Filipe. Era su tercero del partido, segundo hat-trick seguido. Y su gol cien con la rojiblanca. Pero anoche el balón le buscaba y aún habría un cuarto. Que Costa agarró un balón y lo envió al segundo palo para que el francés hiciera otro, de semifallo, para meterlo como le faltaba, con la derecha. Era el póquer, la historia. Lo celebró enviando un beso a la grada. Quizá a su hija Mia, a su mujer Erika, la gasolina de sus botas.

Y entonces, Simeone, también mirando al Barça, pudo guardarse a Thomas, pudo guardarse al francés y pudo guardarse a Costa, que se fue enfadado. Oblak, mientras, cerraba el partido con una parada marca Oblak, que el Cholo tiene delanteros y también portero. Y ahora el Camp Nou. Un partido que dirimirá si esta Liga de verdad tiene emoción. Ojo a Griezmann. Y a su capa. Que ahora sí que está sentado en la mesa de Messi...

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