El Partido Laborista se dispone a avanzar hacia un Brexit suave
Jeremy Corbyn apoyará que Reino Unido permanezca en una unión aduanera con la UE
Pablo Guimón
Londres, El País
La balanza política británica se dispone a inclinarse un poco más hacia una ruptura suave con Bruselas. El Partido Laborista, según confirmó este domingo su portavoz del Brexit, Keir Starmer, apoyará que Reino Unido permanezca en una unión aduanera con la UE. Así tiene previsto anunciarlo Jeremy Corbyn, en un discurso llamado a aclarar un poco la “ambigüedad constructiva” que viene desplegando el líder laborista en el Brexit, y que tan bien le ha funcionado hasta la fecha.
“Ambigüedad constructiva” consiste en eludir el tema, en la medida de lo posible, y no posicionarse demasiado claramente, para no alienar a una parte de su electorado que, sobre todo en sus feudos del norte de Inglaterra, sigue defendiendo el Brexit. La idea, por tanto, es dejar la iniciativa al Gobierno e ir posicionándose siempre unos pocos pasos más hacia la permanencia.
El viernes, tras ocho horas de reunión en la residencia de campo de la primera ministra, el Gobierno logró consensuar una postura sobre la deseada relación futura entre Reino Unido y el bloque, que se vino a resumir como “divergencia gestionada ambiciosa”. Otro eufemismo que, básicamente, consiste en la pretensión de divergir en los sectores que le convenga y converger en los demás. Algo que, como se apresuró a decir Donald Tusk el mismo viernes, es “una pura ilusión”. “Desde el comienzo ha sido un principio básico de los 27 que Reino Unido no puede escoger del mercado único a la carta”, explicó.
El pequeño avance del viernes dejaba la pelota en el campo del laborismo y, si se confirma lo que aseguró este domingo Starmer en la BBC, responderá con un paso importante. Se trata de una inteligente jugada política, que vuelve a abrir distancia con el Gobierno y plantea un desafío a los conservadores más pragmáticos. La nueva posición del laborismo deberá sustanciarse en enmiendas a las leyes que se están tramitando en la Cámara, y los diputados tories rebeldes se verán obligados a decidir si son consecuentes con su idea de apoyar un Brexit suave, votando con los laboristas, aunque eso implique una derrota del Gobierno.
Cada vez más voces piden al laborismo posicionarse abiertamente por un Brexit suave, o incluso defender la celebración de un segundo referéndum. Algo que no convence a Corbyn, perteneciente a esa izquierda británica que tradicionalmente recela de la UE. Hasta ahora, la evidencia empírica desaconsejaba enfrentarse al Brexit: dos tercios de los diputados del partido representan a circunscripciones que votaron por salir. Pero a medida que avanzan las negociaciones el horizonte se torna más oscuro y los votantes laboristas que apoyaron el Brexit son, según los sondeos, los que más están cambiando de opinión. Hay tres campañas que recorren estos días el país reclamando un segundo referéndum, y su público objetivo es claro: los votantes laboristas y, en particular, los jóvenes sobre los que se sustenta el culto a Corbyn.
La batalla de la unión aduanera
El Gobierno de May se opone a permanecer en una unión aduanera con la UE porque eso le impediría negociar sus propios acuerdos comerciales con terceros países. Es, hoy por hoy, una línea roja clara: ceder en ese terreno podría provocar una rebelión del sector duro. Sobre esa capacidad negociar acuerdos con terceros construyen los más euroescépticos su quimera de un Reino Unido global fuera de Europa, portaestandarte del libre comercio. Pero, como recordó este domingo Keir Starmer, permanecer en algo parecido a la actual unión aduanera es “la única manera realista” de tener un acceso libre tarifas al mercado único.
Pablo Guimón
Londres, El País
La balanza política británica se dispone a inclinarse un poco más hacia una ruptura suave con Bruselas. El Partido Laborista, según confirmó este domingo su portavoz del Brexit, Keir Starmer, apoyará que Reino Unido permanezca en una unión aduanera con la UE. Así tiene previsto anunciarlo Jeremy Corbyn, en un discurso llamado a aclarar un poco la “ambigüedad constructiva” que viene desplegando el líder laborista en el Brexit, y que tan bien le ha funcionado hasta la fecha.
“Ambigüedad constructiva” consiste en eludir el tema, en la medida de lo posible, y no posicionarse demasiado claramente, para no alienar a una parte de su electorado que, sobre todo en sus feudos del norte de Inglaterra, sigue defendiendo el Brexit. La idea, por tanto, es dejar la iniciativa al Gobierno e ir posicionándose siempre unos pocos pasos más hacia la permanencia.
El viernes, tras ocho horas de reunión en la residencia de campo de la primera ministra, el Gobierno logró consensuar una postura sobre la deseada relación futura entre Reino Unido y el bloque, que se vino a resumir como “divergencia gestionada ambiciosa”. Otro eufemismo que, básicamente, consiste en la pretensión de divergir en los sectores que le convenga y converger en los demás. Algo que, como se apresuró a decir Donald Tusk el mismo viernes, es “una pura ilusión”. “Desde el comienzo ha sido un principio básico de los 27 que Reino Unido no puede escoger del mercado único a la carta”, explicó.
El pequeño avance del viernes dejaba la pelota en el campo del laborismo y, si se confirma lo que aseguró este domingo Starmer en la BBC, responderá con un paso importante. Se trata de una inteligente jugada política, que vuelve a abrir distancia con el Gobierno y plantea un desafío a los conservadores más pragmáticos. La nueva posición del laborismo deberá sustanciarse en enmiendas a las leyes que se están tramitando en la Cámara, y los diputados tories rebeldes se verán obligados a decidir si son consecuentes con su idea de apoyar un Brexit suave, votando con los laboristas, aunque eso implique una derrota del Gobierno.
Cada vez más voces piden al laborismo posicionarse abiertamente por un Brexit suave, o incluso defender la celebración de un segundo referéndum. Algo que no convence a Corbyn, perteneciente a esa izquierda británica que tradicionalmente recela de la UE. Hasta ahora, la evidencia empírica desaconsejaba enfrentarse al Brexit: dos tercios de los diputados del partido representan a circunscripciones que votaron por salir. Pero a medida que avanzan las negociaciones el horizonte se torna más oscuro y los votantes laboristas que apoyaron el Brexit son, según los sondeos, los que más están cambiando de opinión. Hay tres campañas que recorren estos días el país reclamando un segundo referéndum, y su público objetivo es claro: los votantes laboristas y, en particular, los jóvenes sobre los que se sustenta el culto a Corbyn.
La batalla de la unión aduanera
El Gobierno de May se opone a permanecer en una unión aduanera con la UE porque eso le impediría negociar sus propios acuerdos comerciales con terceros países. Es, hoy por hoy, una línea roja clara: ceder en ese terreno podría provocar una rebelión del sector duro. Sobre esa capacidad negociar acuerdos con terceros construyen los más euroescépticos su quimera de un Reino Unido global fuera de Europa, portaestandarte del libre comercio. Pero, como recordó este domingo Keir Starmer, permanecer en algo parecido a la actual unión aduanera es “la única manera realista” de tener un acceso libre tarifas al mercado único.