El centroderecha italiano aprieta para lograr la mayoría

La coalición que lidera Silvio Berlusconi librará durante la última semana una guerra en el sur de Italia por conseguir cerca de un millón de votos que le faltaría para gobernar

Daniel Verdú
Turín, El País
Italia duda. Un 35% de los 51 millones de electores convocados el próximo 4 de marzo no sabe qué votará. Desde hace una semana las previsiones se mueven a tientas en el apagón de encuestas impuesto por ley. Pero los expertos señalan que el centroderecha —Forza Italia, Liga Norte y Hermanos de Italia— está cerca del 40% de votos para una mayoría absoluta. Se la jugarán en el sur. Pero si no sucede, Italia volverá a ser Italia y se encaminará a un complejo proceso en el que emergerá la figura del presidente de la República, Sergio Mattarella, deshacer el entuerto.


El centroderecha o el bloqueo. Esta es la situación a una semana de las elecciones, siempre a la espera de lo que decida un enorme número de indecisos a quienes una campaña vacua construida con promesas irrealizables no ha sacado de dudas. Poca publicidad, mítines low cost y las arcas de los partidos vacías. La sensación que recorre Italia es la de un obstinado déja-vù, encarnado nítidamente en un Berlusconi firmando el mismo contrato en el mismo programa televisivo que hace 17 años. Pero también el del retorno del propio Matteo Renzi en clave crepuscular o la versión solitaria de Emma Bonino, despojada ya del gran relato del Partido Radical y encomendada al prestigio del personaje.

La campaña regurgita también los manejos de fondo de Massimo D’Alema y Pierluigi Bersani en el partido Libres e Iguales. Y, sobre todo, deja bien claro que ningún candidato de los que se han presentado estará en condiciones de gobernar un país que se encamina al bloqueo y necesitará una figura de consenso, lo suficientemente neutra, para desatascarla. Un tiempo cada vez más de transición hacia otra época que no acaba de nacer y en la que, quienes deberían impulsarla, no tienen intención de ir a votar (la abstención de quienes están llamados por primera vez a las urnas roza el 40%). Del resto, la mayoría lo hará por el Movimiento 5 Estrellas, la única novedad significativa en el panorama. Un escenario que preocupa sobremanera en Europa, donde el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, aseguró esta semana que se preparan para un “Gobierno no operativo” y auguró una respuesta negativa de los mercados.

La batalla electoral de la última semana, como explica el politólogo y experto en sistemas electorales Roberto D’Alimonte, se librará en el sur del país. Un lugar, paradójicamente, olvidado en los programas y en la agenda de campaña de los políticos en el que M5S y el centroderecha se disputan algunos colegios. Serán importantes las regiones de Sicilia, Campania, Puglia y Lazio. “Ahí es donde más fuerte es el Movimiento 5 Estrellas. Y si logra vencer con un número consistente de colegios uninominales, impedirá a Berlusconi y a su coalición obtener la mayoría absoluta a nivel nacional. Es muy difícil saber lo que puede pasar, porque son electores difíciles de predecir. Además, el M5S tiene una marca fuerte en el sur, pero los candidatos son débiles”, señala D’Alimonte.

La única posibilidad de no ir a la temida prórroga, con posibilidad de repetición de elecciones incluida, sería una victoria clara del centroderecha —ahora le faltarían alrededor de un millón de votos— con un candidato a primer ministro elegido por Silvio Berlusconi. En este momento Antonio Tajani, presidente del Parlamento Europeo, es el mejor colocado para construir un Ejecutivo a la austriaca. Se le cita indirectamente y, a diferencia de otras veces, se deja querer. Pero, ¿puede recuperar en una semana esos metros que le faltan?

El centroderecha suele estar estimado por debajo del voto real que recibe, señalan las empresas de sondeos estos días. Muchos votantes de la Liga —que sabiendo la batalla que se avecinaba eliminó la palabra “norte” de su marca— no lo admiten en una encuesta. Algunos de Berlusconi, hoy en día tampoco. No está claro. Pero si no logran la mayoría, a partir del 5 de marzo sonará la música de los pactos y durante semanas los partidos correrán alrededor de las sillas frenéticamente. No hay nada escrito. Pero los ceñidos márgenes solo permitirán grandes coaliciones que, por lo general, se basarán en dejar fuera de juego al Movimiento 5 Estrellas, el partido que lidera las encuestas desde hace cinco años.

En parte por eso, la formación de Luigi Di Maio, que se presenta ya con 14 parlamentarios suspendidos por el propio partido por irregularidades diversas durante la campaña, empieza a impacientarse. Según La Stampa, el grillino subió el viernes a la colina del Palacio Quirinal para presentar al presidente de la República una lista con los nombres de un posible Gobierno. Un procedimiento absolutamente fuera de lugar que, normalmente, tiene lugar cuando el jefe del Estado llama a quien considera oportuno. Pero cunde la necesidad de Cinco Estrellas de demostrar al establishment que el discurso de la antipolítica es agua pasada y son un partido fiable. Di Maio se ha visto con la Iglesia, la patronal de empresarios, el cuerpo diplomático. Este domingo, de hecho, anunció el primer nombre de su hipotético ejecutivo para la cartera de Medio Ambiente. Incluso parece que se ha abierto en las últimas horas a formar un Gobierno de izquierdas con el PD.

Pero el partido de Renzi, que empieza a asumir que será imposible repetir en el cargo, se tambalea como nunca y en las últimas horas lo fía todo a un arma secreta que, por supuesto, no es el denostado ex-premier. El actual primer ministro, Paolo Gentiloni, coge cuerpo como una opción de consenso en caso de bloqueo. Le aúpan los notables del partido: desde Walter Veltroni a Enrico Letta, pasando por Romano Prodi. Su buena sintonía con Mattarella, además, le garantizaría hilo directo con el Quirinale. Este domingo, en una entrevista con La Repubblica él mismo hizo valer su figura como contrapeso al supuesto populismo de la Liga y el M5S que tanto preocupa en Europa.

Pero Berlusconi, el hombre que dejó al país el 9 de noviembre de 2011 con una prima de riesgo de 574 y unas cifras económicas de colapso, sigue sin descubrir sus cartas e insiste en su propuesta estrella: una tasa fija de impuestos del 23%. En Hong Kong, dijo el otro día en un programa televisivo, ha funcionado muy bien. Pero, de momento, su batalla se encuentra solo a algunos kilómetros al sur de Roma.

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