Ecuador decide si entierra el legado de Rafael Correa
La consulta de este domingo, que incluye la eliminación de la reelección indefinida, supone el pulso decisivo entre el expresidente y Lenín Moreno
Francesco Manetto
Guayaquil, El País
Los ecuatorianos deciden este domingo en referéndum qué hacer con el legado de Rafael Correa, que gobernó el país durante diez años con un estilo explosivo tratando de impulsar un modelo de gestión bautizado como socialismo del siglo XXI. La consulta, promovida por el actual presidente, Lenín Moreno, supone un pulso decisivo con quien fuera su antiguo aliado y, a tenor de las encuestas, puede marcar el fin de una etapa. La votación, con siete preguntas independientes entre sí, incluye la eliminación de la reelección indefinida, una modificación constitucional introducida por la Asamblea Nacional en 2015 que le permitiría volver a presentarse a las próximas elecciones.
La fotografía del panorama político de Ecuador ha cambiado radicalmente en menos de un año. En febrero de 2017, en vísperas de los comicios presidenciales, en la instantánea aparecía Correa arropando la candidatura de Moreno, que había sido su vicepresidente entre 2007 y 2013. El Movimiento Alianza País ganó de nuevo, en segunda vuelta, a sus opositores. Pero con el comienzo del mandato, en mayo, las diferencias entre los dos dirigentes se convirtieron en grietas y finalmente derivaron en una fractura insanable.
Las hipótesis que formulaba el expresidente antes de dejar el cargo se han vuelto una realidad, aunque en el contexto opuesto. “Si gana la oposición, probablemente tendré que regresar más pronto y estar en el momento histórico que se requiere”, manifestó en un encuentro con periodistas extranjeros durante la campaña contra el conservador Guillermo Lasso. Correa se fue a vivir a Bélgica, el país de origen de su esposa, y finalmente regresó para frenar lo que considera una traición de su sucesor. Se volcó personalmente en contra de este referéndum, lleva un mes recorriendo el país pidiendo el voto por el no, se desvinculó de Alianza País y llegó a decir que la “consulta es un golpe de Estado blando”.
En medio, quedan varios cruces de acusaciones y la caída, por su implicación en el escándalo de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht, del vicepresidente Jorge Glas. Este, hombre de confianza de Correa, fue condenado en diciembre a seis años por un delito de asociación ilícita. Así las cosas, el exmandatario, cuya popularidad alcanzó cotas muy altas, se enfrenta ahora a una fase de incertidumbre. En las últimas semanas, le han lanzado huevos, abucheado y ha sido víctima de intentos de agresiones que él considera orquestadas.
Al mismo tiempo, la aceptación de Moreno se ha consolidado y, según las principales encuestas, ganará la consulta popular con una holgada mayoría, que hasta podría rondar el 80% en alguna pregunta. En cualquier caso, el trasfondo de la votación, a la que están llamados unos 13 millones de ecuatorianos, tiene que ver sobre todo con el poder. Aunque las líneas maestras del proyecto económico del actual Gobierno no difieren de la etapa anterior, el estilo es distinto. La percepción de polarización social ha remitido y, en definitiva, el presidente quiere seguir su criterio, desvinculándose del pasado. “He manifestado siempre que no estoy de acuerdo con las reelecciones”, explicó a EL PAÍS en una reciente entrevista. “A veces ni siquiera una sola. Una reelección indefinida ya se convierte en una dictadura disfrazada de democracia. El círculo del mandatario le crea un halo de que él está predestinado, que es casi un enviado de Dios”.
Esta es la segunda pregunta de la consulta, que plantea también endurecer la lucha contra la corrupción y reestructurar el Consejo de Participación Ciudadana, introducido en la Constitución de 2008 para regular la transparencia y control social de la vida pública. El 3 de diciembre de 2015, la Asamblea Nacional aprobó la reelección indefinida de los cargos públicos, a través de una enmienda a la Ley Fundamental, siguiendo la estela de lo que hicieron Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia –gracias a un fallo del Tribunal Constitucional, a pesar del resultado del referéndum de 2016- y Daniel Ortega en Nicaragua. La clave del regreso de Correa sería precisamente esa. Después gobernar entre 2007 y 2017, el exmandatario ha sugerido que podría volver a concurrir en 2021, atribuyendo esa decisión a que ve amenazada su herencia.
Moreno participó en dos Ejecutivos de Correa y, por tanto, es copartícipe de su gestión. No obstante, asegura que el impulsor de la "revolución ciudadana" cambió después de los primeros años. “Yo conocí a otro Rafael Correa, que estaba muy deseoso de transformar el Ecuador. Así lo hicimos en la primera etapa, pero luego ese deseo de perpetrarse en el poder hace que se piense más en las próximas elecciones que en el futuro del país”.
Las siete preguntas de la consulta popular
1. Modificación de la Constitución para sancionar "a toda persona condenada por actos de corrupción con su inhabilitación para participar en la vida política del país",
2. Eliminación de la reelección indefinida "para que todas las autoridades de elección popular puedan ser reelectas por una sola vez para el mismo cargo".
3. Reestructuración del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, "así como dar por terminado el periodo constitucional de sus actuales miembros".
4. No prescripción de "los delitos sexuales en contra de niñas, niños y adolescentes".
5. Prohibición de la minería metálica "en todas sus etapas, en áreas protegidas, zonas intangibles y centros urbanos".
6. Derogación de la "ley de plusvalía".
7. "Incrementar la zona intangible en al menos 50.000 hectáreas y reducir el área de explotación petrolera autorizada por la Asamblea Nacional en el Parque Nacional Yasuní de 1.030 hectáreas a 300 hectáreas".
Francesco Manetto
Guayaquil, El País
Los ecuatorianos deciden este domingo en referéndum qué hacer con el legado de Rafael Correa, que gobernó el país durante diez años con un estilo explosivo tratando de impulsar un modelo de gestión bautizado como socialismo del siglo XXI. La consulta, promovida por el actual presidente, Lenín Moreno, supone un pulso decisivo con quien fuera su antiguo aliado y, a tenor de las encuestas, puede marcar el fin de una etapa. La votación, con siete preguntas independientes entre sí, incluye la eliminación de la reelección indefinida, una modificación constitucional introducida por la Asamblea Nacional en 2015 que le permitiría volver a presentarse a las próximas elecciones.
La fotografía del panorama político de Ecuador ha cambiado radicalmente en menos de un año. En febrero de 2017, en vísperas de los comicios presidenciales, en la instantánea aparecía Correa arropando la candidatura de Moreno, que había sido su vicepresidente entre 2007 y 2013. El Movimiento Alianza País ganó de nuevo, en segunda vuelta, a sus opositores. Pero con el comienzo del mandato, en mayo, las diferencias entre los dos dirigentes se convirtieron en grietas y finalmente derivaron en una fractura insanable.
Las hipótesis que formulaba el expresidente antes de dejar el cargo se han vuelto una realidad, aunque en el contexto opuesto. “Si gana la oposición, probablemente tendré que regresar más pronto y estar en el momento histórico que se requiere”, manifestó en un encuentro con periodistas extranjeros durante la campaña contra el conservador Guillermo Lasso. Correa se fue a vivir a Bélgica, el país de origen de su esposa, y finalmente regresó para frenar lo que considera una traición de su sucesor. Se volcó personalmente en contra de este referéndum, lleva un mes recorriendo el país pidiendo el voto por el no, se desvinculó de Alianza País y llegó a decir que la “consulta es un golpe de Estado blando”.
En medio, quedan varios cruces de acusaciones y la caída, por su implicación en el escándalo de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht, del vicepresidente Jorge Glas. Este, hombre de confianza de Correa, fue condenado en diciembre a seis años por un delito de asociación ilícita. Así las cosas, el exmandatario, cuya popularidad alcanzó cotas muy altas, se enfrenta ahora a una fase de incertidumbre. En las últimas semanas, le han lanzado huevos, abucheado y ha sido víctima de intentos de agresiones que él considera orquestadas.
Al mismo tiempo, la aceptación de Moreno se ha consolidado y, según las principales encuestas, ganará la consulta popular con una holgada mayoría, que hasta podría rondar el 80% en alguna pregunta. En cualquier caso, el trasfondo de la votación, a la que están llamados unos 13 millones de ecuatorianos, tiene que ver sobre todo con el poder. Aunque las líneas maestras del proyecto económico del actual Gobierno no difieren de la etapa anterior, el estilo es distinto. La percepción de polarización social ha remitido y, en definitiva, el presidente quiere seguir su criterio, desvinculándose del pasado. “He manifestado siempre que no estoy de acuerdo con las reelecciones”, explicó a EL PAÍS en una reciente entrevista. “A veces ni siquiera una sola. Una reelección indefinida ya se convierte en una dictadura disfrazada de democracia. El círculo del mandatario le crea un halo de que él está predestinado, que es casi un enviado de Dios”.
Esta es la segunda pregunta de la consulta, que plantea también endurecer la lucha contra la corrupción y reestructurar el Consejo de Participación Ciudadana, introducido en la Constitución de 2008 para regular la transparencia y control social de la vida pública. El 3 de diciembre de 2015, la Asamblea Nacional aprobó la reelección indefinida de los cargos públicos, a través de una enmienda a la Ley Fundamental, siguiendo la estela de lo que hicieron Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia –gracias a un fallo del Tribunal Constitucional, a pesar del resultado del referéndum de 2016- y Daniel Ortega en Nicaragua. La clave del regreso de Correa sería precisamente esa. Después gobernar entre 2007 y 2017, el exmandatario ha sugerido que podría volver a concurrir en 2021, atribuyendo esa decisión a que ve amenazada su herencia.
Moreno participó en dos Ejecutivos de Correa y, por tanto, es copartícipe de su gestión. No obstante, asegura que el impulsor de la "revolución ciudadana" cambió después de los primeros años. “Yo conocí a otro Rafael Correa, que estaba muy deseoso de transformar el Ecuador. Así lo hicimos en la primera etapa, pero luego ese deseo de perpetrarse en el poder hace que se piense más en las próximas elecciones que en el futuro del país”.
Las siete preguntas de la consulta popular
1. Modificación de la Constitución para sancionar "a toda persona condenada por actos de corrupción con su inhabilitación para participar en la vida política del país",
2. Eliminación de la reelección indefinida "para que todas las autoridades de elección popular puedan ser reelectas por una sola vez para el mismo cargo".
3. Reestructuración del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, "así como dar por terminado el periodo constitucional de sus actuales miembros".
4. No prescripción de "los delitos sexuales en contra de niñas, niños y adolescentes".
5. Prohibición de la minería metálica "en todas sus etapas, en áreas protegidas, zonas intangibles y centros urbanos".
6. Derogación de la "ley de plusvalía".
7. "Incrementar la zona intangible en al menos 50.000 hectáreas y reducir el área de explotación petrolera autorizada por la Asamblea Nacional en el Parque Nacional Yasuní de 1.030 hectáreas a 300 hectáreas".