Dimite la directora de Comunicación de Trump al día siguiente de declarar por la trama rusa
Hope Hicks, de 29 años, admitió ante el Comité de Inteligencia del Congreso haber dicho "mentirijillas", pero negó cualquier falsedad sobre el escándalo
Jan Martínez Ahrens
Washington, El País
En la geografía mundial ha emergido un nuevo volcán: la Dirección de Comunicación de la Casa Blanca. Un puesto en agitación constante y cuya última ocupante, Hope Hicks, de 29 años, ha decidido abandonar al día siguiente de declarar sobre la trama rusa. Integrante del círculo íntimo presidencial, Hicks alegó que dejaba el cargo porque “sentía que había completado su ciclo” y que era un buen momento para "explorar oportunidades fuera". Un argumento que no convenció en Washington.
Hicks figura en el punto de mira del fiscal especial, Robert Mueller, y el martes pasado prestó declaración durante ocho horas ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes. En la larga y agotadora comparecencia, Hicks admitió haber contado “mentiras piadosas” desde su puesto, pero negó haber engañado en nada vinculado a la investigación sobre la supuesta coordinación del equipo de campaña de Donald Trump con el Kremlin. Las críticas por estas palabras no se hicieron esperar y 24 horas después presentó su dimisión.
El interés del fiscal especial por Hicks radica en su proximidad a Donald Trump, a quien en campaña servía de asistente personal e incluso planchaba los trajes. Una cercanía que le permitió presenciar sus decisiones más graves, pero cuya confidencialidad parece difícil que Hicks vaya a quebrar.
Ex modelo sin experiencia política, fue elegida cuidadosamente por el matrimonio formado por Ivanka Trump y Jared Kushner. Con ellos mantenía una relación de absoluta fidelidad, que trasladó a Trump desde que este empezó su andadura política. Siempre en la sombra y siempre dispuesta a ayudar, el multimillonario pronto la consideró de máxima confianza y no dudó en elevarla al puesto de directora de Comunicación, cuando el verano pasado Scaramucci fue defenestrado por sus salvajes improperios al entonces jefe de gabinete, Reince Priebus. Poco dada al protagonismo, que cedió gustosamente a la secretaria de Prensa, Sarah Huckabee Sanders, la joven directora era conocida por ser de las pocas personas capaces de manejar al intempestivo y vociferante Trump, y lograr que se calmase en sus nada excepcionales erupciones.
A diferencia de su antecesor, su salida ha sido perfectamente coordinada para evitar suspicacias. Primero, Hicks anunció su marcha expresando su "gratitud al presidente", y minutos después el mismo mandatario declaró: “Hope es sobresaliente y ha hecho un gran trabajo en los últimos tres años. Es inteligente y reflexiva, una gran persona y echaré de menos no tenerla a mi lado. Pero cuando me dijo que buscaba otras oportunidades, lo entendí completamente. Estoy seguro de que colaboraremos en el futuro”.
Con Trump, la Dirección de Comunicación, el puesto desde el que se controla la portavocía y los mensajes a la nación, se ha vuelto lo más parecido a un campo de minas. Los estallidos presidenciales son constantes y no hay día en que la narrativa del gabinete no quedé superada por Trump y su inveterada costumbre de disparar sus comentarios en Twitter. Cinco personas, con una media de 70 días en seis periodos, han ocupado la plaza desde la victoria electoral. Hicks, con 196 días, ha sido la más longeva. Aún no se conoce quién será el sucesor. Posiblemente esté haciendo cálculos.
Jan Martínez Ahrens
Washington, El País
En la geografía mundial ha emergido un nuevo volcán: la Dirección de Comunicación de la Casa Blanca. Un puesto en agitación constante y cuya última ocupante, Hope Hicks, de 29 años, ha decidido abandonar al día siguiente de declarar sobre la trama rusa. Integrante del círculo íntimo presidencial, Hicks alegó que dejaba el cargo porque “sentía que había completado su ciclo” y que era un buen momento para "explorar oportunidades fuera". Un argumento que no convenció en Washington.
Hicks figura en el punto de mira del fiscal especial, Robert Mueller, y el martes pasado prestó declaración durante ocho horas ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes. En la larga y agotadora comparecencia, Hicks admitió haber contado “mentiras piadosas” desde su puesto, pero negó haber engañado en nada vinculado a la investigación sobre la supuesta coordinación del equipo de campaña de Donald Trump con el Kremlin. Las críticas por estas palabras no se hicieron esperar y 24 horas después presentó su dimisión.
El interés del fiscal especial por Hicks radica en su proximidad a Donald Trump, a quien en campaña servía de asistente personal e incluso planchaba los trajes. Una cercanía que le permitió presenciar sus decisiones más graves, pero cuya confidencialidad parece difícil que Hicks vaya a quebrar.
Ex modelo sin experiencia política, fue elegida cuidadosamente por el matrimonio formado por Ivanka Trump y Jared Kushner. Con ellos mantenía una relación de absoluta fidelidad, que trasladó a Trump desde que este empezó su andadura política. Siempre en la sombra y siempre dispuesta a ayudar, el multimillonario pronto la consideró de máxima confianza y no dudó en elevarla al puesto de directora de Comunicación, cuando el verano pasado Scaramucci fue defenestrado por sus salvajes improperios al entonces jefe de gabinete, Reince Priebus. Poco dada al protagonismo, que cedió gustosamente a la secretaria de Prensa, Sarah Huckabee Sanders, la joven directora era conocida por ser de las pocas personas capaces de manejar al intempestivo y vociferante Trump, y lograr que se calmase en sus nada excepcionales erupciones.
A diferencia de su antecesor, su salida ha sido perfectamente coordinada para evitar suspicacias. Primero, Hicks anunció su marcha expresando su "gratitud al presidente", y minutos después el mismo mandatario declaró: “Hope es sobresaliente y ha hecho un gran trabajo en los últimos tres años. Es inteligente y reflexiva, una gran persona y echaré de menos no tenerla a mi lado. Pero cuando me dijo que buscaba otras oportunidades, lo entendí completamente. Estoy seguro de que colaboraremos en el futuro”.
Con Trump, la Dirección de Comunicación, el puesto desde el que se controla la portavocía y los mensajes a la nación, se ha vuelto lo más parecido a un campo de minas. Los estallidos presidenciales son constantes y no hay día en que la narrativa del gabinete no quedé superada por Trump y su inveterada costumbre de disparar sus comentarios en Twitter. Cinco personas, con una media de 70 días en seis periodos, han ocupado la plaza desde la victoria electoral. Hicks, con 196 días, ha sido la más longeva. Aún no se conoce quién será el sucesor. Posiblemente esté haciendo cálculos.