Tres colombianos desaparecidos y otro decapitado tiñen de sangre el Caribe mexicano

La madre de Tatiana Góez lucha desde Colombia por encontrar a su hija que se había mudado a México para buscar una vida mejor

Ana Marcos
Elena Reina
Bogotá / México, El País
Sobre una de las avenidas más importantes de la joya turística de México hay un decapitado. Joan Sebastián Espinosa, colombiano, de 23 años, había desaparecido cuatro días antes junto a su padre, su novia, Yesly Tatiana Góez, y un amigo en Cancún. El cuerpo de Joan ha sido lo único que han encontrado las autoridades un mes después de lo sucedido. La madre de Tatiana lucha desesperada desde Medellín por dar con su hija, que partió hace siete meses a México en busca de un futuro mejor.


Yesly Tatiana pasó su 25 cumpleaños en paradero desconocido. Llegó a uno de los destinos de playa más codiciados del mundo en mayo del año pasado, uno de los pocos lugares de México donde un empleado puede disfrutar de un salario en dólares. Allí vivía su novio y encontró trabajo en la peluquería de un centro comercial de Cancún.

La última vez que Aleida María Gil tuvo noticias de su hija fue unas horas antes de desaparecer. El 18 de diciembre, Tatiana le mandó una foto por WhatsApp. Desde que se mudara a otro país, hablaban por teléfono varias veces al día. "Hablábamos de nosotras", cuenta Aleida María Gil desde el otro lado del teléfono , "yo quería que volviera a Colombia". Poco le contaba de su novio Joan.

Joan y Yesly Tatiana se conocieron mientras estudiaban bachillerato en Medellín, pero se hicieron novios más tarde. "Nunca le conocí, llevaba ya un tiempo radicado en México", explica la madre. Lo único que sabía del joven es que trabajaba allí cobrando impagos. "Grandes cosas nos esperan juntos. Gracias por tanto. Te amo", le escribió Joan por redes sociales unos días antes de morir.

Joan pertenecía a un grupo de colombianos que se ganan la vida en Cancún prestando dinero. Pero sobre todo —según algunos reporteros locales— eran conocidos por sus maneras de cobrarlo. Una de las bandas a las que se ha asociado este joven es la conocida como Gota a gota, famosa por exigir los pagos sin piedad: "Si no pagas te queman el carro o hasta te balean la casa", cuentan por teléfono algunos vecinos de Cancún. Un efectivo sistema de préstamos que se tienen que devolver en pequeñas cantidades, pero diarias.

El martes 19 de diciembre, Aleida María Gil recibió una llamada de la madre de Joan. Debía comunicarse lo antes posible con México. Llamó varias veces, pero no obtuvo respuesta. La siguiente vez que su teléfono sonó era la jefa de su hija: "Me dijo que Yesley no había vuelto al trabajo". Unos días después, Gil, como el resto de los colombianos, se enteró de que el novio de su hija había aparecido decapitado en México. Fue entonces cuando la familia de Joan Sebastián Espinosa le contó todo lo que sabían.

"Me explicaron que el novio de mi hija se fue a cobrar una deuda a una señora. El papá de él [de vacaciones con su esposa en México], mi hija y un amigo en común lo acompañaron", relata Gil. "Al parecer la señora a la que iban a cobrar se enfadó y llamó a la policía porque sabía que eran colombianos". Al día siguiente, la madre de Joan Sebastián acudió a Migración en busca de sus familiares creyendo que estarían allí pendientes de una deportación. Ni en esa oficina ni en comisaría sabían nada de los cuatro colombianos. "Lo último que me contaron es que la policía los entregó a un cartel", dice la madre de Yesley.

Un mes después de que desaparecieran, la Fiscalía de Cancún no ha aportado datos nuevos sobre lo sucedido. Y Gil ha acumulado 480 horas sin dormir. Asumen que por la brutalidad del crimen —además de que junto al cuerpo desmembrado había una manta con una amenaza— puede estar detrás un grupo delictivo. La investigación se centra primero en confirmar si los tres desaparecidos se encuentran todavía con vida.

Cancún, hasta hace poco tiempo conocido por sus playas de arena blanca y aguas cristalinas, no sabe cómo sacudirse el terror. En sólo un año, las cifras de homicidios estremecen a uno de los destinos turísticos más fructíferos del país: de 86 en 2016, a 220 en 2017, según las cifras oficiales.

El año pasado comenzó con una advertencia: en enero un grupo armado baleó la Fiscalía; murió un agente y tres atacantes. Unos días antes, cinco personas fueron asesinadas en una discoteca a una hora de ahí, en Playa del Carmen, en pleno festival de electrónica. Y en plena temporada alta de enero de este año, un comando armado entró a balazos en un bar, matando a dos personas y dejando a otras siete heridas.

Muchos creen que el crimen de los cuatro colombianos se trata de un aviso más de la escalada de violencia que vive el municipio. Este miércoles encontraron tres cadáveres embolsados, según la prensa local, dos hombres y una mujer, aunque no han sido todavía identificados. “Yo no voy a descansar hasta que me den una respuesta”, dice la madre de Yesly Tatiana, que no ha podido viajar a México por falta de recursos.

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