May confirma que empezará el año con cambios en su Gobierno
La primera ministra británica anuncia movimientos inminentes tras la forzada dimisión de su núnero dos.
Pablo Guimón
Londres, El País
La primera ministra británica, Theresa May, empezará el año con cambios en su Gobierno. Así lo ha confirmado este domingo en una entrevista televisiva, en la que ha reiterado su intención de permanecer en el cargo hasta las próximas elecciones, a pesar de un medio año nefasto, desde que perdió su mayoría absoluta en junio, tras un desastroso adelanto electoral. “No soy alguien que abandone, estoy aquí para el largo plazo”, ha dicho en la BBC.
La crisis de Gobierno estaba cantada desde la dimisión forzada en diciembre de su número dos, Damian Green, que mintió acerca del hallazgo en 2008 de material pornográfico en su ordenador de trabajo. Green fue el tercer alto cargo de su Gobierno obligado a abandonar su cargo en menos de dos meses, después del ministro de Defensa, Michael Fallon, envuelto en un escándalo de acoso sexual, y Priti Patel, ministra de Desarrollo Internacional, que mantuvo comprometidas reuniones con oficiales israelíes a espaldas de la primera ministra.
Se espera que los movimientos en el Gabinete comiencen el mismo lunes, y su alcance será limitado. No está previsto que se conforme con sustituir al dimitido, como hizo en los casos de Fallon y Patel, pero tampoco es probable que los cambios afecten a las principales figuras del Gobierno, como son Philip Hammond, canciller del Exchequer; Boris Johnson, jefe del Foreign Office; Amber Rudd, titular de Interior, o David Davis, ministro del Brexit. La idea es promocionar a nuevas figuras del Partido Conservador y transmitir la impresión de que, a pesar de los desastrosos últimos meses, Theresa May continúa al mando y provista de autoridad.
Entre las sillas con riesgo de caerse figuran, según los analistas de la prensa británica, la de Justine Greening, ministra de Educación, y la de Andrea Leadsom, líder de la Cámara de los Comunes y exrival de May en la contienda por el liderazgo del partido tras la dimisión de Cameron, a quien muchos consideran que se da por amortizada en Downing Street. En las quinielas de los candidatos a promoción está Jeremy Hunt, titular de Sanidad desde 2012 y el ministro que más tiempo lleva en su puesto, a pesar de las críticas por la crisis que han experimentado los hospitales públicos este invierno. Muchos apuestan por que Hunt, un político solvente ante las cámaras, ocupe el puesto de número dos que deja vacante Green.
El propósito de año nuevo de May es transmitir el mensaje de que el campo de acción de su Gobierno no termina en el Brexit, de cara a un año en el que esperan elecciones locales en primavera, en las que el Partido Laborista espera ver reflejado en las urnas su buen desempeño en las encuestas. Pero la ampliación del campo de batalla de los conservadores entraña riesgos, como quedó patente con el resurgimiento de viejos problemas en las fechas navideñas: las miles de operaciones canceladas, debido a la saturación de la sanidad pública, y la importante subida de los precios del ferrocarril complican al Gobierno transmitir su deseado mensaje positivo.
Londres, El País
La primera ministra británica, Theresa May, empezará el año con cambios en su Gobierno. Así lo ha confirmado este domingo en una entrevista televisiva, en la que ha reiterado su intención de permanecer en el cargo hasta las próximas elecciones, a pesar de un medio año nefasto, desde que perdió su mayoría absoluta en junio, tras un desastroso adelanto electoral. “No soy alguien que abandone, estoy aquí para el largo plazo”, ha dicho en la BBC.
La crisis de Gobierno estaba cantada desde la dimisión forzada en diciembre de su número dos, Damian Green, que mintió acerca del hallazgo en 2008 de material pornográfico en su ordenador de trabajo. Green fue el tercer alto cargo de su Gobierno obligado a abandonar su cargo en menos de dos meses, después del ministro de Defensa, Michael Fallon, envuelto en un escándalo de acoso sexual, y Priti Patel, ministra de Desarrollo Internacional, que mantuvo comprometidas reuniones con oficiales israelíes a espaldas de la primera ministra.
Se espera que los movimientos en el Gabinete comiencen el mismo lunes, y su alcance será limitado. No está previsto que se conforme con sustituir al dimitido, como hizo en los casos de Fallon y Patel, pero tampoco es probable que los cambios afecten a las principales figuras del Gobierno, como son Philip Hammond, canciller del Exchequer; Boris Johnson, jefe del Foreign Office; Amber Rudd, titular de Interior, o David Davis, ministro del Brexit. La idea es promocionar a nuevas figuras del Partido Conservador y transmitir la impresión de que, a pesar de los desastrosos últimos meses, Theresa May continúa al mando y provista de autoridad.
Entre las sillas con riesgo de caerse figuran, según los analistas de la prensa británica, la de Justine Greening, ministra de Educación, y la de Andrea Leadsom, líder de la Cámara de los Comunes y exrival de May en la contienda por el liderazgo del partido tras la dimisión de Cameron, a quien muchos consideran que se da por amortizada en Downing Street. En las quinielas de los candidatos a promoción está Jeremy Hunt, titular de Sanidad desde 2012 y el ministro que más tiempo lleva en su puesto, a pesar de las críticas por la crisis que han experimentado los hospitales públicos este invierno. Muchos apuestan por que Hunt, un político solvente ante las cámaras, ocupe el puesto de número dos que deja vacante Green.
El propósito de año nuevo de May es transmitir el mensaje de que el campo de acción de su Gobierno no termina en el Brexit, de cara a un año en el que esperan elecciones locales en primavera, en las que el Partido Laborista espera ver reflejado en las urnas su buen desempeño en las encuestas. Pero la ampliación del campo de batalla de los conservadores entraña riesgos, como quedó patente con el resurgimiento de viejos problemas en las fechas navideñas: las miles de operaciones canceladas, debido a la saturación de la sanidad pública, y la importante subida de los precios del ferrocarril complican al Gobierno transmitir su deseado mensaje positivo.
