Macho, estamos gafados
Tomás Roncero, As
Mal presagio. Cuando estaba a punto de llegar al Bernabéu, en el cruce de la plaza de Sagrados Corazones, se me acercaron dos madridistas que me dejaron helado: “¿No te acuerdas de nosotros? Nos vimos en Mallorca en aquella derrota tan dura que provocó que al día siguiente dimitiese Florentino”. Aquello sucedió el 26 de febrero de 2006. Efectivamente, perdimos 2-1. Sergio Ramos se había adelantado en el marcador, pero casi ningún compañero celebró el gol con él. Muy sintomático. Y esa noche llovía a cántaros. Justo igual que en los preliminares de este desafortunado partido ante el Villarreal. Me entró un sudor frío. Me dio mala espina. Me temí lo peor. Leí en As que el Villarreal jamás había ganado en sus 18 visitas anteriores al Bernabéu. Estaba cantado...
Gafados. Como dice mi primo el Jaro, “lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible”. Tengo la sensación de que aunque hubiera durado tres horas el encuentro con el Submarino Amarillo no habríamos logrado batir al formidable Asenjo. El equipo está atenazado. Se mueve con ardor y ganas, pero con un desánimo inherente a su desenvoltura en el terreno de juego. Hay un aire de fatalidad que se ha apoderado de los hombres de Zidane. Presionan, quieren, insisten, pelean la bola... pero no les sale nada. Los balones divididos siempre van para el enemigo. Los córners se convierten en una ratonera inocua que no se traduce en nada, Bale se diluye sin espacios, a Cristiano no le entran ni siquiera los remates a bocajarro, Marcelo y Carvajal hacen centros y más centros laterales que no encuentran rematador, el árbitro (Undiano, siempre Undiano) no señala un claro penalti de Álvaro... Nada sale.
Honores para Asenjo. Si el Villarreal puede presumir por fin de haber ganado un partido en el Bernabéu es gracias a su porterazo. Sergio Asenjo es un futbolista ejemplar que se merece que hicieran una película de su vida. Un ejemplo de superación como he conocido pocos. Después de cuatro lesiones gravísimas de rodilla está empeñado en volver a ser un portero determinante. Yo le veo incluso en la lista del Mundial para Rusia. Su estampa vestido de negro le engrandece. Un portero a la vieja usanza que domina todos los terrenos y que posee una agilidad descomunal. Que se lo digan a Cristiano, al que llegó a sacarle un balón a lo Casillas con Perotti. Sergio, te mereces todo lo bueno que te pase, campeón.
Ojo a la cuarta plaza. En el Carrusel comentaban varios compañeros durante la retransmisión que se nota el desencanto del equipo al ver perdida LaLiga. Pero eso no puede justificar que el equipo se acabe dejando llevar. Quedar quintos sería terrible. Cierto que en otras ocasiones acabamos en esa posición y luego ganamos la Champions (pasó cuando conquistamos la Octava en París ante el Valencia). Pero eso es jugar a la ruleta rusa. Villarreal y Sevilla acechan. Por favor, acaben el campeonato con dignidad y aseguren una plaza en Champions como sea, señores.
Hay que reaccionar. Esta derrota no puede llevar al Madrid a una estado de desesperanza. Hay que levantarse, aunque a los 32 amigos llegados en autobús desde Arévalo (Ávila) les costó mucho animarse en el camino de regreso a casa. También los de las peñas de Sineu (Mallorca), Santomera (Murcia), Guarromán (Jaén) y Ajo (Cantabria). Como dijo el ejemplar Nacho “hay que seguir peleando por este escudo”. Claro que sí.
Mal presagio. Cuando estaba a punto de llegar al Bernabéu, en el cruce de la plaza de Sagrados Corazones, se me acercaron dos madridistas que me dejaron helado: “¿No te acuerdas de nosotros? Nos vimos en Mallorca en aquella derrota tan dura que provocó que al día siguiente dimitiese Florentino”. Aquello sucedió el 26 de febrero de 2006. Efectivamente, perdimos 2-1. Sergio Ramos se había adelantado en el marcador, pero casi ningún compañero celebró el gol con él. Muy sintomático. Y esa noche llovía a cántaros. Justo igual que en los preliminares de este desafortunado partido ante el Villarreal. Me entró un sudor frío. Me dio mala espina. Me temí lo peor. Leí en As que el Villarreal jamás había ganado en sus 18 visitas anteriores al Bernabéu. Estaba cantado...
Gafados. Como dice mi primo el Jaro, “lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible”. Tengo la sensación de que aunque hubiera durado tres horas el encuentro con el Submarino Amarillo no habríamos logrado batir al formidable Asenjo. El equipo está atenazado. Se mueve con ardor y ganas, pero con un desánimo inherente a su desenvoltura en el terreno de juego. Hay un aire de fatalidad que se ha apoderado de los hombres de Zidane. Presionan, quieren, insisten, pelean la bola... pero no les sale nada. Los balones divididos siempre van para el enemigo. Los córners se convierten en una ratonera inocua que no se traduce en nada, Bale se diluye sin espacios, a Cristiano no le entran ni siquiera los remates a bocajarro, Marcelo y Carvajal hacen centros y más centros laterales que no encuentran rematador, el árbitro (Undiano, siempre Undiano) no señala un claro penalti de Álvaro... Nada sale.
Honores para Asenjo. Si el Villarreal puede presumir por fin de haber ganado un partido en el Bernabéu es gracias a su porterazo. Sergio Asenjo es un futbolista ejemplar que se merece que hicieran una película de su vida. Un ejemplo de superación como he conocido pocos. Después de cuatro lesiones gravísimas de rodilla está empeñado en volver a ser un portero determinante. Yo le veo incluso en la lista del Mundial para Rusia. Su estampa vestido de negro le engrandece. Un portero a la vieja usanza que domina todos los terrenos y que posee una agilidad descomunal. Que se lo digan a Cristiano, al que llegó a sacarle un balón a lo Casillas con Perotti. Sergio, te mereces todo lo bueno que te pase, campeón.
Ojo a la cuarta plaza. En el Carrusel comentaban varios compañeros durante la retransmisión que se nota el desencanto del equipo al ver perdida LaLiga. Pero eso no puede justificar que el equipo se acabe dejando llevar. Quedar quintos sería terrible. Cierto que en otras ocasiones acabamos en esa posición y luego ganamos la Champions (pasó cuando conquistamos la Octava en París ante el Valencia). Pero eso es jugar a la ruleta rusa. Villarreal y Sevilla acechan. Por favor, acaben el campeonato con dignidad y aseguren una plaza en Champions como sea, señores.
Hay que reaccionar. Esta derrota no puede llevar al Madrid a una estado de desesperanza. Hay que levantarse, aunque a los 32 amigos llegados en autobús desde Arévalo (Ávila) les costó mucho animarse en el camino de regreso a casa. También los de las peñas de Sineu (Mallorca), Santomera (Murcia), Guarromán (Jaén) y Ajo (Cantabria). Como dijo el ejemplar Nacho “hay que seguir peleando por este escudo”. Claro que sí.