La hora de Oprah Winfrey

El discurso de la comunicadora en los Globos fue tan inspirador que inició un debate sobre sus aspiraciones políticas

Pablo Ximénez de Sandoval
Los Ángeles, El País
Eso de que Oprah Winfrey se presente a las elecciones no es nuevo. Ya se le ocurrió a un tal Donald Trump, que lo dijo en 1999 en una entrevista con Larry King en la que hablaba de sus ambiciones presidenciales. ¿Tiene pensado un vicepresidente? “Mi primera opción sería Oprah”, responde Trump. “Es una mujer estupenda, alguien muy especial (…) Si lo hiciera sería fantástico. Es popular, brillante, una mujer maravillosa”.


Oprah Winfrey es el rostro más famoso de la televisión de Estados Unidos y una de las personas con más credibilidad popular del país. Después de 35 años de carrera en televisión y cine, el domingo recibió el premio honorífico Cecil B. De Mille en los Globos de Oro y el discurso que dio quedará para los anales de YouTube. Hacia la mitad, todo el salón estaba en pie. La ovación comienza antes de que acabe el último párrafo (“un nuevo amanecer está llegando…”), que declama levantando la voz, con los ojos humedecidos y acompañándose con el dedo en alto. El mundo pudo ver el poder de comunicación de esta mujer que lleva seduciendo a EE UU tres décadas. Nadie habla a la cámara igual. Fue tan inspirador para mucha gente que inició un tímido debate sobre si debería presentarse a presidenta en 2020.

La historia de Winfrey es prácticamente cultura general en Estados Unidos, como si se tratara de un presidente o una leyenda del béisbol. Nació pobre en un pueblo llamado Kosciusko, en el Mississippi rural segregado, en 1954. Su nombre real es Orpah, un nombre bíblico, pero era más fácil pronunciar Oprah y así se quedó. Suele bromear con que es Harpo, al revés. Hija de una madre soltera, fue criada por su abuela en los primeros años hasta que se mudó con su madre a Milwaukee, Wisconsin. Asegura que sufrió una infancia de maltratos y abuso sexual. Después de huir de su casa, se quedó embarazada a los 14 años. El niño nació prematuro y murió al poco tiempo. Cuando Oprah Winfrey te da lecciones de sentido común y superación, te la crees.

Televisión y política

Las palabras de Winfrey en los Globos de Oro fueron más que un discurso. Después de un año de Trump, Hollywood y sus espectadores necesitan saber que hay un nuevo día en el horizonte. Al día siguiente, una información de CNN basada en fuentes anónimas aseguraba que se está pensando presentarse, y eso disparó el debate. La respuesta ha sido abrumadoramente escéptica. Quizá lo resumió bien el actor Seth McFarlane en Twitter: “Oprah es sin ninguna duda una magnífica oradora. Pero la idea de una estrella de reality showcompitiendo con una presentadora de variedades es preocupantemente distópica”. Si Winfrey decide que ella es la sucesora de Trump, la televisión habrá conquistado la política definitivamente.

A los 18 años debutó en una radio local de Nashville, donde había terminado el bachillerato. Unos años después se muda a Baltimore, donde es reclutada para presentar por primera vez en televisión un magacín matutino local. Luego fue fichada para un programa similar en Chicago, en 1984. Nada más empezar a presentarlo, se convirtió en el número uno de su franja. Al mismo tiempo, empezó a perseguir una carrera como actriz y logró el papel de Sofía en El color púrpura, de Steven Spielberg.

A los dos años, el programa era tan popular que le cambiaron el nombre: The Oprah Winfrey Show. Era una hora de televisión en la que los invitados contaban sus problemas y recibían consejos. Cuando se empezó a emitir a nivel nacional, el 8 de septiembre de 1986, se convirtió en el programa de variedades número uno en EE UU. El tema de aquel primer programa era: encontrar marido, encontrar esposa.

Es difícil explicar la cercanía de Winfrey cuando habla a cámara, o la excepcional elocuencia con la que se desenvuelve. Por ejemplo, en una entrevista de ese año con David Letterman disponible en YouTube, ella empieza a hablar antes de que él pregunte nada, y el rey de la televisión nocturna acaba quedándose callado y perdiendo el hilo de lo que iba a decir. El caso es que EE UU la metió en su salón a charlar de cosas de la vida durante los siguientes 25 años, hasta que el show se terminó en 2011.

Desde entonces ya no tiene solo su propio programa. Posee su propio canal de televisión, OWN (siglas de Oprah Winfrey Network) donde hace Super Soul Sunday, un programa algo más recogido, también con entrevistas y muy centrado en temas de autoayuda y superación personal. Su verdadero talento es su elocuencia para inspirar cercanía y confianza. En realidad, es la mejor telepredicadora de Estados Unidos, solo que transmite su mensaje charlando con alguien en un sillón, en vez de alzando las manos. Es la tercera mujer más rica de EE UU, con 3.000 millones de dólares.

En su vida personal tiene un novio, una especie de compañero espiritual con el que nunca se ha casado formalmente. Stedman Graham tiene 66 años y lleva tres décadas con ella. Graham escribe libros y da charlas motivacionales. Winfrey decidió no tener hijos. “No habría sido una buena madre”, dijo una vez. “No tengo la paciencia”. En política, ha sido un importante apoyo popular para los demócratas. Respaldó a Barack Obama frente a Hillary Clinton en 2008, y a esta en 2016.

Su vida se puede seguir en las redes sociales, donde enseña a diario cómo hace al pavo de Acción de Gracias o cómo se da los últimos toques para la gala. Desde su discurso del domingo, Winfrey no había vuelto a decir una palabra en público, ni ha respondido al revuelo. El martes, volvió a emerger en las redes con un vídeo de ella caminando entre barro y escombros. Era el exterior de su casa en Montecito, Santa Bárbara, donde esa madrugada una riada se llevó por delante un centenar de casas y mató a 17 personas, según el último recuento el jueves. Winfrey tiene una casa en esa localidad. Con el barro por encima del tobillo, señala la casa de su vecino “arrasada” y el lugar donde solía haber una valla. “Gracias a todos por vuestras plegarias. Mi propiedad está bien. Daños menores que palidecen al compararse con lo que están pasando mis vecinos”. En un día habían visto el vídeo 2,5 millones de personas.

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