Hillary Clinton rechazó destituir a su asesor espiritual pese a ser acusado de acoso sexual por una subordinada
Ocurrió durante la campaña presidencial de 2008. La demócrata pidió la reasignación de la víctima y mantuvo a su consejero
Nicolás Alonso
Washington, El País
Hillary Clinton mantuvo empleado a uno de sus asesores cercanos en la campaña presidencial de 2008 pese a haber sido acusado numerosas veces de acoso sexual a una joven subordinada, según reveló este viernes The New York Times. A petición de la candidata demócrata, que entonces peleaba por la nominación contra Barack Obama, Burns Strider continuó en su equipo y la mujer fue reasignada a otro puesto.
Por aquel entonces, el jefe de campaña recomendó a Clinton que destituyera a Strider, su asesor en asuntos de fe que enviaba a la candidata escrituras religiosas para que leyera cada mañana. La demócrata rechazó la sugerencia. Strider pasó varias semanas sin recibir un sueldo y se le ordenó que realizara una terapia, pero no perdió su empleo. Años después, en 2016, Strider lideró un grupo de apoyo a su fracasada candidatura contra Donald Trump. Ese año, el hombre fue destituido por otra acusación de acoso sexual a una joven mujer.
La víctima, una mujer de 30 años con quien Strider compartía oficina, se quejó a sus superiores sobre los comportamientos del hombre. Tal y como declaró entonces, Strider la había besado en la frente, enviado correos electrónicos lascivos y acariciado los hombros de manera inapropiada.
En respuesta al Times, los representantes legales de la campaña respondieron que el asunto fue tratado de manera apropiada y de acuerdo con las políticas del colectivo político. Durante años no se supo de este y otros posibles casos de acoso sexual relacionado con políticos, pero desde el pasado octubre, la intolerancia hacia este tipo de comportamientos ha crecido exponencialmente, llegando a la cúspide en octubre con el movimiento #MeToo.
Clinton se ve manchada por esta nueva polémica, sobre la que no se ha pronunciado al igual que la mayoría de sus empleados de campaña, pese a haberse perfilado como la máxima defensora de las mujeres. En los últimos meses también se le ha criticado por su cercana amistad con Harvey Weinstein, con quien comenzó la reciente ola de amplio rechazo hacia el acoso y el abuso sexual. Más allá de un comunicado condenando dichas acciones de Weinstein, que se aprovechó de cerca de un centenar de actrices como Angelina Jolie, Clinton no se ha pronunciado.
Lena Dunham, una conocida actriz que participó en actos públicos a favor de Clinton, también afirmó al Times que ella advirtió a miembros de la campaña de que Weinstein era un “violador”. Cuando salió a la luz el escándalo Weinstein, en octubre de 2017, el director de comunicaciones de Clinton rechazó dicha advertencia.
La revelación es solo la última de una serie de controversias que lastran a la exsecretaria de Estado. Durante la campaña, la primordial fuente de ataque a su candidatura fue el manejo inapropiado de correos electrónicos profesionales con un servidor privado. Las dudas, irresueltas por sus aliados, llevaron a que el FBI abriera una investigación, lo que erosionó aún más su perfil de cara a las elecciones. Este mes, los servicios de inteligencia anunciaron que indigarán de nuevo en la Fundación Clinton, también investigada en 2016, por posibles irregularidades sobre su financiación.
Nicolás Alonso
Washington, El País
Hillary Clinton mantuvo empleado a uno de sus asesores cercanos en la campaña presidencial de 2008 pese a haber sido acusado numerosas veces de acoso sexual a una joven subordinada, según reveló este viernes The New York Times. A petición de la candidata demócrata, que entonces peleaba por la nominación contra Barack Obama, Burns Strider continuó en su equipo y la mujer fue reasignada a otro puesto.
Por aquel entonces, el jefe de campaña recomendó a Clinton que destituyera a Strider, su asesor en asuntos de fe que enviaba a la candidata escrituras religiosas para que leyera cada mañana. La demócrata rechazó la sugerencia. Strider pasó varias semanas sin recibir un sueldo y se le ordenó que realizara una terapia, pero no perdió su empleo. Años después, en 2016, Strider lideró un grupo de apoyo a su fracasada candidatura contra Donald Trump. Ese año, el hombre fue destituido por otra acusación de acoso sexual a una joven mujer.
La víctima, una mujer de 30 años con quien Strider compartía oficina, se quejó a sus superiores sobre los comportamientos del hombre. Tal y como declaró entonces, Strider la había besado en la frente, enviado correos electrónicos lascivos y acariciado los hombros de manera inapropiada.
En respuesta al Times, los representantes legales de la campaña respondieron que el asunto fue tratado de manera apropiada y de acuerdo con las políticas del colectivo político. Durante años no se supo de este y otros posibles casos de acoso sexual relacionado con políticos, pero desde el pasado octubre, la intolerancia hacia este tipo de comportamientos ha crecido exponencialmente, llegando a la cúspide en octubre con el movimiento #MeToo.
Clinton se ve manchada por esta nueva polémica, sobre la que no se ha pronunciado al igual que la mayoría de sus empleados de campaña, pese a haberse perfilado como la máxima defensora de las mujeres. En los últimos meses también se le ha criticado por su cercana amistad con Harvey Weinstein, con quien comenzó la reciente ola de amplio rechazo hacia el acoso y el abuso sexual. Más allá de un comunicado condenando dichas acciones de Weinstein, que se aprovechó de cerca de un centenar de actrices como Angelina Jolie, Clinton no se ha pronunciado.
Lena Dunham, una conocida actriz que participó en actos públicos a favor de Clinton, también afirmó al Times que ella advirtió a miembros de la campaña de que Weinstein era un “violador”. Cuando salió a la luz el escándalo Weinstein, en octubre de 2017, el director de comunicaciones de Clinton rechazó dicha advertencia.
La revelación es solo la última de una serie de controversias que lastran a la exsecretaria de Estado. Durante la campaña, la primordial fuente de ataque a su candidatura fue el manejo inapropiado de correos electrónicos profesionales con un servidor privado. Las dudas, irresueltas por sus aliados, llevaron a que el FBI abriera una investigación, lo que erosionó aún más su perfil de cara a las elecciones. Este mes, los servicios de inteligencia anunciaron que indigarán de nuevo en la Fundación Clinton, también investigada en 2016, por posibles irregularidades sobre su financiación.