El superávit alemán da alas a la coalición de tres líderes desgastados
Merkel, Schulz y Seehofer se juegan su futuro político en un proyecto de gran coalición logrado gracias a un desembolso millonario
Ana Carbajosa
Berlín, El País
El dinero no da la felicidad, pero ayuda. También a forjar pactos de Gobierno. El día después de la esperada noticia, de conocerse que los dos grandes partidos alemanes se han puesto de acuerdo para zanjar la crisis política que paraliza al país y a la UE, Alemania ha sacado la calculadora. El análisis detallado del principio de acuerdo, una suerte de programa de Gobierno, explica que más allá del entendimiento político, la lluvia de millones de euros del superávit alemán ha resultado crucial para cimentar el pacto. Ese maná atesorado por los alemanes en los últimos años, ha ejercido de salvavidas político para los tres líderes de los grandes partidos, y cuya supervivencia política peligra. En el caso de, Angela Merkel, el proyecto de gran coalición III catapultaría a la canciller hasta su cuarto mandato, en un momento en el que su liderazgo se encuentra en horas bajas.
Coalición de perdedores
Merkel no está sola en el alero. Martin Schulz y Horst Seehofer, sus compañeros de proyecto de coalición fueron también castigados en las urnas en septiembre y los tres aspiran ahora a formar una “coalición de perdedores”, como la han bautizado sus detractores.
Schulz, el expresidente del Parlamento europeo, que despertó un entusiasmo desbordado con su nombramiento hace poco menos de un año, se estrelló estrepitosamente en las urnas en septiembre y las actuales conversaciones las viven muchos en la casa de Willy Brandt como el último cartucho del ex presidente de la Eurocámara.
Sufre desgaste también Seehofer, cuyo partido ha dejado de monopolizar el voto conservador en Baviera, debido al ascenso de la extrema derecha. Los últimos sondeos indican que la CSU perdería la mayoría absoluta y hasta cinco puntos porcentuales, a siete meses de las cruciales elecciones bávaras. El relevo de Seehofer en Múnich ya está en marcha, pero una nueva gran coalición podría proporcionarle una cartera ministerial y amortiguar su descalabro político.
“El SPD y la CDU quieren sedar con mucho dinero a un país intranquilo”, publicaba el sábado la primera página del diario Die Welt. Las cuentas del principio de acuerdo que Merkel, Martin Schulz y Horst Seehofer (aliado socialcristiano y bávaro de la canciller) acordaron el viernes hablan de una inversión millonaria –en torno a 46.000 millones de euros repartidos en los próximos años- destinada en buena parte a políticas sociales. Educación, vivienda, escuelas infantiles y ayudas a las familias son algunas de las áreas más beneficiadas. Planificar semejantes desembolsos es posible gracias al abultadísimo superávit fiscal. En el documento, eso sí, los partidos se comprometen a mantener las cuentas equilibradas y a no endeudarse.
De prosperar el nuevo proyecto de gran coalición, los padres alemanes obtendrán más dinero al mes por cada hijo que tengan, habrá muchas más escuelas infantiles gratuitas –hasta 3.500 millones para 2021 en este capítulo-, más policías en las calles y los jubilados podrán respirar tranquilos porque la base para el cómputo de la edad de jubilación se mantendrá. Así por ejemplo, según los cálculos que publicaba la prensa alemana, una familia con dos hijos y en la que solo uno de los padres trabaje y gane unos 30.000 euros, podría ahorrarse hasta 789 euros.
Esas multimillonarias inversiones que aparecen en las 28 páginas del documento alumbrado tras 24 horas de negociación ininterrumpidas, han permitido contentar las exigencias de unos y otros en la mesa de negociación, pero también suponen buenas noticias para una Unión Europa que le pide a Berlín que invierta más y que reduzca su desmesurado superávit comercial.
La lluvia de millones no ha caído del todo bien en ciertos sectores del bloque conservador y en círculos empresariales, que consideran el precio del pacto excesivo y perjudicial para la economía. Otros, cuestionan por qué ahora sí y antes no. “La cuestión es por qué ese dinero solo ahora vuelve a los ciudadanos, cuando hemos generado grandes superávits durante años”, se preguntaba el sábado en las páginas del Bild Julian Reichelt. Y a continuación se respondía: “Merkel ha abierto la caja justo en el momento en que su supervivencia política estaba en juego. Es difícil pensar que pudiera sobrevivir a un segundo intento de coalición fracasada”.
El autor hace alusión al primer intento de poner en pie un Gobierno, que lideró la canciller poco después de las elecciones de septiembre. Merkel ganó, pero sin la mayoría suficiente como para formar Gobierno. Durante semanas, la canciller mantuvo intensas negociaciones con los liberales y los verdes, pero aquel proyecto fracasó, asestando un duro golpe al liderazgo de una canciller debilitada en las urnas tras 12 años en el poder.
Terminar el mandato
El vaticinio machacón que anuncia el final de la era Merkel, comienza a calar también entre una población, que considera a la canciller una buena gestora, pero que también piensa que su salida está próxima. Una encuesta hecha pública el jueves indicaba que el 56% de los alemanes no piensa que Merkel vaya a ser capaz de finalizar su mandato si se renueva la gran coalición con los socialdemócratas. Sus compañeros de viaje de futura coalición tampoco atraviesan un momento político óptimo. Los tres se juegan en buena medida el puesto en estas negociaciones.
Por eso, a pesar de que el pacto pueda suponer la alternativa más eficaz para lograr un Gobierno estable en Alemania y de que haya colmado de esperanzas a una Europa ávida de tracción germana, este proyecto nace para muchos en Alemania, impregnado de un aroma de fin de era política.
Ana Carbajosa
Berlín, El País
El dinero no da la felicidad, pero ayuda. También a forjar pactos de Gobierno. El día después de la esperada noticia, de conocerse que los dos grandes partidos alemanes se han puesto de acuerdo para zanjar la crisis política que paraliza al país y a la UE, Alemania ha sacado la calculadora. El análisis detallado del principio de acuerdo, una suerte de programa de Gobierno, explica que más allá del entendimiento político, la lluvia de millones de euros del superávit alemán ha resultado crucial para cimentar el pacto. Ese maná atesorado por los alemanes en los últimos años, ha ejercido de salvavidas político para los tres líderes de los grandes partidos, y cuya supervivencia política peligra. En el caso de, Angela Merkel, el proyecto de gran coalición III catapultaría a la canciller hasta su cuarto mandato, en un momento en el que su liderazgo se encuentra en horas bajas.
Coalición de perdedores
Merkel no está sola en el alero. Martin Schulz y Horst Seehofer, sus compañeros de proyecto de coalición fueron también castigados en las urnas en septiembre y los tres aspiran ahora a formar una “coalición de perdedores”, como la han bautizado sus detractores.
Schulz, el expresidente del Parlamento europeo, que despertó un entusiasmo desbordado con su nombramiento hace poco menos de un año, se estrelló estrepitosamente en las urnas en septiembre y las actuales conversaciones las viven muchos en la casa de Willy Brandt como el último cartucho del ex presidente de la Eurocámara.
Sufre desgaste también Seehofer, cuyo partido ha dejado de monopolizar el voto conservador en Baviera, debido al ascenso de la extrema derecha. Los últimos sondeos indican que la CSU perdería la mayoría absoluta y hasta cinco puntos porcentuales, a siete meses de las cruciales elecciones bávaras. El relevo de Seehofer en Múnich ya está en marcha, pero una nueva gran coalición podría proporcionarle una cartera ministerial y amortiguar su descalabro político.
“El SPD y la CDU quieren sedar con mucho dinero a un país intranquilo”, publicaba el sábado la primera página del diario Die Welt. Las cuentas del principio de acuerdo que Merkel, Martin Schulz y Horst Seehofer (aliado socialcristiano y bávaro de la canciller) acordaron el viernes hablan de una inversión millonaria –en torno a 46.000 millones de euros repartidos en los próximos años- destinada en buena parte a políticas sociales. Educación, vivienda, escuelas infantiles y ayudas a las familias son algunas de las áreas más beneficiadas. Planificar semejantes desembolsos es posible gracias al abultadísimo superávit fiscal. En el documento, eso sí, los partidos se comprometen a mantener las cuentas equilibradas y a no endeudarse.
De prosperar el nuevo proyecto de gran coalición, los padres alemanes obtendrán más dinero al mes por cada hijo que tengan, habrá muchas más escuelas infantiles gratuitas –hasta 3.500 millones para 2021 en este capítulo-, más policías en las calles y los jubilados podrán respirar tranquilos porque la base para el cómputo de la edad de jubilación se mantendrá. Así por ejemplo, según los cálculos que publicaba la prensa alemana, una familia con dos hijos y en la que solo uno de los padres trabaje y gane unos 30.000 euros, podría ahorrarse hasta 789 euros.
Esas multimillonarias inversiones que aparecen en las 28 páginas del documento alumbrado tras 24 horas de negociación ininterrumpidas, han permitido contentar las exigencias de unos y otros en la mesa de negociación, pero también suponen buenas noticias para una Unión Europa que le pide a Berlín que invierta más y que reduzca su desmesurado superávit comercial.
La lluvia de millones no ha caído del todo bien en ciertos sectores del bloque conservador y en círculos empresariales, que consideran el precio del pacto excesivo y perjudicial para la economía. Otros, cuestionan por qué ahora sí y antes no. “La cuestión es por qué ese dinero solo ahora vuelve a los ciudadanos, cuando hemos generado grandes superávits durante años”, se preguntaba el sábado en las páginas del Bild Julian Reichelt. Y a continuación se respondía: “Merkel ha abierto la caja justo en el momento en que su supervivencia política estaba en juego. Es difícil pensar que pudiera sobrevivir a un segundo intento de coalición fracasada”.
El autor hace alusión al primer intento de poner en pie un Gobierno, que lideró la canciller poco después de las elecciones de septiembre. Merkel ganó, pero sin la mayoría suficiente como para formar Gobierno. Durante semanas, la canciller mantuvo intensas negociaciones con los liberales y los verdes, pero aquel proyecto fracasó, asestando un duro golpe al liderazgo de una canciller debilitada en las urnas tras 12 años en el poder.
Terminar el mandato
El vaticinio machacón que anuncia el final de la era Merkel, comienza a calar también entre una población, que considera a la canciller una buena gestora, pero que también piensa que su salida está próxima. Una encuesta hecha pública el jueves indicaba que el 56% de los alemanes no piensa que Merkel vaya a ser capaz de finalizar su mandato si se renueva la gran coalición con los socialdemócratas. Sus compañeros de viaje de futura coalición tampoco atraviesan un momento político óptimo. Los tres se juegan en buena medida el puesto en estas negociaciones.
Por eso, a pesar de que el pacto pueda suponer la alternativa más eficaz para lograr un Gobierno estable en Alemania y de que haya colmado de esperanzas a una Europa ávida de tracción germana, este proyecto nace para muchos en Alemania, impregnado de un aroma de fin de era política.