El Estado Islámico golpeó un funeral y cerró un año sangriento en Afganistán
Una carga explosiva colocada en una motocicleta en la oriental provincia de Nangarhar, considerada el bastión del EI en el país, se llevó consigo la vida de 18 personas e hirió a una docena. En 2017 fallecieron cerca de 3000 civiles por atentados en el país
Infobae
Un atentado del grupo yihadista Estado Islámico (EI) contra el funeral de un político local causó este domingo 18 muertos y 12 heridos, lo que pone un broche rojo a un año especialmente sangriento en Afganistán, en el que han fallecido cerca de 3.000 civiles.
Una carga explosiva colocada en una motocicleta en la oriental provincia de Nangarhar, considerada el bastión del EI en el país, se llevó consigo la vida de 18 personas e hirió a una docena, que se suman a los 2.640 civiles fallecidos y 5.379 heridos contabilizados por la misión de la ONU sólo hasta octubre.
La explosión, ocurrida sobre las 14.15 hora local (09.45 GMT) en el distrito de Behsud, se produjo cuando tenía lugar un acto funerario por el ex gobernador del distrito de Haska Mena, también en Nangarhar, Gul Wali, dijo a Efe el portavoz del gobernador provincial, Attaullah Khogyanai.
Tras abandonar su cargo como gobernante local, Wali tenía estatus de anciano tribal y trabajaba ayudando a la gente en labores sociales, como mantener a los insurgentes alejados de las aldeas.
Poco después del ataque las autoridades provinciales indicaron que se había tratado de un atentado suicida, una versión revisada tras la llegada de un equipo de investigación a la zona.
"De entre los heridos otro perdió la vida y ahora tenemos 18 personas muertas y 12 heridos. Los médicos en el Hospital Provincial de Nangarhar están trabajando para salvar a aquellos que se encuentran en estado crítico", detalló la fuente.
Las autoridades afganas han culpado al EI del ataque en Nangarhar, donde tanto los talibanes como el grupo yihadista están muy activos y controlan varias zonas de la región.
Como suele ocurrir cuando las víctimas son principalmente civiles, los del mulá Haibatullah negaron su participación en el atentado a través de un mensaje de su portavoz Zabihullah Mujahid en su cuenta de Twitter.
El portavoz del gobernador provincial argumentó que el Estado Islámico está atacando a los civiles para probar su presencia en Nangarhar, al encontrarse en esta zona bajo una fuerte presión por parte de las tropas afganas e internacionales.
"La segunda razón es que ahora los aldeanos, incluso en las áreas remotas, no cooperan con el EI dándole espacio o permitiendo que vivan en sus aldeas o utilicen sus recursos en la lucha contra las fuerzas de seguridad", afirmó.
El vicepresidente del Consejo Provincial de Nangarhar, Zabihullah Zmarai, coincidió en señalar que los ataques a civiles son un intento por parte de los yihadistas de hacer "propaganda", al verse diezmados por el avance de las fuerzas gubernamentales en la región.
"Quieren presionar al Gobierno de cualquier forma posible y la forma fácil para ellos es atacar a los objetivos blandos, los civiles. De este modo quieren divulgar su propaganda y poner presión sobre el Gobierno", anotó a Efe el alto cargo.
El presidente afgano, Ashraf Gani, condenó el atentado de en Nangarhar y defendió que los ataques contra sitios de culto y congregaciones religiosas de los musulmanes son una falta de respeto al islam y sus prácticas.
"Los terroristas en los meses recientes, atacando a civiles e instituciones del bienestar, han mostrado su enemistad con todas las etnias, religiones y el desarrollo del país", concluyó el dirigente en un comunicado.
El de el domingo es el último en una serie de ataques contra civiles, el anterior de ellos el pasado jueves, cuando un atentado suicida en un centro cultural de la minoría musulmana chií en Kabul, reivindicado por Estado Islámico, causó 41 muertos y 84 heridos.
La capital, entre otros puntos del país, fue este año objeto de graves atentados.
El mayor de ellos, el más sangriento desde la caída del régimen talibán con la invasión estadounidense hace 15 años, causó el pasado junio 150 muertos y más de 300 heridos a la entrada de la zona diplomática de Kabul, donde explotó un camión cargado de explosivos.
A día de hoy, ningún grupo ha reclamado la autoría de aquella acción.
Aunque en los primeros nueve meses del año el cómputo de víctimas civiles por el conflicto descendió en un 6 %, la primera vez que se produce un retroceso desde 2012, las cifras fueron de 2.640 muertos y 5.379 heridos, todavía "niveles altos", según la ONU.
Desde el final de la misión de combate de la OTAN en enero de 2015, Kabul ha ido perdiendo terreno ante los talibanes hasta controlar apenas un 57 % del país, según el inspector especial general para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR) del Congreso de Estados Unidos.
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Un atentado del grupo yihadista Estado Islámico (EI) contra el funeral de un político local causó este domingo 18 muertos y 12 heridos, lo que pone un broche rojo a un año especialmente sangriento en Afganistán, en el que han fallecido cerca de 3.000 civiles.
Una carga explosiva colocada en una motocicleta en la oriental provincia de Nangarhar, considerada el bastión del EI en el país, se llevó consigo la vida de 18 personas e hirió a una docena, que se suman a los 2.640 civiles fallecidos y 5.379 heridos contabilizados por la misión de la ONU sólo hasta octubre.
La explosión, ocurrida sobre las 14.15 hora local (09.45 GMT) en el distrito de Behsud, se produjo cuando tenía lugar un acto funerario por el ex gobernador del distrito de Haska Mena, también en Nangarhar, Gul Wali, dijo a Efe el portavoz del gobernador provincial, Attaullah Khogyanai.
Tras abandonar su cargo como gobernante local, Wali tenía estatus de anciano tribal y trabajaba ayudando a la gente en labores sociales, como mantener a los insurgentes alejados de las aldeas.
Poco después del ataque las autoridades provinciales indicaron que se había tratado de un atentado suicida, una versión revisada tras la llegada de un equipo de investigación a la zona.
"De entre los heridos otro perdió la vida y ahora tenemos 18 personas muertas y 12 heridos. Los médicos en el Hospital Provincial de Nangarhar están trabajando para salvar a aquellos que se encuentran en estado crítico", detalló la fuente.
Las autoridades afganas han culpado al EI del ataque en Nangarhar, donde tanto los talibanes como el grupo yihadista están muy activos y controlan varias zonas de la región.
Como suele ocurrir cuando las víctimas son principalmente civiles, los del mulá Haibatullah negaron su participación en el atentado a través de un mensaje de su portavoz Zabihullah Mujahid en su cuenta de Twitter.
El portavoz del gobernador provincial argumentó que el Estado Islámico está atacando a los civiles para probar su presencia en Nangarhar, al encontrarse en esta zona bajo una fuerte presión por parte de las tropas afganas e internacionales.
"La segunda razón es que ahora los aldeanos, incluso en las áreas remotas, no cooperan con el EI dándole espacio o permitiendo que vivan en sus aldeas o utilicen sus recursos en la lucha contra las fuerzas de seguridad", afirmó.
El vicepresidente del Consejo Provincial de Nangarhar, Zabihullah Zmarai, coincidió en señalar que los ataques a civiles son un intento por parte de los yihadistas de hacer "propaganda", al verse diezmados por el avance de las fuerzas gubernamentales en la región.
"Quieren presionar al Gobierno de cualquier forma posible y la forma fácil para ellos es atacar a los objetivos blandos, los civiles. De este modo quieren divulgar su propaganda y poner presión sobre el Gobierno", anotó a Efe el alto cargo.
El presidente afgano, Ashraf Gani, condenó el atentado de en Nangarhar y defendió que los ataques contra sitios de culto y congregaciones religiosas de los musulmanes son una falta de respeto al islam y sus prácticas.
"Los terroristas en los meses recientes, atacando a civiles e instituciones del bienestar, han mostrado su enemistad con todas las etnias, religiones y el desarrollo del país", concluyó el dirigente en un comunicado.
El de el domingo es el último en una serie de ataques contra civiles, el anterior de ellos el pasado jueves, cuando un atentado suicida en un centro cultural de la minoría musulmana chií en Kabul, reivindicado por Estado Islámico, causó 41 muertos y 84 heridos.
La capital, entre otros puntos del país, fue este año objeto de graves atentados.
El mayor de ellos, el más sangriento desde la caída del régimen talibán con la invasión estadounidense hace 15 años, causó el pasado junio 150 muertos y más de 300 heridos a la entrada de la zona diplomática de Kabul, donde explotó un camión cargado de explosivos.
A día de hoy, ningún grupo ha reclamado la autoría de aquella acción.
Aunque en los primeros nueve meses del año el cómputo de víctimas civiles por el conflicto descendió en un 6 %, la primera vez que se produce un retroceso desde 2012, las cifras fueron de 2.640 muertos y 5.379 heridos, todavía "niveles altos", según la ONU.
Desde el final de la misión de combate de la OTAN en enero de 2015, Kabul ha ido perdiendo terreno ante los talibanes hasta controlar apenas un 57 % del país, según el inspector especial general para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR) del Congreso de Estados Unidos.