Detenido un exagente de la CIA sospechoso de revelar a China una red de espías
Jerry Chun Lee, arrestado al aterrizar en Nueva York, se enfrenta a una pena máxima de diez años en prisión
Joan Faus
Washington, El País
Las autoridades estadounidenses han detenido a Jerry Chun Shing Lee, un exagente de la CIA en China, acusado de “posesión no autorizada” de información confidencial después de haber abandonado la agencia de inteligencia en 2007. Esa es la imputación judicial, pero la sospecha de Washington es mucho mayor: que colaboró con Pekín para destapar a los informantes de la CIA en ese país. Entre 2010 y 2012, fueron asesinadas o encarceladas hasta 20 fuentes de la CIA en China, según el diario The New York Times.
Lee, de 53 años, se enfrenta a una condena máxima de 10 años de cárcel. Su caso está repleto de incógnitas. Se asemeja al de una novela de intriga que mide la lealtad de los espías, ante el temor a topos, y evidencia la feroz competencia entre las grandes potencias. Se desconoce, por ejemplo, por qué este estadounidense naturalizado que vivía en Hong Kong decidió viajar a EE UU. Al aterrizar la noche del lunes en Nueva York, fue arrestado. Lee, que trabajó 13 años para la CIA, sabía perfectamente que estaba siendo investigado, por lo que sorprende que se aventurara a pisar suelo estadounidense. Un portavoz de la CIA declinó comentar sobre el caso.
Otro misterio es qué sucedió en 2013 cuando el FBI interrogó al exespía en EE UU pero quedó libre y pudo volver a China. En agosto de 2012, Lee y su familia se mudaron de Hong Kong a EE UU para vivir en el norte de Virginia, a las afueras de Washington, donde está precisamente la sede de la CIA. Alertado por la misteriosa ofensiva contra los informantes de la agencia en China, el FBI le seguía la pista y, según el Times, le tendió una trampa para que volviera a EE UU.
En su viaje, la familia hizo una parada de cuatro días en Hawái. “Equipos de vigilancia observaron a Lee hospedado en un hotel de Honolulu”, se lee en el documento de acusación del Departamento de Justicia. El FBI obtuvo una orden judicial para poder inspeccionar la habitación de Lee. Se tomaron fotografías. La misma práctica se repitió a los pocos días cuando la familia se hospedó en otro hotel en Virginia.
El hallazgo fue mayúsculo. Los investigadores descubrieron que Lee transportaba visiblemente en su maleta “dos pequeñas libretas” con notas escritas a mano, que incluían información clasificada y al menos un dato bajo la categoría de Top Secret, cuya divulgación podía causar un “daño grave a la seguridad nacional”. Las notas revelaban los “verdaderos nombres y números de teléfono de activos y trabajadores encubiertos de la CIA, así como direcciones de sedes de la CIA”. Buena parte de esa información sobre los contactos de la agencia en China la había escrito Lee en sus cables clasificados como oficial de inteligencia. Por qué se trajo esas libretas a EE UU es otro enigma.
Tras la inspección de sus habitaciones, de la que no se sabe si fue informado, Lee mantuvo las dos libretas durante los 10 meses que vivió en Virginia. En ningún momento, las devolvió al Gobierno estadounidense, como debía hacer por ley y por el acuerdo vitalicio de confidencialidad que firmó. Tampoco informó sobre esas notas en sus contactos con antiguos compañeros de la CIA. En mayo y junio de 2013, agentes del FBI interrogaron cinco veces a Lee y él “nunca sugirió que poseyera” las libretas. El 6 de junio de ese año, según el documento judicial, el exespía dejó de vivir en Virginia y fue cuando presumiblemente volvió a China. Hasta su retorno el lunes a EE UU.
Crecientes sospechas
Las muertes y encarcelamientos de informantes de la CIA en China fueron un golpe enorme para EE UU. Según The New York Times, la CIA atribuyó inicialmente las bajas a un ciberataque pero el FBI apuntó a un posible traidor. En los últimos meses, las sospechas sobre una ofensiva de China se han acentuado. Otro exagente de la CIA fue detenido el pasado junio por proporcionar información clasificada a las autoridades chinas y una exfuncionaria del Departamento de Estado fue acusada en marzo de colaborar, a cambio de suculentos pagos, con los servicios de inteligencia chinos.
Joan Faus
Washington, El País
Las autoridades estadounidenses han detenido a Jerry Chun Shing Lee, un exagente de la CIA en China, acusado de “posesión no autorizada” de información confidencial después de haber abandonado la agencia de inteligencia en 2007. Esa es la imputación judicial, pero la sospecha de Washington es mucho mayor: que colaboró con Pekín para destapar a los informantes de la CIA en ese país. Entre 2010 y 2012, fueron asesinadas o encarceladas hasta 20 fuentes de la CIA en China, según el diario The New York Times.
Lee, de 53 años, se enfrenta a una condena máxima de 10 años de cárcel. Su caso está repleto de incógnitas. Se asemeja al de una novela de intriga que mide la lealtad de los espías, ante el temor a topos, y evidencia la feroz competencia entre las grandes potencias. Se desconoce, por ejemplo, por qué este estadounidense naturalizado que vivía en Hong Kong decidió viajar a EE UU. Al aterrizar la noche del lunes en Nueva York, fue arrestado. Lee, que trabajó 13 años para la CIA, sabía perfectamente que estaba siendo investigado, por lo que sorprende que se aventurara a pisar suelo estadounidense. Un portavoz de la CIA declinó comentar sobre el caso.
Otro misterio es qué sucedió en 2013 cuando el FBI interrogó al exespía en EE UU pero quedó libre y pudo volver a China. En agosto de 2012, Lee y su familia se mudaron de Hong Kong a EE UU para vivir en el norte de Virginia, a las afueras de Washington, donde está precisamente la sede de la CIA. Alertado por la misteriosa ofensiva contra los informantes de la agencia en China, el FBI le seguía la pista y, según el Times, le tendió una trampa para que volviera a EE UU.
En su viaje, la familia hizo una parada de cuatro días en Hawái. “Equipos de vigilancia observaron a Lee hospedado en un hotel de Honolulu”, se lee en el documento de acusación del Departamento de Justicia. El FBI obtuvo una orden judicial para poder inspeccionar la habitación de Lee. Se tomaron fotografías. La misma práctica se repitió a los pocos días cuando la familia se hospedó en otro hotel en Virginia.
El hallazgo fue mayúsculo. Los investigadores descubrieron que Lee transportaba visiblemente en su maleta “dos pequeñas libretas” con notas escritas a mano, que incluían información clasificada y al menos un dato bajo la categoría de Top Secret, cuya divulgación podía causar un “daño grave a la seguridad nacional”. Las notas revelaban los “verdaderos nombres y números de teléfono de activos y trabajadores encubiertos de la CIA, así como direcciones de sedes de la CIA”. Buena parte de esa información sobre los contactos de la agencia en China la había escrito Lee en sus cables clasificados como oficial de inteligencia. Por qué se trajo esas libretas a EE UU es otro enigma.
Tras la inspección de sus habitaciones, de la que no se sabe si fue informado, Lee mantuvo las dos libretas durante los 10 meses que vivió en Virginia. En ningún momento, las devolvió al Gobierno estadounidense, como debía hacer por ley y por el acuerdo vitalicio de confidencialidad que firmó. Tampoco informó sobre esas notas en sus contactos con antiguos compañeros de la CIA. En mayo y junio de 2013, agentes del FBI interrogaron cinco veces a Lee y él “nunca sugirió que poseyera” las libretas. El 6 de junio de ese año, según el documento judicial, el exespía dejó de vivir en Virginia y fue cuando presumiblemente volvió a China. Hasta su retorno el lunes a EE UU.
Crecientes sospechas
Las muertes y encarcelamientos de informantes de la CIA en China fueron un golpe enorme para EE UU. Según The New York Times, la CIA atribuyó inicialmente las bajas a un ciberataque pero el FBI apuntó a un posible traidor. En los últimos meses, las sospechas sobre una ofensiva de China se han acentuado. Otro exagente de la CIA fue detenido el pasado junio por proporcionar información clasificada a las autoridades chinas y una exfuncionaria del Departamento de Estado fue acusada en marzo de colaborar, a cambio de suculentos pagos, con los servicios de inteligencia chinos.