Zidane confunde al Madrid
As
Dos partidos en uno. El Barcelona dio un golpe a LaLiga entre la vacilación de Zidane, que transformó a su equipo de un tiempo a otro y acabó por confundirlo. Presión adelantada en la primera parte y paso atrás tras el descanso para invitar salir a su rival.
Acoso. El entrenador francés orquestó a su equipo bajo un 4-4-2 con Kovacic y dos escalones en apariencia en el medio. El Madrid agobió al conjunto de Valverde en la salida en el primer acto con un posicionamiento alto. Tapó a Busquets y desconectó a Messi, que sólo apareció en un gran pase de ruptura a Paulinho. No hubo Barça en ataque.
Reajuste equivocado. Zidane varió la estrategia en la reanudación. Retrasó a su equipo en posición de espera para operar a partir del contraataque (nueve jugadores en su propio campo) y situó a Kovacic en marca individual con Messi. La alteración aturdió al Madrid, más impreciso que nunca, y estiró al Barcelona, cómodo a través de la posesión. Aparecieron Busquets y Messi, decisivos ambos en la transición azulgrana. Kroos y Modric perdieron las referencias y Kovacic se enmarañó en la tarea de parar al argentino hasta el punto de permitir la conducción de Rakitic en el 0-1.
Cambio de sistema. La expulsión de Carvajal y la ventaja notable del Barcelona obligó a Zidane a reformar el dibujo. Salió Nacho, después Bale y Asensio. Acabó con un dibujo parecido a un 4-2-2-1, con el galés y el balear en las alas y libertad para emerger por dentro. No le alcanzó al conjunto blanco, peleado con el gol y con Messi delante ya desatado. El Clásico vio a dos Madrid muy distintos, atribuible a Zidane su decadencia de un parte a otra, y a un Barça eficaz, seguro y brillante por momentos, mérito imputable a Valverde.
Agresividad en la presión
Kovacic y Kroos oprimían a Busquets en el inicio de la jugada durante el primer tiempo. El pivote azulgrana careció de su elocuencia habitual, casi siempre de espalda a la jugada, y el Barça perdió el balón con facilidad.
Tiempo para todo
Liberado Busquets en la salida en el gol de Luis Suárez a causa del desconcierto del Madrid. No presionó tan arriba y cuando lo hizo le faltó intensidad y una organización correcta al estar la línea defensiva muy retrasada.
Dos partidos en uno. El Barcelona dio un golpe a LaLiga entre la vacilación de Zidane, que transformó a su equipo de un tiempo a otro y acabó por confundirlo. Presión adelantada en la primera parte y paso atrás tras el descanso para invitar salir a su rival.
Acoso. El entrenador francés orquestó a su equipo bajo un 4-4-2 con Kovacic y dos escalones en apariencia en el medio. El Madrid agobió al conjunto de Valverde en la salida en el primer acto con un posicionamiento alto. Tapó a Busquets y desconectó a Messi, que sólo apareció en un gran pase de ruptura a Paulinho. No hubo Barça en ataque.
Reajuste equivocado. Zidane varió la estrategia en la reanudación. Retrasó a su equipo en posición de espera para operar a partir del contraataque (nueve jugadores en su propio campo) y situó a Kovacic en marca individual con Messi. La alteración aturdió al Madrid, más impreciso que nunca, y estiró al Barcelona, cómodo a través de la posesión. Aparecieron Busquets y Messi, decisivos ambos en la transición azulgrana. Kroos y Modric perdieron las referencias y Kovacic se enmarañó en la tarea de parar al argentino hasta el punto de permitir la conducción de Rakitic en el 0-1.
Cambio de sistema. La expulsión de Carvajal y la ventaja notable del Barcelona obligó a Zidane a reformar el dibujo. Salió Nacho, después Bale y Asensio. Acabó con un dibujo parecido a un 4-2-2-1, con el galés y el balear en las alas y libertad para emerger por dentro. No le alcanzó al conjunto blanco, peleado con el gol y con Messi delante ya desatado. El Clásico vio a dos Madrid muy distintos, atribuible a Zidane su decadencia de un parte a otra, y a un Barça eficaz, seguro y brillante por momentos, mérito imputable a Valverde.
Agresividad en la presión
Kovacic y Kroos oprimían a Busquets en el inicio de la jugada durante el primer tiempo. El pivote azulgrana careció de su elocuencia habitual, casi siempre de espalda a la jugada, y el Barça perdió el balón con facilidad.
Tiempo para todo
Liberado Busquets en la salida en el gol de Luis Suárez a causa del desconcierto del Madrid. No presionó tan arriba y cuando lo hizo le faltó intensidad y una organización correcta al estar la línea defensiva muy retrasada.