Puigdemont y ERC desafían a Rajoy

Camilo S. Baquero
Bruselas / Barcelona, El País
El soberanismo ve el resultado del 21-D como una segunda vuelta del referéndum ilegal del 1-O. Tanto Junts per Catalunya como ERC emplazaron este viernes a Mariano Rajoy a una reunión bilateral, sin condiciones previas pero con el objetivo de siempre: “La república ya está proclamada. Los catalanes han hablado y es hora de buscar soluciones políticas”, desafió desde Bruselas el expresident Carles Puigdemont. La secretaria general de ERC, Marta Rovira, coincidió en Barcelona con esa valoración y usó el mismo tono beligerante: el independentismo, dijo, sale ganador de las urnas pese a que fue Rajoy quien convocó las elecciones con el artículo 155. Al presidente del Gobierno le toca “asumir los resultados”, según Rovira: un 47,5% de votos al separatismo que ERC interpreta como “un mandato” para “construir república”.


El tono se ha rebajado y la vía unilateral se deja de momento a un lado, pero el desafío sigue ahí. Junts per Catalunya y ERC, enzarzadas en la lucha por la hegemonía del independentismo hasta la misma noche del jueves, hicieron ayer análisis y peticiones idénticos a más de 1.000 kilómetros de distancia. La lectura del 21-D de Puigdemont, desde Bruselas, es rotunda: las elecciones “convocadas por el Estado español” son una especie de segunda vuelta que refuerza los resultados del referéndum ilegal del 1 de octubre.

“Los votos independentistas suben elección tras elección. Los partidarios de un referéndum suman más del 55% de los sufragios”, dijo el expresident, incluyendo en esa cuenta a Catalunya En Comú-Podem, que defiende un referéndum pero legal y pactado. El siguiente paso es sentarse a negociar”, afirmó. Rovira, desde la sede de los republicanos en Barcelona, insistió en que Rajoy no puede obviar “el mandato democrático”. “Lo más importante para ERC no es el resultado de ERC, es que tenemos un mandato para construir república”, remarcó.

Ambos partidos obviaron el hecho de que Ciudadanos ganó en votos y escaños el 21-D, y se centraron en que el independentismo suma una mayoría suficiente como para formar Gobierno.

El camino a seguir a partir de ahora también es compartido por ambas candidaturas. Puigdemont retó a Rajoy a una reunión “sin condiciones” para “empezar a encontrar soluciones políticas a un problema eminentemente político”. Ese encuentro, según el expresidente, solo exigiría como primer paso “reconocer al interlocutor”. El Gobierno cree que aceptar eso, sin exigir previamente a Puigdemont el respeto a la ley, otorgaría un estatus de legitimidad al separatismo al que La Moncloa prefiere resistirse. Este escollo frustró los intentos de acercamiento con mediadores internacionales antes de la declaración de independencia en el Parlament del pasado 27 de octubre.

El lugar de esa reunión no es un problema: “Bruselas o cualquier rincón de la UE”, incluso La Moncloa “si se dan las garantías”, dijo Puigdemont, en referencia, aparentemente, a garantías de no ser detenido. Rovira, por su parte, rectificó lo que había defendido en campaña y ahora apoya la restitución del Govern destituido. Los republicanos se han mostrado dispuestos a trabajar para “poner fin al exilio forzoso y a la prisión injusta de los presos políticos”, obviando que eso sólo está en manos de los jueces.

Puigdemont sostiene que propone “diálogo” para rebajar la temperatura, a la vista de que Rajoy “lo ha intentado todo, incluida la represión policial y una delirante represión penal, excepto el diálogo bilateral”. Pero el objetivo declarado es la independencia, si bien los soberanistas no optan abiertamente en esta ocasión por la vía unilateral. La receta del 155, según el autoproclamado “presidente legítimo” de la Generalitat, “no ha funcionado”; “el 155 ha perdido con claridad el plebiscito”, dijo Puigdemont en un tono menos incendiario que en campaña. “Ahora toca restituir a un Gobierno legítimo, retirar la policía que Rajoy ha enviado a Cataluña y ponerse a dialogar sin condiciones”.

“Los partidos independentistas no han dejado de sumar votos en cada convocatoria electoral, ahora con más de un 80% de participación: es la hora de la política, no puede ser que la gente se exprese y que los políticos no encontremos la manera de hablar”, remachó en una comparecencia organizada junto a la sede de las instituciones europeas.

Porque hay mensaje para Madrid, pero también para Bruselas. La Comisión Europea dejó claro ayer que su posición “no va a cambiar” con respecto a Cataluña: Bruselas ofrecía y ofrece un respaldo sin fisuras a Rajoy. Tras solicitar la reunión con este, Puigdemont reclamó asimismo a la Comisión “que escuche a Cataluña”. “No le pido a Bruselas que cambie sus posiciones: solo le pido que nos escuche”, dijo, a la vista de que ninguna institución europea recibe a los líderes catalanes.
La vía unilateral

Puigdemont sobrevoló algunos de los asuntos más espinosos. No aclaró si volverá a Barcelona en caso de ser investido presidente. Y tampoco si más adelante regresará a la vía de la ruptura unilateral, aunque de sus palabras se deduce que el camino, a día de hoy, parece otro: “El próximo paso es el diálogo”, dijo en catalán, castellano, francés e inglés. El expresidente dejó incluso algún mensaje ambiguo en clave interna: cree que no necesita a la CUP.

“Podemos gobernar ERC y Junts per Catalunya: el bloque alternativo no puede competir. Nuestra idea es intentar llegar a acuerdos no solo con la CUP, con todos los partidos que compartan que se ha acabado la receta unilateral del Estado español”, dijo en referencia a Catalunya en Comú.

Puigdemont va a tener que usar mucho el teléfono. Quiere contactar con Rajoy, con Jean-Claude Juncker, jefe de la Comisión, y con los comunes. Está por ver quién va a contestar a esas llamadas, pero de momento su postura desde Bruselas coincide con la de ERC en Barcelona: Rovira emplazó a Rajoy a reconocer los resultados y a sentarse a dialogar y apenas citó condiciones más allá de la reapertura de las embajadas catalanas en el exterior. El 21-D ha sido un bálsamo para ambos partidos —pero aún más para Junts per Catalunya— y tanto Puigdemont como Rovira han rebajado las posturas maximalistas. A la vez, el desafío de fondo sigue ahí: vienen curvas, si es que alguna vez se fueron.

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