El liderato no se negocia
Suárez y Messi hicieron los deberes en el momento en el que el Villarreal se quedó con uno menos por la expulsión de Raba (60') tras una dura entrada a Busquets.
Santi Giménez
As
El Barça dejó claro en Villarreal que el liderato de la Liga se defiende con uñas y dientes. Llegaba el equipo de Valverde al estadio de la Cerámica después de que sus perseguidores (Valencia, Real Madrid y Atlético) hubieran hecho sus deberes presionando al equipo blaugrana antes de afrontar una salida complicada que solventó el equipo barcelonista ganando por 0-2 apelando más a la metalurgia y la paciencia que al arte y el arrebato.
Supo el Barça sacar adelante un partido complicado sin hacer nada extraordinario que levante al público de su asiento , pero sin hacer nada mal. Ni un reproche se le podría hacer al Barça en una primera inspección. Si se tuviese que definir en un partido al equipo de Valverde serviría el enfrentamiento ante el Villareal. El Barça es un equipo que, pase lo que pase, se equivoca muy poco a lo largo de un partido. Y cuando se equivoca, aparece Ter Stegen para solventar la situación con esa pose de Terminator que salva balones imposibles con el rictus de un pantocrator románico.
Todo en el Barcelona está medido de medio campo para atrás, pero es cierto que al conjunto barcelonista le cuesta mucho hacer goles. Obsesionado con protegerse, fía toda su profundidad a la asociación entre un Jordi Alba sensacional y un Messi que lo es todo en este equipo. Esa banda izquierda entre Alba y Messi es la reedición de la que hace un par de temporadas formaba el propio Leo con Alves en el lado opuesto del campo, pero al equipo le falta remate y le sobra paciencia. Saben que tienen un plan, confían en él y tiene argumentos el técnico blaugrana para darle un cambio de ritmo al partido a base de introducir piezas desde el banquillo.
En Villarreal, de nuevo, el técnico del Barcelona supo leer a la perfección el guión del partido y aprovechar la expulsión de Raba a falta de media hora para el final del partido por una entrada desmesurada sobre Busquets.
En superioridad, retiró del campo Valverde a un Paulinho que desgastó a los rivales a base de percusiones más propias de un tercera línea de rugby que de un centrocampista del Barcelona por un Paco Alcácer que volvió a aprovechar sus minutos. Algo que no puede decirse de Denis Suárez, que otra vez se quedó en terreno de nadie, en una actuación funcionarial que puede ser tan defendible desde la estadística como criticada desde la exigencia mínima que debe cumplir un volante del Barça. La timidez en la banda izquierda del ataque es algo que suena raro en este equipo.
El Villarreal, por su parte, planteó el partido de forma admirable teniendo en cuenta las bajas que tenía. Desde la portería, que defendió ese ejemplo de vida que es Sergio Asenjo, hasta el joven Raba, que pagó el peaje arbitral de ser el novato, estuvo el equipo a un nivel estupendo. Esperó su ocasión con Soriano rompiendo entre líneas y los laterales muy agresivos al mando de Trigueros. Pero entre la lesión de Semedo y la expulsión de Raba, el plan acabó por ser imposible ante un Barcelona que del primer minuto al último mantiene una intensidad de juego que muy pocos equipos pueden soportar. Un plan que se fundamenta en no negociar ningún partido. Y en base a ello, suma 23 partidos oficiales sin perder. Quien quiera robarle el liderato deberá sudar mucho. Este Barça no negocia.
Santi Giménez
As
El Barça dejó claro en Villarreal que el liderato de la Liga se defiende con uñas y dientes. Llegaba el equipo de Valverde al estadio de la Cerámica después de que sus perseguidores (Valencia, Real Madrid y Atlético) hubieran hecho sus deberes presionando al equipo blaugrana antes de afrontar una salida complicada que solventó el equipo barcelonista ganando por 0-2 apelando más a la metalurgia y la paciencia que al arte y el arrebato.
Supo el Barça sacar adelante un partido complicado sin hacer nada extraordinario que levante al público de su asiento , pero sin hacer nada mal. Ni un reproche se le podría hacer al Barça en una primera inspección. Si se tuviese que definir en un partido al equipo de Valverde serviría el enfrentamiento ante el Villareal. El Barça es un equipo que, pase lo que pase, se equivoca muy poco a lo largo de un partido. Y cuando se equivoca, aparece Ter Stegen para solventar la situación con esa pose de Terminator que salva balones imposibles con el rictus de un pantocrator románico.
Todo en el Barcelona está medido de medio campo para atrás, pero es cierto que al conjunto barcelonista le cuesta mucho hacer goles. Obsesionado con protegerse, fía toda su profundidad a la asociación entre un Jordi Alba sensacional y un Messi que lo es todo en este equipo. Esa banda izquierda entre Alba y Messi es la reedición de la que hace un par de temporadas formaba el propio Leo con Alves en el lado opuesto del campo, pero al equipo le falta remate y le sobra paciencia. Saben que tienen un plan, confían en él y tiene argumentos el técnico blaugrana para darle un cambio de ritmo al partido a base de introducir piezas desde el banquillo.
En Villarreal, de nuevo, el técnico del Barcelona supo leer a la perfección el guión del partido y aprovechar la expulsión de Raba a falta de media hora para el final del partido por una entrada desmesurada sobre Busquets.
En superioridad, retiró del campo Valverde a un Paulinho que desgastó a los rivales a base de percusiones más propias de un tercera línea de rugby que de un centrocampista del Barcelona por un Paco Alcácer que volvió a aprovechar sus minutos. Algo que no puede decirse de Denis Suárez, que otra vez se quedó en terreno de nadie, en una actuación funcionarial que puede ser tan defendible desde la estadística como criticada desde la exigencia mínima que debe cumplir un volante del Barça. La timidez en la banda izquierda del ataque es algo que suena raro en este equipo.
El Villarreal, por su parte, planteó el partido de forma admirable teniendo en cuenta las bajas que tenía. Desde la portería, que defendió ese ejemplo de vida que es Sergio Asenjo, hasta el joven Raba, que pagó el peaje arbitral de ser el novato, estuvo el equipo a un nivel estupendo. Esperó su ocasión con Soriano rompiendo entre líneas y los laterales muy agresivos al mando de Trigueros. Pero entre la lesión de Semedo y la expulsión de Raba, el plan acabó por ser imposible ante un Barcelona que del primer minuto al último mantiene una intensidad de juego que muy pocos equipos pueden soportar. Un plan que se fundamenta en no negociar ningún partido. Y en base a ello, suma 23 partidos oficiales sin perder. Quien quiera robarle el liderato deberá sudar mucho. Este Barça no negocia.