El gigantesco incendio de California deja de crecer, pero amenaza poblaciones

El fuego ha quemado ya 96.000 hectáreas al norte de Los Ángeles. Partes de dos ciudades de Santa Bárbara siguen bajo evacuación forzosa

Pablo Ximénez de Sandoval
Los Ángeles, El País
Entre el martes y el miércoles de esta semana, el incendio que asola el condado de Ventura, California, solo creció en 2.000 hectáreas. Apenas nada para un fuego que ha quemado en 10 días 96.000 hectáreas en total y ha llegado a mantener a más de 80.000 personas fuera de sus casas en una zona rica y turística al norte de Los Ángeles. Es el quinto incendio más grande de la historia de California. El miércoles por la mañana, el incendio bautizado como Thomas estaba controlado en un 20%, según el último parte de incidencias de la agencia antiincendios de California, pero aún sigue amenazando poblaciones.


Las evacuaciones forzosas ordenadas el lunes para partes de Carpinteria y Montecito, dos localidades turísticas cercanas a Santa Bárbara, se mantenían el miércoles. En Ojai, la joya turística de la zona y rodeado por el fuego, había evacuaciones voluntarias. El peligro no ha pasado y un cambio en los vientos de estos días puede desbaratar los progresos de los bomberos en cualquier momento.

Más de 7.900 personas trabajan contra el incendio Thomas. Desde que comenzó el fuego, el pasado 4 de diciembre, han sido destruidas 709 casas y han sufrido daños otras 164. Sumando estructuras comerciales y de otro tipo, se supera el millar de construcciones dañadas o destruidas.

Los esfuerzos de los bomberos, que se han podido concentrar en este incendio después de que los otros cinco que se llegaron a declarar a la vez estén casi extinguidos, se centran en evitar que se desplace hacia el oeste, a las localidades de la costa. La zona asegurada es la que linda con las localidades de Ventura y Santa Paula.

Los vientos han dado algo de respiro a los equipos en las últimas horas. La crisis de incendios que a sufrido el sur de California en la última semana se ha debido a una inusual arremetida de los llamados vientos de Santa Ana, muy raros en diciembre. Se trata de corrientes de aire del desierto hacia la costa que llevan la sequedad por donde pasan. Cuando soplan los vientos de Santa Ana, normalmente a finales de verano, el peligro de incendios es extremo. La semana pasada llegaron a superar los 100 kilómetros por hora. A esta situación se suma un campo especialmente proclive a arder, ya que el invierno pasado fue uno de los más lluviosos de la historia de California, hasta el punto de que terminó en pocos meses con una sequía que duraba cinco años. Toda esa vegetación es ahora combustible seco para los incendios, por lo que los expertos del Estado advierten de que la situación de peligro no ha pasado y bien puede extenderse hasta Navidad.

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