Terapia de goles para el Madrid

Un Madrid de menos a más dio sus primeros pasos para salir de la crisis. Tremendo tanto de Asensio. Benzema no sale del pozo. Cristiano lo intentó todo. Las Palmas, sin chispa.


Luis Nieto
As
Quedaron un gol tremendo de Marco Asensio, un propósito de enmienda, un Las Palmas quebradizo, un arbitraje de verbena de Sánchez Martínez (le quitó dos penaltis al Madrid y otro a Las Palmas, además de otras menudencias) y el Benzema de la gran depresión. Resultó una tarde apacible para el Madrid, que tardó en pisar a fondo el acelerador pero que nunca se vio en apuros.


A los tres minutos se encontró Benzema frente a frente con Lizoain, sin más oposición que el viento y su propia desconfianza. Estrelló su disparo en las piernas del meta tras regalar parte de su enorme ventaja en la carrera. Poco después metería un cabezazo al aire en un envío templado de Marco Asensio, lo que le colocó al borde de la cacerolada que acabaron dedicándole cuando le quitó Zidane. Benzema es una versión abreviada de este Madrid bipolar que fantasea con cazar al Barça.

En Benzema se reúnen la complacencia y la falta de competencia. Tal y como se construyó (o se medio desarmó) la plantilla este verano resulta irremediable ponerle, con frío y con calor, ande bien o como ahora. La segunda unidad resulta decorativa.

Ante Las Palmas, Zidane alineó una versión casi premium. De lo disponible sólo se perdonó a Modric, al que le espera una repesca mundialista tremenda en los próximos diez días. Así que todo fue más de lo mismo, incluido el papel de Las Palmas, que por primera vez jugó con tres centrales. Sospechaba que por ahí se cortocircuita el Madrid. No sucedió esta vez.

El equipo de Ayestarán, que suele ponerle el lazo a sus derrotas ganando la posesión, se manejó bien con su toque durante los primeros minutos gracias al buen pie de sus futbolistas y a la desgana del Madrid por agarrarle de la pechera. Esta vez sí cargó Vitolo con la pesada carga de un equipo que es modelo de autodestrucción, pero sólo le dio para retardar la derrota.
Un Madrid mejor

El Madrid, en cualquier caso, sacó en limpio una leve mejoría de Marcelo, la reiteración de Isco como impulsor de su juego, una buena versión de Cristiano en iniciativa y compromiso y la utilidad de Vallejo, que dejó la impronta de central sobrio, bien colocado y con posibilidades. Resultó curioso que, pese a su anatomía, Zidane no le permitiese subir a ningún saque de esquina. De uno de ellos sacó el Madrid su primer gol, en cabezazo de Casemiro en el segundo palo tras toque de la zaga canaria en el primero. Un tanto que no se vio rodeado de ocasiones a raudales. Lo mejor del Madrid llegó en disparos lejanos.

El de Marco Asensio, a vuelta del descanso, le quitó el suspense al partido. Un misil de bote pronto a la escuadra invisible para Lizoain y para la NASA que rehabilitó al balear, cuya temporada es una ducha escocesa. También lo fue su partido, de menos a más. Como el resto del equipo. Asensio no es aún un futbolista estable. Casi nadie lo es a su edad, pero lo remediarán el tiempo y la continuidad.

Después de su obra de arte el Madrid cogió velocidad de crucero y buscó la reconciliación con el público, con una acometida severa y constante sobre el área de Las Palmas. Y es que la fogosidad se paga bien en el Bernabéu. Y eso siempre lo tuvo Cristiano, cuyo empeño estuvo fuera de toda duda. Enganchado a su ansiedad echó el resto para aliviar su sequía. Le regaló el tercer gol a Isco y participó en todas las maniobras de ataque del equipo. El estadio no necesitó sus goles para ovacionarle.


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