Las víctimas del Chapecoense: “Nos han olvidado”

Un año después, no hay previsión para el pago de las indemnizaciones a las familias afectadas por el accidente del avión del club brasileño

Breiller Pires
São Paulo, El País
Osmar Machado, pelo canoso y ojeras bien marcadas, cumple 67 años este miércoles, 29 de noviembre. En su anterior aniversario, era aún de madrugada cuando recibió la noticia de que su hijo Filipe, de 32 años, estaba entre los 71 muertos por la caída del avión que llevaba al equipo brasileño del Chapecoense a Colombia. Desde entonces, el padre del defensa ha pasado muchas noches en blanco atormentado por un sentimiento de injusticia. “Mucha gente y el club ganaron dinero con la tragedia, mientras nosotros, los familiares de las víctimas, fuimos arrinconados. Nos han olvidado”, se desahoga Machado. Pasado un año del accidente, las familias aún no cobraron indemnizaciones tampoco saben quiénes son los responsables de las negligencias que llevaron a la aeronave a quedarse sin combustible y desplomarse sobre las montañas colombianas.


Contratada por el Chapecoense para fletar el vuelo a Medellín, donde el equipo brasileño se iba a enfrentar al Atlético Nacional, en la final de la Copa Sudamericana, la empresa boliviana LaMia se encuentra en un “desierto jurídico”, según la definición de especialistas que siguen el caso. El piloto Miguel Quiroga, fallecido, fue señalado como propietario de la compañía aérea, y su socio Marco Antonio Rocha Venegas está huido de la justicia. Las autoridades de Brasil, Bolivia y Colombia implicadas en las investigaciones tienen dificultades para señalar a los culpables de la tragedia. Hasta el momento, además de Venegas, fueron imputados otros cuatro bolivianos: dos operadores del aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra, que aprobaron el plan de vuelo irregular de la LaMia, el director de la compañía, Gustavo Vargas Gamboa, y su hijo Gustavo Vargas Villegas, integrante de la cúpula de la aviación civil de Bolivia. Los Vargas son los únicos que fueron detenidos durante el proceso, aunque ahora cumplen prisión domiciliaria. Ellos rechazan tener cualquier participación en el accionariado de LaMia.

En octubre, la Fiscalía brasileña reveló indicios de que la empresa aérea pertenece de hecho a Loredana Albacete, hija del exsenador venezolano Ricardo Albacete. Él sería así el verdadero dueño del avión que transportaba a la delegación del Chapecoense, que supuestamente estaba arrendado a LaMia. Por implicar documentos de varios países, la compleja investigación camina a paso lento y, por ahora, la familia Albacete no ha sido imputada. En Brasil la única conclusión de la fiscalía es que el Chapecoense no tiene culpa del accidente. Los familiares, sin embargo, alegan que el club fue imprudente al contratar a LaMia para transportar la delegación en rutas internacionales. Sin embargo, los fiscales entienden que no hay irregularidades en los contratos firmados entre el club y la empresa boliviana, que también operó vuelos de la selección argentina.
Explotación de la tragedia

Tras el accidente, la relación del Chapecoense con los familiares de las víctimas se enturbió. El club responde a 17 demandas laborales y tres civiles. Algunas lo acusan de abandono y de explotar la tragedia por negociar la producción de filmes y documentales sobre el vuelo fatídico que cambió su historia. A principios de noviembre, se anunció un acuerdo con la directiva del Chapecoense para destinar 29.000 reales (7.300 euros) por mes, hasta octubre de 2018, que serán divididos entre las familias como ayuda sanitaria de emergencia. Los afectados pueden acabar en una acción colectiva conjunta ante la justicia.

La aseguradora Bisa, que tenía contrato con LaMia, se niega a pagar íntegramente el valor de la póliza del seguro, estipulada en 80 millones de reales (20,8 millones de euros), por entender que un error humano —del piloto, que calculó mal las necesidades de combustible— causó el accidente. En la última reunión con representantes de las víctimas, Bisa ofreció pagar 645.000 reales (168.000 euros) a cada familia. La propuesta fue rechazada.

En el plano deportivo, después de algunos contratiempos, como la eliminación de la Copa Libertadores por la alineación irregular de un jugador y el despido de dos entrenadores, el Chapecoense logró cumplir su principal objetivo: permanecer en la Primera División de Brasil. En el último partido del campeonato, el próximo domingo, el equipo tiene la posibilidad de conquistar una plaza en la Libertadores. “Cuando llegué al club solo teníamos dos jugadores contratados”, dice el director ejecutivo, Rui Costa, fichado en diciembre pasado, tras el accidente. “Montamos una plantilla en 20 días y, a pesar de todas las dificultades, cumplimos la meta. Si no fuese por toda la tragedia que sacudió el club, el año habría sido muy feliz para Chapecoense”.

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