La purga en la familia real saudí confirma que existe oposición a las reformas del heredero

La detención de decenas de príncipes y altos cargos consolida el poder de Mohamed Bin Salmán

Ángeles Espinosa
Dubái, El País
¿Qué está pasando en Arabia Saudí? Durante la noche del sábado al domingo, han sido detenidos y/o cesados en sus puestos 11 príncipes, 4 ministros en activo, numerosos altos funcionarios, mandos militares y destacados hombres de negocios vinculados a alguna de las facciones de la familia gobernante. Oficialmente, el rey Salmán ha lanzado una campaña contra la corrupción. Los observadores, y muchos saudíes, se muestran convencidos de que la purga, sin precedentes en el Reino del Desierto, busca neutralizar la oposición al poderoso príncipe heredero, Mohamed Bin Salmán (MBS), y su ambicioso programa de reformas.


Sea como fuere, los saudíes han dormido poco dado que las noticias empezaron a filtrarse a través de los medios locales de madrugada. A falta de un anuncio oficial, estos citan entre los detenidos al multimillonario príncipe Alwalid Bin Talal, al príncipe Miteb Bin Abdalá (hasta ahora jefe de la Guardia Nacional e hijo del fallecido rey Abdalá), al comandante jefe de la Marina Abdalá al Sultán, al ministro de Economía Adel Fakieh (como el anterior remplazado anoche mismo), al exministro de Finanzas y miembro del Consejo de Administración de la petrolera Aramco Ibrahim al Assaf, al príncipe Turki Bin Abdalá (exgobernador de Riad, también hijo del anterior monarca), a Khaled al Tuwaijiri (jefe de la Corte Real con Abdalá)…

Fuentes diplomáticas europeas admiten la sorpresa que les ha causado. “Parece indicar que se aproxima el relevo en el trono”, señala un antiguo embajador que ha conocido a muchos de los ahora represaliados. En su opinión, “han cambiado las reglas del juego totalmente”.

“Los ceses y las detenciones sugieren que el príncipe Mohamed más que forjar alianzas está extendiendo su férreo control a la familia real, el Ejército y la Guardia Nacional para contrarrestar lo que parece una oposición más extensa dentro de esos grupos a sus reformas y la guerra en Yemen”, interpreta James Dorsey, profesor visitante en la Escuela S. Rajaratnam de Singapur y autor de un blog sobre Oriente Próximo. “Este último golpe rompe con la tradición de consenso dentro de la familia real, cuyo secretismo recuerda el del Kremlin en los tiempos de la Unión Soviética”, añade el analista.

Prisión de 5 estrellas

“A los sospechosos se les garantizan los mismos derechos y trato que a cualquier otro ciudadano saudí”, ha asegurado el fiscal general saudí, el jeque Saud al Mojeb. “La posición o el estatus de un sospechoso no influyen en la aplicación de la justicia”, añadía. Casi al mismo tiempo, se ha filtrado que los detenidos se encuentran confinados en el suntuoso hotel Ritz-Carlton de Riad.

La impactante medida se produce en un momento especialmente delicado. El príncipe Mohamed, hijo favorito del rey Salmán y que en menos de tres años se ha convertido en el verdadero poder detrás del trono, intenta llevar a cabo una transformación económica y social que asegure la supervivencia del ultraconservador reino en un futuro sin petróleo.

Para ello pretende promocionar una economía alternativa basada en las nuevas tecnologías, el ocio y el turismo. En un país en el que se impone la segregación de sexos, el pasado verano anunció la apertura de complejos hoteleros en la costa del mar Rojo en los que se permitirá que hombres y mujeres disfruten juntos de la playa. También ha prometido que para junio de 2018 se va a poner fin a la prohibición de que las mujeres conduzcan. De momento, ya se han celebrado los primeros conciertos en varias ciudades saudíes; pero también han empezado a notarse los ajustes debido a un descenso en las inversiones estatales.

“Arabia Saudí está experimentando grandes cambios que desde una perspectiva occidental parecen positivos. La cuestión es saber si satisfacen a los saudíes”, reflexiona el sociólogo Abdul al Lily durante una conversación con EL PAÍS. En su opinión, la gente está confusa. “Los medios internacionales se basan en los pocos que hablan, en quienes están activos en las redes sociales, pero más allá de eso, es difícil saber qué piensa la mayoría; falta investigación”, asegura. Por su experiencia de trabajo, parte de la cual acaba de reflejar en el libro Saudíes en privado: Mirando en el dormitorio saudí, “muchos ni siquiera hablan de lo que está ocurriendo porque no les interesa, no lo entienden y, sobre todo, carecen el pensamiento crítico para analizarlo”. Lo que está ocurriendo, sin embargo, va a determinar su futuro.

El ajuste de cuentas en las altas esferas empezó el pasado junio cuando MBS desbancó como heredero a su primo el príncipe Mohamed Bin Nayef. A pesar de las imágenes en las que éste mostraba su lealtad a su joven sucesor (algo muy llamativo en una sociedad que reverencia a sus mayores), el veterano Bin Nayef parece estar confinado en su palacio desde entonces.

“Se ha empezado a formar un lobby en la familia real y MBS teme que [Bin Nayef] se una a él”, explicaba a EL PAÍS el crítico que tuitea como @Mujtahidd y que ha revelado numerosos casos de corrupción y secretos que sólo alguien de dentro del sistema puede conocer.

Poco después se conoció la desaparición y presunto secuestro de tres de cuatro conocidos príncipes disidentes exiliados en Europa, entre ellos Sultán Bin Turki, marido de una hija del fallecido rey Abdalá, y Turki Bin Bandar, un alto responsable policial. Además, el pasado septiembre una treintena de intelectuales, periodistas y clérigos fueron detenidos según denunciaron activistas de los derechos humanos. Dado que entre ellos había desde liberales hasta ultraconservadores, su sólo vínculo era la oposición a la gestión del heredero, en particular la guerra de Yemen y la crisis con Qatar.

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