La peligrosa relación entre redes sociales y suicidios en Japón

Japón, AFP
La muerte de varios jóvenes con tendencias suicidas que entraron en contacto con su presunto asesino en Twitter reabrió el debate sobre el uso de las redes sociales en Japón.
La policía detuvo a finales de octubre a un sospechoso, Takahiro Shiraishi, de 27 años, tras haber encontrado en su apartamento, cerca de Tokio, los nueve cuerpos despedazados, cubiertos con arena para gatos para quitar el olor de descomposición.


Los investigadores llegaron a él investigando la reciente desaparición de una joven de 23 años que tuiteó que buscaba a alguien para morir con ella.

Takahiro Shiraishi la atrajo, según los medios de comunicación, asegurándole en las redes sociales que podía ayudarla a conseguir su objetivo.

Pero Twitter también sirvió de medio para tenderle una trampa al presunto asesino. La policía convenció a una joven de que pidiera una cita con él a través de esta red social.

Días después del macabro hallazgo de los cuerpos, Twitter aclaró sus reglas, reiterando su política de lucha contra la promoción del suicidio y de la automutilación, sin por ello prohibir los tuits que expresan ese tipo de deseo.

El gobierno japonés prevé reforzar la reglamentación contra las páginas web con contenido "inapropiado" sobre el suicidio.

El portavoz del gobierno japonés, Yoshihide Suga, también añadió que el gobierno podría reforzar el apoyo a los jóvenes que cuelgan mensajes desesperados en la red.

Japón tiene uno de los índices de suicidio más altos entre los países industrializados del G7, con 17,6 por 100.000 personas en 2014 según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

De los alrededor de 20.000 suicidios anuales en el país, 500 son de jóvenes de menos de 20 años y un estudio de la fundación filantrópica Nippon Foundation reveló que uno de cada cuatro japoneses han pensado seriamente en suicidarse.

Las autoridades japonesas intentan luchar desde hace años contra el uso de internet con fines suicidas, sobre todo desde 2005, cuando el fenómeno de suicidios colectivos organizados en internet alcanzó un récord en Japón.

Para intentar impedirlo, la policía y el ministerio de Comunicaciones obligaron a los proveedores de acceso a internet a señalarles cualquier expresión de pensamiento suicida en línea y a detallarles la hora y el lugar donde el internauta tiene la intención de pasar a la acción.

La policía también les instó a suprimir las páginas web que incitan al suicidio o reclutan a candidatos a la muerte colectiva. Pero estos esfuerzos no frenaron el fenómeno.

Según algunos expertos, es normal que los jóvenes acudan a las redes sociales para expresar su malestar por lo que consideran contraproducente bloquear este medio de expresión.

"En Japón hablar de la muerte y del suicidio fue durante mucho tiempo un tabú (...), pero es fácil hablar de ello en las redes sociales", recuerda a la AFP Akiko Mura, una responsable del centro de prevención del suicidio en Tokio de la red internacional Befrienders Worldwide.

Las víctimas del asesino en serie "pensaron probablemente que era la única persona capaz de escuchar sus problemas", según Mura, nada partidaria de reglamentar los comentarios en línea. "Las personas necesitan un espacio en el que las escuchen. Sin él me temo que el número de suicidios aumente todavía más".

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